DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA El fin de este trabajo es profundizar en los principios que rigen la doctrina social de la Iglesia
Enviado por EDINSON CORONADO • 20 de Mayo de 2017 • Ensayo • 3.112 Palabras (13 Páginas) • 312 Visitas
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
El fin de este trabajo es profundizar en los principios que rigen la doctrina social de la Iglesia. La misión de la Iglesia es llevar a todos los hombres el mensaje de salvación y liberación que Jesús de Nazaret encarnó en su vida y predicó a los hombres. Su mensaje provocó conflictos y persecución porque tocó los cimientos del sistema político y religioso de la época.
Hoy toca a nosotros encarnar el mensaje y proclamarlo sin desvirtuar la fuerza de transformación que engendra su palabra. La Iglesia con sus pastores necesita estar bien definida para que su mensaje sea creíble. El reto es iluminar la realidad desde el evangelio y la doctrina social, solo así el pueblo se sentirá acompañado en sus angustias, temores y dejará de percibir a cierta parte de la Iglesia que calla la verdad que no anuncia la salvación integral del hombre porque no quiere perder privilegios que el mismo sistema que engendra muerte y pobreza les ofrece para mantenerlos callados pero que en definitiva ha logrado su objetivo desactivar la fuerza de transformación que el evangelio de Jesús produce.
Cuando hablamos de doctrina nos referimos a principios de orden moral, a exigencias de la fe cristiana con respecto a las actividades humanas individuales o colectivas.
Que esta doctrina vaya calificada de social, quiere significar que se trata de la actividad del hombre que vive en una sociedad concreta. Por consiguiente la doctrina social se dirige a la conciencia del hombre para educarla, esclarecerla, para que pueda decidir libremente iluminada por la fe en las circunstancia concreta en que se encuentre.
El nombre Doctrina Social se remonta a Pio XI y se refiere a los temas de relevancia social y a partir de la Rerum Novarum de León XIII se ha desarrollado en la Iglesia a través del magisterio de los Papas.
La Iglesia siempre ha estado preocupada por las causas sociales, por la vida y desarrollos de los pueblos, y a lo largo de la historia en los diferentes momentos de la vida siempre ha tomado posición. Es decir nunca ha renunciado a decir la palabra que le corresponde como lo afirmó categóricamente el Papa León XIII.
Toda la doctrina social se podría entender como una actualización, una profundización y una expansión del núcleo originario de los principios expuestos en la Rerum Novarum.
Esta doctrina manifiesta ante todo la continuidad de una enseñanza que se fundamenta en los valores universales que derivan de la Revelación y de la naturaleza humana. Por tal motivo, la doctrina social no depende de las diversas culturas, de las diferentes ideologías, de las distintas opiniones: es una enseñanza constante. Porque está siempre guiada por la luz del evangelio atenta a los cambios de la sociedad, pero no es un sistema rígido que no permita nuevos enfoques o adaptaciones oportunas, sino está abierta a las cosas nuevas.
El pueblo de Dios movido por la fe, que le impulsa a creer que quien le conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo, procura discernir en los acontecimientos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios. Cada pueblo camina dentro de un proyecto colectivo que se expresa en términos de progreso, desarrollo, liberación, democratización, secularización, pluralismo cultural y religioso. Y a la luz de la fe descubrimos como ese determinado proyecto humano respeta o no, las exigencias de la dignidad del hombre, descubrimos como responde a la vocación del hombre en el mundo y podemos arrojar nuevas luces para su perfeccionamiento. La Iglesia ilumina los proyectos y caminar de los pueblos.
Pero esto no quiere decir que el pueblo de Dios en la vivencia de su fe, deba contentarse solamente con señalar los caminos del Señor, debe comprometerse con determinado proyecto colectivo. La palabra de Dios interpela al hombre completo, si ella es transpolítica eso no quiere decir que sea a-temporal, a-histórica; ella es una palabra encarnada y percibimos su significación verdadera, sólo si la situamos convenientemente en su contexto histórico.
La iglesia, en consideración de Cristo y en razón del misterio, que constituye la vida de la Iglesia misma, no puede permanecer insensible a todo lo que sirve al verdadero bien del hombre, como tampoco puede permanecer indiferente a lo que lo amenaza. Por esto, la preocupación de la Iglesia es por todo el hombre.
Este hombre no esa abstracto, sino real, concreto, histórico. El hombre en la plena verdad de su existencia, de su ser personal y a la vez comunitario y social, en el ámbito de la propia familia, en el ámbito de la sociedad y de contextos tan diversos, en el ámbito de toda la humanidad, este hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión. Es el camino primero y fundamental de la Iglesia, camino trazado por el mismo Cristo, solo por ese camino encontraremos la salvación y redención.
El sujeto de la doctrina social de la Iglesia es toda la Iglesia iluminada por el Espíritu Santo. Porque la Iglesia es el sujeto que la elabora, la difunde y la enseña. No es prerrogativa de un componente del cuerpo eclesial, sino de la comunidad entera: es expresión del modo en que la Iglesia comprende la sociedad y se confronta con sus estructuras y sus variaciones. Toda la comunidad eclesial sacerdotes, religiosos y laicos participa en la elaboración de la doctrina social, según la diversidad de tareas, carismas y ministerios.
Es decir, el Papa con la autoridad universal que le viene de Cristo interviene en la fijación de la Doctrina Social con sus proclamaciones en las encíclicas sociales y en otros documentos de diverso rango. Todos los cristianos, guiados por sus pastores, están implicados en la tarea de discernir y proclamar la enseñanza social, pero son los papas los responsables directos de la Doctrina Social. El depósito de la verdad que Dios nos ha confiado tenemos el deber de interpretarlo, divulgarlo y actuar oportunamente según nuestro supremo juicio en el orden de la realidad.
El objeto de la doctrina social es esencialmente el mismo que constituye su razón de ser: el hombre llamado a la salvación y, como tal, confiado por Cristo al cuidado y a la responsabilidad de la Iglesia. Con su doctrina social, la Iglesia se preocupa de la vida humana en la sociedad, con la conciencia que de la calidad de la vida social, es decir, de las relaciones de justicia y de amor que la forman, depende en modo decisivo la tutela y la promoción de las personas que constituyen cada una de las comunidades. En la sociedad, en efecto, están en juego la dignidad y los derechos de la persona y la paz en las relaciones entre las personas y entre las comunidades. Estos bienes deben ser logrados y garantizados por la comunidad social. El objeto inicial de esta doctrina fue la llamada cuestión social, es decir, el conjunto de problemas socio-económicos surgidos en determinadas áreas del mundo europeo y americano como consecuencia de la revolución industrial. Hoy la cuestión social no está limitada a una zona geográfica particular, sino que tiene una dimensión mundial y abarca muchos aspectos, incluso políticos, unidos a la relación entre clases y a la transformación de la sociedad ya realizada y todavía en curso de realización. De todos modos "cuestión social" y "doctrina social" permanecen como términos correlativos.
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