Presentaciones

Las presentaciones orales se califican teniendo en cuenta el contenido y la expresión oral. El comienzo de la presentación oral es crucial, porque es una presentación de ti mismo ante el público. Digas lo que digas en estos primeros segundos podría establecer el tono del resto de la presentación.

Mira al público. No mires tus apuntes a no ser que sea necesario, ni te mires las manos ni los pies. Al comenzar la presentación oral, trata de localizar dos o tres personas en distintos lugares de la sala y mírales a los ojos.

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Mantén la cabeza alta y sonríe. Incluso si tu presentación no trata de un tema especialmente feliz o divertido, no puede haber nada negativo en sonreír al público antes de empezar la presentación oral.

Empieza la presentación oral con un comentario, una cita o un hecho que el público recordará mucho después de acabar tu discurso. La clave es encontrar algo que represente la esencia del tema que hayas escogido de forma profunda. Podría incluso resumir todo el tema antes de que el público sepa incluso de qué tema trata la presentación. Se darán cuenta de esto, por supuesto, al final de la presentación.

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Habla de forma clara y en un tono y un volumen competente. No hay nada peor para una persona que habla en público que abrir la boca y descubrir que la voz se le ha puesto grave o, aún peor, aguda. Ten un vaso o una botella de agua a mano en el estrado si te lo permiten y bebe un poco con frecuencia segundos antes de hablar.

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Apréndete el discurso de arriba a abajo y con bastante tiempo de antelación. La práctica hace al maestro, y nada es de más maestro en una presentación oral que el no tener que recurrir constantemente a los apuntes. Por supuesto, mantén tus apuntes a mano en tarjetas de 7x12 cm. aproximadamente, pero acude a ellas únicamente cuando sea absolutamente necesario.

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