Reflexion

Muchos piensan que la universidad y la escuela son la misma cosa. No obstante, las diferencias que encontramos entre ambas pueden llegar a ser suficientes para afirmar que no son lo mismo.

En el artículo “Reflexión para los universitarios” escrito por el ingeniero Rafael Cota, nos percatamos de las diferencias entre asistir a una universidad y asistir a una escuela. Cota comienza describiéndonos los pensamientos que inundan su ser justo antes de ir dormir. Cabe destacar que de entre sus pensamientos, el que acapara su mente es el de va a una escuela o a una universidad.

Una vez que tomamos el hilo de la lectura nos encontramos con ciertas diferencias que no hubiéramos imaginado a no ser de haber sido testigos de este texto. Por un lado el autor nos dice que es en las escuelas donde vamos cuando hay clase, y si vamos es sólo para escuchar a los maestros y abrumarnos con tareas y más tareas. Pero es en las universidades donde vamos porque queremos aprender, donde estamos para proponer ideas nuevas, dialogar y retroalimentarnos.

Es en las escuelas, nos dice el autor, donde estudiamos la pobreza, la corrupción y demás problemas, pero es en las universidades donde buscamos y encontramos la solución a dichos problemas. En mi opinión el autor nos abre los ojos pues lo que dice es verdad. Si vamos a la universidad por obligación es como si fuéramos a la escuela, donde no hay ni iniciativa ni una actitud abierta al conocimiento. Creo que es fundamental para nuestra persona aceptar la idea de que vamos a una universidad que es ante todo una forma de vida donde podemos ampliar nuestro conocimiento escuchando a otros e interactuando con ellos.

Cota nos sumerge en sus pensamientos para hacernos ver que ir a la universidad no es ir a conocer un problema, sino tratar de comprenderlo para crear una solución. El autor nos dice que asistir a ésta nos incita a fijarnos objetivos a largo plazo para solucionar problemas no sólo del hoy, sino también del mañana.

Después de reflexionar un poco llegué a la conclusión de que actualmente es muy común caer en el conformismo y no esforzarnos por ir a más allá de lo necesario. Creo que estamos en una sociedad donde tomar el camino más corto es siempre la mejor opción, cuando no lo es.

Una lección que he aprendido de mis padres es la de dar el 100 por ciento en todo lo que hagamos. Si de todos modos vamos a hacerlo, mejor hacerlo bien. Como dice el dicho “el burro trabaja doble”. A pesar de sentirnos cansados y estar abrumados con tantas tareas que nos dejan debemos recordar que si el mundo fuera fácil sería de lo más aburrido. Lo que sembramos cosecharemos, así que más vale tener una actitud de esfuerzo para que se vea plasmado en nuestros resultados.

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