Progreso Y Sus Alcances
Enviado por • 6 de Noviembre de 2013 • 1.266 Palabras (6 Páginas) • 198 Visitas
Enrique González Pedrero
Riqueza de la pobreza
Cal y Arena
México, 1990
180 pp.
Hay libros que nacen fechados y hay otros que adquieren importancia más allá del momento en que fueron escritos. En literatura la condición es perdurar; en la filosofía política, esos casos son más bien la excepción: son pocos los libros que mantienen o recobran su vigencia. La Riqueza de la pobreza es un libro que nació inscrito en la gran controversia histórica de México, que luego adquirió el título de La disputa por la nación. Doce años después de su primera edición, las circunstancias nacionales han cambiado en forma definitiva y, sin embargo, la Riqueza de la pobreza sigue siendo actual. Mejor dicho, adquiere nueva vigencia.
La caracterización que Rolando Cordera y Carlos Tello dieron de la etapa crucial de México, cuando se editó por primera vez el libro de González Pedrero, ya se resolvió en los conceptos y avanza en la realidad cotidiana. La "disputa por la nación" ya es asunto del pasado: lo que hoy se disputa ya no es la estrategia del desarrollo, que era el tema central de aquel libro, sino cuál será el verdadero destino del país luego de adoptar la política de apertura e integración a la economía mundial. En este contexto, el debate de hoy se centra en los escenarios que caracterizan al futuro del país: ¿seremos una gran nación industrial o una mera maquiladora?
El libro de González Pedrero aporta una gran y novedosa perspectiva, sobre todo al complementar la nueva edición con un planteamiento filosófico político de la nueva realidad de México y del mundo. Para González Pedrero es un hecho que el mundo ha cambiado. En la magnífica y profunda advertencia con que inaugura la nueva edición, el autor va de lleno al asunto central del México de hoy: "sólo nos queda sumarnos a la gran corriente democrática mundial: incorporarnos a la apertura pero... bebiendo nuestra propia savia" (p. XI). El camino del desarrollo no sólo consiste en abrir y competir, aunque González Pedrero admite de entrada que esa es la naturaleza de estos tiempos y que, por ello, hay que hacerlo -y hacerlo bien- pero que México tiene que avanzar por un camino "fincado en su propia historia e idiosincracia, en la pluralidad de su composición social y económica: en su rostro múltiple, a la vez arcaico y contemporáneo" (p. X).
Hace doce años, en el ojo del huracán de la "disputa por la nación", González Pedrero observaba las alternativas que enfrentaba el país para concluir que tenía que seguir la pauta de los países pobres y que esta era distinta a la de Occidente. La gran actualidad del libro de González Pedrero radica en su comprensión cabal de la realidad actual, sin que por ello deje de ser vigente el problema del desarrollo: "hoy, al iniciarse la última década del siglo y del milenio, una secuencia inesperada de acontecimientos ha transformado esa imagen dual, polarizada, del mundo y ha hecho evidente la prisa de los países del Este por acabar de sumarse a los beneficios del progreso y la modernización. Se disponen ahora a aprender el manejo de la economía de mercado y a reprogramar algunos, o muchos, de sus mecanismos estructurales" (pp. X-XI). Para México el problema es el mismo; el gran dilema es cómo hacer compatible la modernidad con nuestra tradición y nuestra cultura.
Los conceptos de la Riqueza de la pobreza son tan debatibles hoy como lo fueron cuando apareció la primera edición. Pero el mensaje central sigue siendo vigente: la modernidad no niega -ni impide- la riqueza cultural del México tradicional. Esta es la interrogante práctica que enfrenta todo gobernante que decide transformar al mundo, en los términos planteados por González Pedrero: cómo sumarse al progreso sin dejar de ser una nación con su propia individualidad. El choque entre los planteamientos del autor y la actual reforma económica no está en los objetivos finales, sino en cómo
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