AGUSTÍN DE HIPONA
Enviado por Marina Castillo Moya • 20 de Marzo de 2020 • Tarea • 750 Palabras (3 Páginas) • 251 Visitas
AGUSTÍN DE HIPONA
Si el hombre en sí es un bien y no puede obrar rectamente sino cuando quiere, síguese que por necesidad ha de gozar de libre arbitrio, sin el cual no se concibe que pueda obrar rectamente. Y no porque el libre arbitrio sea el origen del pecado, por eso se ha de creer que nos lo ha dado Dios para pecar. ¿Cómo podría, en efecto, ser castigado el que usara de su libre voluntad para aquello para lo cual le fue dada? Así, pues, cuando Dios castiga al pecador, ¿qué te parece que le dice, sino estas palabras: te castigo porque no has usado de tu libre voluntad para aquello para lo cual te la di, esto es, para obrar según razón? Por otra parte, si el hombre careciese del libre albedrío de la voluntad, ¿cómo podría darse aquel bien que sublima a la misma justicia, y que consiste en condenar los pecados y en premiar las buenas acciones? Porque no sería ni pecado ni obra buena lo que se hiciera sin voluntad libre. Y, por lo mismo, si el hombre no estuviera dotado de voluntad libre, sería injusto el castigo e injusto sería también el premio. Mas por necesidad ha debido haber justicia, así en castigar como en premiar, porque éste es uno de los bienes que procede de Dios. Necesariamente debió, pues, dotar Dios al hombre de libre arbitrio.
Ideas del texto
En este texto intenta justificar la existencia de Dios aunque, siendo bueno y creador del mundo sin embargo habría permitido que hubiera mal. Busca entender cómo es que el hombre, siendo obra de Dios, hace el mal. San Agustín dice que el hombre tiene libre albedrío para elegir entre hacer el bien (para el que fue hecho), o no. Y entiende la libertad como "indeterminación”; no estar determinado a actuar de una manera. Cree que, al dar libertad al hombre, la obra de dios es más perfecta, y sería la única manera de exigir responsabilidad por los actos humanos y así premiar y castigar.
Justificar las ideas del texto con la filosofía del autor
En el pensamiento de San Agustín el conflicto de la libertad se encuentra en su apartado de la ética, en él se diferencia a los hombres buenos de los hombres malos según amen a Dios o no. Se produce la primera división social de manera ética, donde explica como al llegar el apocalipsis los hombres malos serán castigados porque deberán continuar sufriendo, al contrario que los buenos que irán a la ciudad de Dios donde podrán alcanzar la felicidad.
Hasta ese momento siempre se había pensado que la vida y los acontecimientos eran cíclicos de forma que los romanos siempre tendrían el poder y el resto de hombres serían los esclavos. Pero, tras la derrota del gran imperio, él propone la idea de historia lineal en la que todo lo que había ocurrido antes eran los preparativos para el nacimiento de Cristo y lo de después serían las consecuencias a este nacimiento. Este es el motivo por el cual afirma que la Iglesia siempre estará por encima del estado, porque el Estado puede caeer pero la Iglesia no porque es eterna.La idea de la separación de los hombres entre buenos y malos también la señala en su manera de opinar sobre la antropología, en la que habla además de que el hombre está formado por cuerpo y alma y se divide en razón superior y razón inferior, idea que nos lleva hasta la capacidad que tiene el hombre de encontrar lo que está más allá a través de su conciencia; esta conciencia se divide, por una parte en el entendimiento, al que se llega mediante el proceso de interiorización, y por otra parte la voluntad, siendo nuestra voluntad la de la búsqueda del mejor bien inmutable, la felicidad, que no es posible encontrar en este mundo ya que se encuentra en Dios, al que solo podremos acceder si somos hombres buenos cuando llegue el apocalipsis. En la conciencia, por lo tanto, se encuentran la ciencia, a la que llegamos a través del entendimiento. A partir de esta argumentación demuestra a Dios, deduce que si el hombre es un ser mutable y este tiene a su vez verdades inmutables es porque otro ser inmutable ha debido depositarlas en él, es decir debe existir una primera causa, Dios.
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