Fortuna Moral NAGEL

La fortuna moral.

Kant creía que la buena o mala fortuna no debía influir ni en nuestros juicios morales sobre una persona y sus actos, ni en la evaluación moral que esa persona hiciera de sí misma.

La buena voluntad no es buena por su fin, sino que es buena por su disposición. Es decir, es buena por sí misma.

Debe estimarse de forma incomparablemente mayor que cualquier cosa que pueda causar en favor de cualquier inclinación, o incluso de la suma total de todas las inclinaciones.

Ni la utilidad ni la esterilidad pueden disminuir o aumentar su valor.

Probablemente Kant habría dicho lo mismo acerca de una mala voluntad: que logre o no sus propósitos malvados es moralmente irrelevante.

Lo que ocurre acá es que el problema se desarrolla más allá de las condiciones ordinarias del juicio moral. Es intuitivamente plausible sostener que las personas no puedan juzgarse moralmente por aquello de lo que no son culpables, o por aquello que se debe a factores fuera de su control.

Cuando culpamos a alguien por sus actos, no estamos diciendo meramente que sea malo que éstos hayan sucedido, o bien, que sea malo que ese alguien exista; lo que estamos haciendo es juzgar directamente a ese alguien, diciendo que él es el malo, lo cual es diferente a decir que él sea algo malo.        

El mero hecho de descubrir que el acto realizado no se hizo bajo el control de la persona, permite eximirnos de lo que se haga mediante el juicio moral. Dicho de otro modo, lo que se puede evaluar moralmente de un acto que adolezca de la antedicha incapacidad de control, parece perder su fundamento. Tan clara ausencia de control, producida por un movimiento involuntario, por una fuerza física o por ignorancia de las circunstancias, nos exime de lo que hagamos del juicio moral.

No obstante, lo que las personas realizan no sólo están supeditadas a formas que no están bajo nuestro control, según Kant. → las influencias externas en este ámbito más amplio, por lo general dan a pensar que no eximen lo que hacemos del juicio moral, ya sea algo positivo o negativo.

Ej 1: El hecho que tengamos éxito o no, depende en alguna medida, de factores que están fuera de nuestro control, como ocurre en los casos de asesinato, altruismo, revolución, el deseo, etc.

        Pasa que lo que se ha hecho y que es juzgado moralmente, está determinado en parte por factores externos.

Estos factores externos pueden entenderse mediante el siguiente ejemplo:

• La diferencia entre el conductor imprudente y un homicidio involuntario. → aquí la diferencia la hace un factor externo (la presencia o no del peatón en el lugar y momento preciso).

Por otra parte, lo que hacemos también encuentra limites en las oportunidades y elecciones que enfrentamos, y éstas están determinadas en gran medida por factores que escapan de nuestro control.

• Ej:  alguien que fue oficial en un campo de concentración podría haber llevado una vida tranquila de no haber sido por el factor externo que los nazis hayan llegado al poder en Alemania. Y a la inversa, alguien que haya llevado una vida tranquila en Argentina podría haberse convertido en oficial nazi de no haberse ido en 1930 por temas de negocios.

Lo anteriormente ejemplificado viene a mostrar cómo se erige el concepto de fortuna moral, puesto que cuando un aspecto significativo de lo que alguien hace depende de factores que escapan a su control, independiente de seguir considerándolo como objeto del juicio moral, se puede decir que estamos ante un caso de fortuna moral propiamente tal.

La fortuna puede ser buena o mala, y eso puede traer problemas en cuanto a la aplicación de esa condición de control → la aplicación consistente de esa condición amenaza con erosionar la mayoría de las valoraciones que per se, no parecen natural realizar.

En última instancia, nada o casi nada acerca de lo que una persona hace parece estar bajo su completo control. Pero esto no supone simplificar la teoría de la eximición del juicio moral porque lo realizado haya estado fuera de nuestro control.

Lo que acá se intenta decir es que la erosión del juicio moral no surge como consecuencia absurda de una teoría super simplificada, sino como consecuencia natural de la idea ordinario de valoración moral cuando se aplica con el propósito de una descripción más completo y precisa de los hechos.

La idea de que la fortuna moral es paradójica no es un error ético o lógico, sino que es una percepción de una de las tantas maneras en que las condiciones intuitivamente aceptables del juicio moral son amenazantes con minarlo todo. Esta situación es similar a la que tiene lugar en otra área filosófica, como lo es la teoría del conocimiento.

Aquí también ciertas condiciones que parecen perfectamente natural y que surgen de los procedimientos ordinarios para cuestionar y defender pretensiones al conocimiento, amenazan con minar todas esas pretensiones si es que se aplican consistentemente. La mayoría de los argumentos escépticos poseen esta cualidad (positivismo lógico), ya que parecen surgir inevitablemente de la aplicación consistente de normas ordinarias.

Existe también un paralelismo sustantivo, pues el escepticismo epistemológico surge de la consideración de aspectos en que nuestras creencias y su relación con la realidad dependen de factores que encuentran más allá de nuestro control. Las creencias se originan por causas internas y externas.

Nuestras creencias se deben siempre, in ultima ratio, a factores fuera de nuestro control.

Pareciera como si, de ser verdaderas alguna de nuestras creencias, se tratara de una fortuna puramente biológica antes que conocimiento como tal.

La fortuna moral es así porque, aun cuando haya varios aspectos en que los objetos naturales de la valoración moral están fuera de nuestro control, no podemos reflexionar en estos hechos sin perder nuestro dominio sobre los juicios.

        Hay en general 4 maneras en que los objetos naturales de la valoración moral están sujetos de manera perturbadora a la fortuna:

Las siguientes 4 maneras presentan un problema en común: Todas son contrarias a la idea de que no podemos ser más culpables o apreciados por nada de lo que somos que por la fracción que logra estar bajo nuestro control.

...