El corazon del hombre.

Juan Carlos Gómez Mendoza                                                               Grupo: 1108

El corazón del hombre

De nuevo Erich Fromm nos sorprende en este tratado psicológico acerca de una de las preocupaciones filosóficas humanas más antiguas: ¿De qué está repleto el corazón  del humano? ¿Está repleto de maldad? ¿Se es malo por naturaleza? ¿O el hombre es bueno y tiende a hacer lo correcto? Básicamente esas preguntas encierran la esencia de este libro.

Inicialmente el libro compara al hombre con un cordero o con un lobo, dejando claro una cosa: los corderos tienen la capacidad de hacer el mal, por lo que es natural preguntar qué es lo que los inclina a ello. Debate acerca de si pocos lobos gobiernan a la multitud de corderos o la mayoría son lobos disfrazados de corderos con la capacidad de hacer el mal. Llegando a la conclusión (Fromm) de que la mayoría de los humanos tendemos a hacer el bien, pero somos seres completamente pervertibles. Y de entrada, yo concuerdo con que no hay nada que no se pueda corromper.

Tomando como ejemplo la acción de Adán y Eva de comer el fruto prohibido, hay dos posibles interpretaciones de ello: la religiosa, que dice ellos pecaron, fueron en contra de las leyes de Dios y que en ese momento el hombre conoció la verdad, supo distinguir y racionalizar sus actos. La segunda, es que Dios planeaba ellos comieran de ese fruto, se alimentaran del árbol de la sabiduría para que se liberaran y empezaran a crear su conocimiento, crecieran, se desarrollaran, sin ser un pecado aquella mordida, sino un inicio del reconocimiento de la libertad del hombre.

Pero en ese instante el hombre se vuelve crítico y tiene que tomar continuas decisiones en la vida, Fromm cree en la bondad del hombre pero acepta que el hombre puede endurecer su corazón, encerrarse en su alma. Tiene la desgracia de tomar un sinfín de decisiones que lo lleven a ser el faraón egipcio que siendo humano, volvió su alma negra. Así, el hombre que hace mal se hace más malo.

Del mismo modo argumenta, que en múltiples ocasiones la maldad humana no es más que un resultado de las circunstancias de éste, que el hombre responde de la manera más apropiada según como los instintos naturales lo guíen para la supervivencia. Pues sobrevivir, la vida en sí misma, es uno de los bienes más preciados para el humano y no dejará nunca de luchar para vivir y mejorar su vida.

Enfatiza entonces que los hombres puedes ser malos pero que todos los hombres tienen características que los predisponen a la maldad. Por ejemplo, todos somos egoístas, es natural en la sociedad actual que el hombre vea por sí mismo antes de ver por los otros. Pero señala entonces que el ser más peligroso, es el ordinario con la capacidad de hacer cosas extraordinarias, sin embargo este ser requiere otras armas para que muchos corderos hagan lo que él necesita ¿Cómo es que Hitler logró que tantos alemanes se unieran al nazismo y cometieran tales atrocidades? Fromm, comenta que dentro de todos nosotros existen diversas formas de violencia, las cuales se requieren para la supervivencia, pero en su máxima expresión, éstas atentan contra la vida y todo lo que atenta contra ella es algo malvado, pervertido, proveniente de la muerte y la adoración a la misma. De esta manera Hitler, Stalin y muchos otros líderes totalitaristas se aprovechan de  la violencia reactiva, natural en cualquiera de nosotros, y que surge en defensa de la vida. Hace sentir a los ciudadanos que están amenazados, que su seguridad ha sido violada y que su integridad como individuos fluctúa por la amenaza en los enemigos de guerra.

De este modo el hombre ordinario responde, accede y adopta como propias las ideas que estos líderes implementan. Líderes con sus propios desórdenes que atentan contra la integridad, contra la vida. El hombre los acepta pues previamente ha vivido una etapa llamada “El quebrantamiento de la fe”, esto es perder fe en la bondad. Fe en la vida, es dejar escapar esa ilusión infantil de que el  mundo es bueno, estando siempre la disposición de los hombres a ser hermanos, como lo llamaba Beethoven en su Novena sinfonía. Es el amor puro de la madre. Sin embargo, ese amor se ha quebrantado en múltiples experiencias que le demuestran al infante que la vida no es rosa, lo que lo lleva a la desesperación y en este punto de debilidad del alma muchos hombres se refugian en dinero, bienes materiales, placeres y algunos, inclusive, llegando a odiar la vida. En este supuesto, es cuando el humano acepta al nazismo y comete las atrocidades pues en su afán por mantener la vida propia, destruye la ajena. Priva al judío de su naturaleza humana, arrastrando su dignidad, integridad pero sobre todo, la libertad, y al arrancar ese albedrío, atenta contra la vida misma.

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