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Por Que El Sapo No Pudo Correr


Enviado por   •  26 de Agosto de 2012  •  620 Palabras (3 Páginas)  •  4.097 Visitas

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POR QUÉ EL SAPO NO PUEDE CORRER

[Una vieja, no teniendo con quién llamar a sus nietos, que asisten al juego de pelota, se encuentra afligida].

En seguida le cayó un piojo sobre la falda. Lo cogió y se lo puso en la mano, y el piojo se meneó y echó a andar.

—Hijo mio, ¿te gustaría que te mandara a que fueras a llamar a mis nietos al juego de pelota? –le dijo al piojo.

Al punto se fue el piojo contoneándose. Y estaba sentado en el camino un muchacho llamado Tamazul, o sea el sapo.

—¿A dónde vas? –le dijo el sapo al piojo.

—Llevo un mandado en mi vientre, voy a buscar a los muchachos

–le contestó el piojo a Tamazul.

—Está bien, pero veo que no te das prisa –le dijo el sapo al piojo–.

¿No quieres que te trague? Ya verás cómo corro yo, y así llegaremos rápidamente.

—Muy bien –le contestó el piojo al sapo. En seguida se lo tragó el sapo. Y el sapo caminó mucho tiempo, pero sin apresurarse. Luego encontró a su vez una gran culebra, que se llamaba Zaquicaz.

—¿A dónde vas, joven Tamazul? –díjole al sapo Zaquicaz.

—Voy de mensajero, llevo un mandado en mi vientre –le dijo el sapo a la culebra.

—Veo que no caminas aprisa. ¿No llegaré yo más pronto? –le dijo la culebra al sapo.

—¡Ven acá! –contestó. En seguida Zaquicaz se tragó al sapo. Y desde entonces fue ésta la comida de las culebras, que todavía se tragan a los sapos.

Iba caminando aprisa la culebra y habiéndola encontrado el Vac [gavilán], que es un pájaro grande, al instante se tragó el gavilán a la culebra. Poco después llegó al juego de pelota. Desde entonces fue ésta

Cuentos Mexicanos – De los orígenes a la Revolución 11 la comida de los gavilanes, que devoran a las culebras en los campos.

Y al llegar el gavilán, se paró sobre la cornisa del juego de pelota, donde Hunahpú e Ixbalanqué se divertían jugando a la pelota. Al llegar el gavilán se puso a gritar:

—¡Aquí está el gavilán! –decía en su graznido–. ¡Aquí está el gavilán!

—¿Quién está gritando? ¡Vengan nuestras cerbatanas! exclamaron.

Y disparándole en seguida al gavilán, le dirigieron el bodoque a la niña del ojo, y dando vueltas se vino al suelo. Corrieron a recogerlo y le preguntaron:

—¿Qué vienes a hacer aquí? –le dijeron al gavilán.

—Traigo un mensaje en mi vientre. Curadme primero el ojo y después os lo diré –contestó el gavilán.

—Muy bien –dijeron ellos; y sacando un poco de la goma de la pelota con que jugaban, se la pusieron en el ojo al gavilán. Lotzquic le llamaron ellos y al instante quedó curada perfectamente por ellos la vista del gavilán.

—Habla, pues –le dijeron al gavilán. Y en seguida vomitó una gran culebra.

—Habla tú –le dijeron a la culebra.

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