SOCIOLOGO
Enviado por CESARLAZO • 6 de Diciembre de 2011 • 2.021 Palabras (9 Páginas) • 578 Visitas
“Dialogo con la vida” una exaltación del acto creador de Dios.
César Lazo
El poeta y teólogo, Israel Serrano, reafirma su vocación como un artesano de la palabra, al presentarnos Diálogos con la vida, un texto cuyo título es un anuncio que de antemano evidencia la intencionalidad del autor, los asuntos que tratará en adelante el creador, que motivado o mas bien iluminado, incursiona en ese mundo real imaginario, que partiendo de lo cotidiano, de lo existencial transita de lo objetivo a lo subjetivo, dialogando o evocando, haciendo uso de un lenguaje filosófico teológico que raya muchas veces con una idea existencial casi mítica.
Es seguro que su hermetismo verbal no conlleva un propósito de confundir o de hacer que el lector reflexione en cuanto al contenido o la forma, se trata de la interpretación misma y una visión muy personal de la vida, del que mira a través del lente espiritual o mejor dicho la cosmovisión del teólogo que subyace y que deja traslucir en cada verso al margen del asunto a tratar.
Lo primero que se impone es el tema de la relación contradictoria, casi antagónica, Creador-creación u hombre versus Dios, es decir, el pecado del hombre en relación con su conducta y la materia creada. En cuanto el centro del texto es la idea teológica, desde luego, el lenguaje, en este caso, no está huérfano de esa cadencia verbal requerida, para “ser leído como salmodiando”, sin abdicar de su esencial condición literaria contemporánea, digo, poética que va más allá de los vanguardismos conversacionales conocidos; lenguaje que se ahorma en la perspectiva confluyente de filosofía y teología, de lo existencial y lo mítico-religioso, de la realidad y lo fantástico, muchas veces recreando o yuxtaponiendo pasajes bíblicos con muy buen acierto versificador.
Israel Serrano sigue una línea estilística personal, transitando de lo evocativo al simbolismo o a una poesía lirica libre de las aristas de lo vulgar y trasnochado. Diálogos con la vida tiene la intención de acercarnos en el espacio y el tiempo, y darle nuevos significados a lo sublime, al acto teológico, a la relación filial o a la cotidianidad, pasada, presente y futura, sin perder el hermetismo que caracteriza el lenguaje con el que trabaja sus versos.
De ahí que iniciamos una interpretación de este texto con el poema Nací en sueños de alondra, que encabeza el cuerpo del poemario, evocación de su nacimiento y crecimiento en una comunidad rural; en él encontramos un desborde de simbolismo y lirismo, sin ser de fácil lectura. Dice: “Nací en sueños de alondra / en voces de café/ a la orilla de la candelaria/ donde codornices levantan un broquel de gritos/ y una Montaña de Sol acompaña el vestido de la tarde”. El poeta, sin olvidar su origen, la raíz de su estirpe, la nostalgia filial, compara a la madre con la alondra, que además puede tener la connotación de la tierra natal como un presagio de buena vida, de abundancia o de la ponderación de una mujer campesina; vuelo, soñar del poeta, nostalgia y orgullo por su raza o quizás exaltación de la creación divina.
Es una constante, en la poesía de Serrano, la exaltación del acto creador de Dios, del milagro o prodigio de quien nos dio la vida, a pesar de que “éramos una minúscula imagen de espacio y de tiempo/ sol/ inocencia/ entre la oscuridad de los astros”; la idea filosófica dialéctica presente, yuxtapuesta a lo metafísico, la subjetividad en una cosmovisión mítica, teológica o fantástica en la motivación poética, “en el luminiscente círculo de viento/ el espíritu abrió puertas/la nada pretendió ser”; es decir, el ser surgiendo del pensamiento o la memoria omnipresente de Dios o el Creador iluminando al verbo para que el fuego diera vida al hombre en la idea infinita de Dios. El único lugar donde es posible que lo incierto se vuelva reposo. De la nada surgiendo la vida, del polvo el hombre, tierra origen del hombre y de todo lo que podemos mirar, sin embargo “apareció la muerte en el rugido de la noche/ y buscó nutrirse de la brevedad de la vida”.
El poeta nos recuerda el pecado originado en la dimensión que esconde un mundo de tinieblas, rebelión en el origen de la nada, que se refugia en la tierra para tentar al hombre, que infectado por el virus del orgullo, busca la verdad en el lugar equivocado: La filosofía y no la Teología. De ahí la alusión a Séneca el filósofo latino. De ahí la duda que manchara la sabiduría original, la cosmovisión de un mundo diferente. De ahí el porqué los hombres nos convertimos en un cúmulo de contradicciones, “microcosmos/ y lo infinitamente grande del orden y del caos/ se alimenta de energías/ de la causa errante de los elementos/ se ocuparon del pensamiento y de la razón”. De ahí que el hombre desafió la oscuridad y busco la razón de las cosas, la causa y el efecto e inventó una vida que niega y contradice a la vida misma. De ahí la miseria de una mayoría, por lo cual el poeta se lamenta: “el desatino se alumbró en la costumbre/ por la miseria la sabiduría se dejó persuadir/ la inteligencia y el bien se fueron a vagabundear”. Razón del poeta que condena las costumbres que nos llevan hoy en día a una rutina de consumismo, de vida fácil, de dolor y vicio. La aculturación del hombre que se deja gobernar por el dios mercado que lo aleja de su esencia, de su humanidad, y se deja llevar al abismo en una corriente donde “la existencia navegó al infinito” y “estrechó su adición en la caída de las cosas”. Ese hombre que no se dio cuenta de la importancia de soñar hasta que llegó a su ocaso, “supo de la vida en un día/ en los bostezos de la tarde”.
Su teologismo no deja de ser en todo el poemario, de tal manera, que en ese bello poema de connotaciones ecológicas
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