Poética, comedia y tragedia
Enviado por Matías Muñoz • 9 de Mayo de 2022 • Ensayo • 1.867 Palabras (8 Páginas) • 89 Visitas
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Antonia Núñez
Matías Muñoz
9 de mayo, 2022
Obras clásicas de la humanidad
CERTAMEN 1:
Clásico: “Dicho de un autor o de una obra: Que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia” (Real Academia Española, s.f., definición 3)
"Un poema, novela, u obra de teatro se contagia de todos los trastornos de la humanidad [...] que en el arte de la literatura se transmuta en la pretensión de ser canónico, de unirse a la memoria social o común" (Bloom, H., El canon occidental, 2006, p. 29)
Si se habla de lo clásico, es difícil dar una definición que abarque satisfactoriamente todas las ideas, conceptos, pensamientos y reflexiones que engloba este término, pues lo clásico se puede considerar como sinónimo de lo anticuado, lo admirable, lo que no pasa de moda, lo que alguna vez debimos leer en un contexto académico y que probablemente aún recordamos, puesto que dejó una huella en nosotros al nunca estar obsoleto en nuestros pensamientos. Y es que para llegar a una respuesta certera de qué es realmente lo clásico, nos podemos ayudar en estas simples palabras de Italo Calvino (1994, Por qué leer a los clásicos): “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir” (p. 9), dado que al ser obras con fuertes influencias externas impuestas gracias al canon occidental, terminan por generar siempre un intertexto que las convierte en una materia prima inagotable de explotación literaria, en la cual cada relectura que se haga de ellas será una oportunidad de redescubrirla una vez más (sin ser este nuevo acto de lectura un impedimento para deleitarse tal como la primera vez que se le leyó), de percatarse de detalles que antes no se percibieron pero que ahora le dan más -u otro- sentido al contenido, de identificar referencias o influencias provenientes de otras grandes obras, de darse cuenta que el texto que se está leyendo es la fuente de inspiración de libros que ya conocíamos y que nos maravillaron como lectores y lectoras, de ser conscientes que la maestría con la que el autor expuso su creación, tal vez influenciado por algún otro autor arquetípico, nos formó como lectores, haciéndonos parte de una comunidad lectora occidental que hace vivir al canon gracias a la crítica literaria que impone un límite, que dibuja un margen dentro del cual se desarrolla una lucha entre diversas obras que se nutren entre sí, pero que a la vez combaten por sobrevivir al paso del tiempo, para de esta forma, evitar caer en el inexpugnable vacío del olvido.
La poética según Aristóteles es un arte mimética, que imita las acciones humanas mediante actuación y no mediante el relato. La poética cuenta con unas partes que son esenciales tanto en la comedia, como en la tragedia, que son: los medios de imitación dados por un determinado lenguaje, que constan del canto (puede ser mediante versos solos o cantados), el espectáculo (es el arte escenográfico. Sin mayor relevancia) y la elocución (pensamiento de los personajes expresado mediante diálogos). Otra de estas partes cualitativas es el objeto de la imitación (acción) el cual se compone de la fábula (ordenación de los sucesos), los caracteres (personajes) y el pensamiento (ideales de caracteres). Respecto a la poética, Aristóteles menciona que, todo poeta debe considerar la verosimilitud en su obra, es decir, debe contar lo que podría suceder. Se enfoca en lo general (no como el historiador, que focaliza en lo particular). También nos menciona que tanto la tragedia como la comedia contienen un lenguaje sazonado, el cual consiste en un ritmo, armonía y canto adecuado, que hacen más apetecible la obra (Poética, 2004, p. 47). Al igual que Aristóteles, H. Bloom en el Canon Occidental nos habla respecto al “dominio del lenguaje metafórico, originalidad, poder cognitivo, sabiduría y exuberancia en la dicción” (El Canon occidental, 2006, p. 39). Estos puntos tienen relación con el término ya mencionado de lenguaje sazonado, ya que debido a esto las obras tienen una mayor atracción (aumenta el apetito hacia la lectura). La poética sienta las bases de la tragedia y comedia, las cuales gracias a su calidad envejecieron sin caer en el omisión de la comunidad lectora. Los clásicos, según Italo Calvino ejercen una influencia particular cuando se imponen como inolvidables (Por qué leer a los clásicos, 1994, p. 8), o cuando se esconden en la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual. Traen impresa la huella de lecturas que han precedido a la nuestra, y dejan huellas en las culturas que han atravesado. Esto podemos verlo presente con las obras Edipo Rey de Sófocles y con Lisístrata de Aristófanes, las cuales han perdurado en la cultura y hoy en día se pueden realizar relecturas de estos clásicos.
En lo que conocemos como comedia se puede identificar un intento de mimetización de aquellos seres que pueden ser considerados como inferiores, puesto que su estratificación en la pirámide social de la antigua Grecia no corresponde a la élite dominante compuesta por aristocráticos, reyes y valerosos héroes, además de ser poseedores de algún elemento propio de ellos que se puede satirizar, ya sea algo feo, reprochable bajo una ética moralista, o simplemente algún tabú; Aristóteles los denomina “los peores” (El arte poética, 1994, p. 10). Lo jocoso, el uso de un humor vulgar, la ridiculización de “lo feo” y la representación de situaciones que pretenden ser graciosas, tienen por objetivo el causar una catarsis en quien especta por medio de la risa, para que luego este entre en reflexión sobre el conflicto de la obra, conflicto que, el autor lo plasma en función de la realización de una crítica social como lo pretende hacer Aristófanes en su obra Lisístrata, al caricaturizar la seriedad de la guerra espartana-ateniense haciendo que la protagonista, homónima al título de la obra, pusiera en jaque el conflicto bélico mediante la organización de una huelga femenina consistente en la privación de relaciones sexuales a los guerreros griegos por parte de sus esposas. En la obra de Aristófanes ya citada se identifica a la heroína cómica como una sujeta astuta que utiliza artimañas que pueden llegar incluso a lo absurdo, y para dar base a esta afirmación es menester recordar por ejemplo cuando Lisístrata pudo reunir con admirable eficiencia y rapidez a todas las mujeres del Hélade, pese a los escasos medios de comunicación masivos con los que contaba en la época y el poco poder de la mujer para llevar a cabo asuntos de tal magnitud dado el contexto histórico: “la salvación de Grecia entera estriba en las mujeres”. También se puede mencionar el hecho que se haya invocado a la diosa “Conciliación” (inexistente en la mitología griega) para que actuara como mediadora de la paz en medio de la guerra (Aristófanes, Lisístrata, 2006, p. 90). Si bien las partes cualitativas de la tragedia corresponden a las mismas que de la comedia, en términos generales estas divergen en las cuantitativas, a excepción del párodos (entrada coral que provee un trasfondo del conflicto) que sí está presente en ambos géneros, pues la comedia goza además del agón (debate entre personajes), la parábasis (cuando los personajes salen de escena y el coro se dirige al público) y el éxodo (cierre de la obra de forma alegre, que generalmente beneficia a todos). El origen de este género tiene lugar en las festividades dedicadas a Dionisio, dios del vino y la fertilidad, ya que en tales fechas célebres se estilaba que hubiera grupos de cantores que en su música refirieran temas indecorosos y burlescos, dada la idiosincrasia característicamente bohemia de estas fiestas. Estos cantos recibieron el nombre de komoidós, término que, gracias a la influencia griega en el latín evolucionó hasta la palabra contemporánea “comedia”.
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