RELATO TESTIMONIAL CHILENO
Enviado por Claudio Pacheco • 10 de Diciembre de 2016 • Apuntes • 25.496 Palabras (102 Páginas) • 317 Visitas
RELATO TESTIMONIAL CHILENO
Norberto Flores C.
INTRODUCCIÓN
En el año 2013, Chile recordó los “40 años del Golpe” como la prensa dio en llamar. En ese momento, se generó una serie de reflexiones que quizás no será posible resolverlas sino en futuras generaciones, toda vez que aún al momento de escribir estas líneas pareciera que lo impide la inmediatez de los hechos recordados: torturadores y torturados, carceleros y prisioneros, exiliados, retornados, muertos y desaparecidos siguen arrastrando el dolor de la ausencia o de una vida distinta a la que se quiso tener. Comparten todos –vencidos y vencedores- el mismo suelo, y conviven, en consecuencia, unos y otros como parte de la reciente historia. Quizás por ello, los actuales esfuerzos por hacer memoria merecen algunas observaciones, y surgen éstas, precisamente, del obstáculo generado por la presencia de las partes involucradas y la inmediatez de los hechos. No es desconocido que la historia se objetiva con la ausencia de sus agentes y con el distanciamiento emocional que concede el paso del tiempo.
Las observaciones sobre los actuales esfuerzos por hacer memoria se enmarcan en débiles reconocimientos del grado de responsabilidad de las partes involucradas –vencedores y vencidos-, y en intentos de referir lo acontecido a partir del “Golpe” a través de miniseries televisivas con sesgos de ficcionalizada reconstrucción histórica. Ambas fórmulas podrían amenazar a la memoria histórica de dos maneras: la primera –el escarceo de la propia responsabilidad en los hechos acaecidos-, con una visión sesgada y unilateral de los hechos y la segunda –la ficcionalización de la historia en miniseries de televisión- con una probable banalización de los hechos (distinta a la realización de los filmes y documentales sobre el tema.)
Así considerado -y sin desconocer el aporte de los medios masivos de comunicación a la reconstrucción de la memoria-, creemos que el cultivo de ésta requiere también de otras formas, que no sean solamente la del doloroso sensacionalismo trágico de torturados, degollados o arrojados al mar desde helicópteros. Aquello ocurrió, y ha sido demostrado ante la ley, pero dichos tortuosos acontecimientos no son la esencia del “Golpe”, sino una de sus varias dolorosas consecuencias. De hecho, es lesiva la reducción de semejante fenómeno histórico a la sola palabra “Golpe”, toda vez que asigna –indefectiblemente- la gestión del mismo a un solo agente -las Fuerzas Armadas- y a una suerte de inesperado vuelco aciago del destino nacional (el 11 de septiembre de 2973). Se omite, con ello, tres variables: a) la responsabilidad compartida de una sociedad dividida en “izquierdas” y “derechas”; b) la silenciosa aceptación del “Golpe” por una importante parte de la sociedad que secularmente ha aprobado el ejercicio violento de la autoridad: la clase media y la clase alta; y c) el análisis objetivo y fundado de los orígenes del problema, basado en divisiones ideológicas y sociales que se remontan a los inicios de nuestra Historia como país.
La omisión de la primera variable (la responsabilidad compartida de una sociedad fuertemente dividida ideológicamente) conduce a la simplicidad de la polarización. Una dicotomía de “buenos” y “malos” - víctimas y victimarios, respectivamente-, cuya oposición no es suficiente para explicar el porqué de lo acontecido. Es necesario, entonces, revisar el decurso histórico y determinar con propiedad la participación de todos los agentes sociales.
La omisión de la segunda variable (la aceptación del ejercicio extremo de la autoridad) impide reconocer que parte importante de la sociedad chilena -secularmente formada en el respeto al orden y a la autoridad, y también acostumbrada a los históricos desbordes de violencia de ésta-, vio con buenos ojos la imposición del orden por la vía de una “mano fuerte”. De hecho, es sabido que la clase media y la clase alta chilenas jugaron un rol dominante en el rechazo al “lumpen” y a las granjerías otorgadas a campesinos y trabajadores –a sus ojos, sin mérito alguno- por parte del Estado.
La omisión de la tercera variable –el análisis objetivo de nuestra Historia como nación- conduce al desconocimiento de una de las más importantes causas del “Golpe”: un pueblo profundamente dividido por su condición socioeconómica. Pobres, medianos y ricos que, desde los inicios de nuestra nación, siguen existiendo en una convivencia odiosa más o menos exacerbada por la ideología dominante del momento y que aún hoy es causa de resentimientos.
En razón de ello se ha escrito el presente trabajo, un análisis crítico de una importante producción escritural chilena: El relato testimonial de prisioneros políticos generado entre 1973 y 2014. El objetivo de éste esfuerzo es dar a conocer el valor historiográfico y también los visos ficcionales de esta forma discursiva. Esto significa reconocer que si bien el relato testimonial es una narración unipersonal en ocasiones condicionada por la emocionalidad de las experiencias sufridas, no es menos válido en cuanto registro histórico. Del mismo modo, es dable reconocer que, junto al grado de veracidad de los hechos relatados, existen variables estético-literarias que le confieren al relato testimonial un cierto grado de ficcionalidad, más no de falsedad. Esto en reconocimiento de que, en cuanto registro de recuerdos, es una selección de acontecimientos afectados por la imprecisión de la memoria, las limitaciones del lenguaje y la reconstrucción distante de momentos en que dominó el dolor e imperó el caos, como es el caso de la prisión y la tortura.
CAPÍTULO I
EL RELATO TESTIMONIAL DE PRISIONEROS POLÍTICOS EN CHILE A PARTIR DE 1973
Es sabido que la Nueva Novela Histórica no tuvo en Chile un desarrollo semejante al que tuvo en otros países vecinos: en los momentos en que ésta comenzaba a difundirse en América Latina surgió en 1973 en Chile un régimen militar que se extendió hasta 1989. El gobierno militar vio con buenos ojos a todo medio cultural que contribuyese al fortalecimiento de la identidad nacional, mas, la nueva novela histórica, con su reconocida crítica a la Historia como un discurso de legitimación del orden imperante, no era uno de esos medios. En razón de esto, la literatura chilena se escindió en dos partes: la literatura que se desarrollaba dentro del país y la que se difundía en el exilio. La primera se caracterizará por la evasión de la contingencia o una velada referencia a los acontecimientos del momento, la segunda, en cambio, será vehículo de denuncia de los excesos cometidos por el régimen militar sobre las personas de los detenidos políticos, como es el caso del relato testimonial.
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