Tocando El Cielo
Enviado por Mar5506 • 10 de Marzo de 2015 • 663 Palabras (3 Páginas) • 280 Visitas
TOCANDO EL CIELO
Cuando le vio llegar aquella tarde, a Pasquale Scatturo le entraron dudas sobre la expedición que estaba dirigiendo. Habían alcanzado el primer nivel del monte Everest, y Erik (que era la razón de todo el viaje) había llegado al campamento 1 ensangrentado, enfermo y deshidratado. Estaba verde, literalmente, recuerda su compañero de expedición Michael O Donnell. "Parecía como si el boxeador George Foreman le hubiera dado una paliza de dos horas". En realidad, la paliza se la había propinado su compañero Luis Benítez. Erik se había caído por una grieta, y al bajar Benítez a rescatarlo le había raspado toda la nariz y la barbilla con el bastón de escalada. A esa altitud, la escasa densidad del aire no permite que las heridas cicatricen rápidamente.
Erik se desmayó en la carpa. Preocupado, el resto del equipo se sentó a hablar. He estado pensando que quizás todo esto no sea una buena idea", dijo Scaturo. Dos años de planificación, un documental y el ciego por poco no llega ni al Campamento 1
"El ciego" a quien hace referencia, no es otro que Erik Weihenmayer, de 33 años, y no se trata de ningún alpinista yuppie que ha sufrido un contratiempo en la montaña. Ciego desde los 13 años a causa de una enfermedad hereditaria de la retina poco común, comenzó con su asalto personal a los picos montañosos cuando era un simple veinteañero. Pero esta vez, en el Everest, también él había comenzado a dudar. Durante aquella ardua ascensión al campamento por la catarata helada de Khumbu, Erik se cuestionaba por primera vez si su intento por convertirse en el primer invidente en llegar a la cumbre del monte Everest quizá no fuera sino un colosal error. En el Everest hay infinitas maneras de morir. Las hay espectaculares, como desplomarse por una grieta, quedar enterrado por una avalancha, o sufrir un edema cerebral por falta de oxígeno y que se te hinche el cerebro hasta rebosar literalmente el cráneo. Las hay también de lo más banales, como desorientarse por falta de oxígeno y echarse una siesta, ahí mismo en la nieve. Un "siesta" de la que uno despierta en el otro mundo.
Abriéndose camino a duras penas por la catarata helada, Erik estaba sufriendo tanto que había comenzado a preguntarse cuál de estos destinos le aguardaba. Le vinieron entonces a la cabeza todos los consabidos clichés sobre lo que hacen los ciegos normales, como afinar pianos o vender lápices, y empezó incluso a dar cierto crédito a tales estereotipos. Qué hacía un ciego como él en semejante sitio, deambulando por un mar de hielo movedizo, midiendo la distancia para saltar sobre una grieta 300 metros de profundidad y aterrizar, literalmente, en un terreno totalmente desconocido? A los ciegos les encantan los patrones fijos: los peldaños miden todos lo mismo aproximadamente, así como las cuadras de la ciudad, mientras que las aceras tienen todas más o menos
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