Virus De La Actitud
Enviado por jhoncali • 19 de Julio de 2012 • 3.250 Palabras (13 Páginas) • 780 Visitas
INSTITUTO TECNICO SUPERIOR
TRABAJO DE: CARTA A GARCIA
GRUPO: SOL Y LUNAS
PRESENTADO POR: NUBIA AMPARO HERMOSA RUIZ
POPAYAN julio de 2012
El pasatiempo literario que va a leerse, “UNA CARTA A GARCIA", fue escrita de sobremesa, una tarde en el corto término de una hora. Pasaba esto el 22 de febrero de 1899, aniversario del natalicio de Jorge Washington, y ya en la revista "Philistine" de marzo de este mismo año, corría publicado.
Fue algo que brotó caliente de mi corazón y que fue escrito tras un día gastado en la pesada faena de excitar a infelices sumidos en los limbos de la inacción que se tornasen hombres auténticos radioactivos Pero la verdadera frase creadora brotó de los labios de mi hijo Bert, cuando en el curso de la conversación y entre taza y taza de café sugirió que el héroe verdadero de la guerra de independencia de Cuba había sido Rowan.
Si, dijo mi hijo, porque Rowan fue quien en la hora oportuna, culminante, llevó a cabo el hecho único, necesario: Llevar un mensaje a García.
La frase me hirió como un rayo. Sí - exclamé - el muchacho tiene razón: El héroe es siempre aquel que cumple su misión, el que lleva la carta a García. Corro a mi escritorio, y de un tirón y de uno a otro cabo escribí:
'UNA CARTA A GARCIA"
Tan poco caso hice de mi escrito que él fue publicado en la revista sin encabezamiento siquiera. La edición salió, y empezaron a llover pedidos por doce, por cincuenta, por cien ejemplares de la revista; y cuando The American News Co, pidió mil ejemplares, pregunté lleno de asombro a uno de mis ayudantes qué era lo que en ese número de la revista levantaba tal polvareda: "Esa historia suya acerca de García" , fue la respuesta.
Al día siguiente recibí un telegrama de George H. Daniels, del New York Central Railroad, que decía así: "Déme precio de 100.000 ejemplares del artículo de Rowan, en forma de folleto, con un aviso en la portada sobre el Empire State Express, y diga cuándo puede hacer la entrega"
Contesté dando el precio y avisando que la entrega se podía hacer en dos años. Disponíamos de tan pocos elementos, que eso de imprimir 100.000 ejemplares parecíamos una empresa tremenda.
El resultado fue que di permiso a Mr.Daniels para reimprimir el artículo por su cuenta. Hízolo él en ediciones de a medio millón de folletos. Dos lotes de 500.000 fueron puestos en circulación, y además fue reproducido por cerca de doscientas revistas y periódicos y traducido a todas las lenguas vivas.
Por los tiempos en que Mr. Daniels distribuía "LA CARTA A GARCIA", vino a los Estados Unidos el príncipe Hilakoff Director de los ferrocarriles rusos. Y como el dicho príncipe fuese huésped del NewYork Centraly saliera a una gira por todo el país bajo la dirección personal de Mr. Daniels, conoció el folleto y se interesó por él, más, quizás, por ser Mr. Daniels quien lo repartía y por la gran cantidad que de él vio circular de mano en mano, que por cualquier otra causa.
Lo cierto del caso fue que, de vuelta a su país, lo hizo traducir al ruso e hizo repartir de él sendos ejemplares a los empleados de todos los ferrocarriles del imperio. De Rusia pasó a Alemania, a Francia, a España, a Turquía, a Indostán, a la China.
Durante la guerra ruso-japonesa, cada soldado ruso que iba al frente llevaba un ejemplar de "LA CARTA A GARCIA".
Al encontrar los japoneses el folleto en poder de todos y cada uno de los prisioneros de guerra, concluyeron que aquello debía ser cosa excelente y lo vertieron a su idioma. Por orden del Mikado un ejemplar fue repartido a cada uno de los empleados del gobierno, militares y civiles.
Alrededor de 40.000.000 de ejemplares de "UNA. CARTA A GARCIA" han sido impresos, siendo esta la mayor circulación que una obra en vida de su autor haya logrado en tiempo alguno de la
historia gracias a qué serie de afortunados incidentes!
LAS PERSONAS QUE NUNCA HACEN NADA MAS DE AQUELLO POR LO QUE SE LES PAGA, jamás, OBTENDRAN MAS PAGO POR LO QUE HACEN"
"UNA CARTA A GARCIA"
Hay un hombre cuya actuación en la guerra de Cuba culmina en los horizontes de mi memoria como culmina un astro en su perihelio.
Sucedió que cuando hubo estallado la guerra entre España y los Estados Unidos, palpóse clara la necesidad de una inteligencia inmediata entre el Presidente de la Unión Americana y el General Calixto García, ¿Pero cómo hacerlo?
Hallábase García en esos momentos, Dios sabe donde, en alguna serranía perdida en el interior de la Isla... Era precisa su cooperación. Pero,
¿Cómo hacer llegar a sus manos un despacho?
¿Qué hacer?
Alguien dice al Presidente: Conozco a un hombre llamado Rowan. Si alguna persona en el mundo es capaz de dar con García es él: Rowan. Se busca a Rowan y se le confía la entrega de la carta que ha de llevar a García y... nada más
Cómo el sujeto que lleva por nombre Rowan toma la carta, la guarda en una bolsa que cierra contra su corazón, desembarca a los cuatro días en las costas de Cuba, desaparece entre la selva primitiva para reaparecer de nuevo a las tres semanas al otro extremo de la isla, habiendo cruzado un territorio hostil y habiendo entregado la carta a García, son cosas que no tengo especial interés en narrar aquí.
El punto sobre el cual quiero llamar la atención es este: Mc Kinley da a Rowan una carta para que lleve a García. Rowan toma la carta y no pregunta: ¿En dónde podré encontrarlo?
¡Por Dios vivo !. Que hay aquí un hombre cuya estatua debería ser vaciada en bronces eternos y colocarla en cada uno de los colegios del universo. Porque lo que debe ser enseñado a los jóvenes no es esto, o lo de más allá, sino vigorizar, templar su ser íntegro para el deber, enseñarlos a obrar prontamente, a concentrar sus energías, a llevar la Carta a García y hacer siempre bien hecho, todo lo que se les encomiende hacer.
El General García ya no existe. Pero hay muchos Garcías en el mundo. Qué desaliento no habrá sentido todo hombre de empresa que necesita de la colaboración de muchos, que no se haya quedado alguna vez estupefacto ante la imbecilidad del común de los hombres, ante su abulia, ante su falta de energía para llevar a término la ejecución de un acto.
Inatención culpable, trabajo a medio hacer, actitud mediocre, irresponsabilidad, pereza, desgreño, indiferencia, parecen ser la regla general.
Y sin embargo
...