TRABAJO FILOSÓFICO: LA EDUCACIÓN ¿CÓMO DEBE SER LA EDUCACIÓN?
Enviado por mel_avila20 • 15 de Noviembre de 2017 • Monografía • 4.150 Palabras (17 Páginas) • 241 Visitas
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TRABAJO FILOSÓFICO:
LA EDUCACIÓN ¿CÓMO DEBE SER LA EDUCACIÓN?
Alumna: Ávila, Melina Génesis.
Profesor: Romero, Juan Martín.
Carrera: Profesorado en Educación Primaria.
Fecha de entrega: 14 de Noviembre de 2017.
LA EDUCACIÓN
¿CÓMO DEBE SER LA EDUCACIÓN?
HIPÓTESIS
Una buena educación:
- Tiene que generar en los demás un amor por el aprendizaje, que provoque motivación y compromiso.
- Debe ofrecer oportunidades al pensamiento libre y fomentar que se formulen preguntas.
- Debe promover que nadie sabe todo, y tampoco es que no sabemos nada. Todos aportamos “un granito de arena” a un determinado saber.
- Debe ser integrador y genuinamente cooperativo.
- Debe educar a personas seguras de sí mismas, respetuosas, indagadoras y dotadas de las habilidades necesarias para adaptarse al constante cambio del mundo en el que vivimos.
MARCO TEÓRICO
¿Cómo debe ser la educación para Gianni Vattimo?
Gianni Vattimo nació el 4 de enero de 1936 en Turín, Italia: es un importante filósofo italiano y uno de los principales autores del postmodernismo. Estudió Filosofía en la Universidad de su ciudad natal y, posteriormente, dos cursos en la Universidad de Heidelberg. En 1964 comenzó la docencia de estética en la “Facoltà di Lettere e Filosofia” de Turín, de la que fue su decano. Su actividad filosófica está claramente influenciada por los planteamientos de Nietzsche y Heidegger.
¿Qué es la postmodernidad? Según la Real Academia Española (RAE), es un “Movimiento artístico y cultural de fines del siglo XX, caracterizado por su oposición al racionalismo y por su culto predominante de las formas el individualismo y la falta de compromiso social”.
Vattimo cuestiona si la modernidad terminó o no. Esta última se caracteriza por la creencia en el progreso: desde el punto de vista de Nietzsche y de Heidegger, la modernidad se puede caracterizar, en efecto, como un fenómeno dominado por la idea de la historia del pensamiento, entendida como una progresiva "iluminación" que se desarrolla sobre la base de un proceso cada vez más pleno de apropiación y reapropiación de los "fundamentos", los cuales a menudo se conciben como los "orígenes”. La idea de "superación", que tanta importancia tiene en toda la filosofía moderna, concibe el curso del pensamiento como un desarrollo progresivo en el cual lo nuevo se identifica con lo valioso en virtud de la mediación de la recuperación y de la apropiación del fundamento-origen.
Para este filósofo, estamos en la post-modernidad, pasó esa etapa de creencia en el progreso y hay una verdad chiquita y oculta. No se cree en grandes ideas, hay relatos y verdades construidas. Esta verdad es impuesta por las mentes poderosas (el gobierno, las grandes empresas, los medios de comunicación). No se habla de post-modernidad como fin de la historia, en semejante sentido catastrófico. Aquí se considera más bien la amenaza de la posibilidad de una catástrofe atómica, que ciertamente es real, como un elemento característico de este "nuevo" modo de vivir la experiencia que se designa con la expresión "fin de la historia". Se podría aclarar el discurso hablando más bien de fin de la historicidad, pero esto también podría hacer que subsistiera un equívoco: el de la distinción entre una historia como proceso objetivo dentro del cual estamos insertos y la historicidad como un determinado modo de tener conciencia de que formamos parte de ese proceso.
Por lo tanto podría decirse que ya no hay verdad absoluta, sino que hay relatos o pequeñas verdades que vamos construyendo cada uno de nosotros. Nos queda una verdad nietzscheana que es la de la interpretación. El progreso ya no es visto como un camino lineal enfocado en que vamos a ser cada vez más felices, sino que se cuestiona la idea del avance. La ciencia trabaja, pero ¿progresa? Sí, avanza, pero hay una traba económica: los grandes científicos trabajan para empresas que se preocupan por generar dinero, no piensan en un beneficio para la gente, como una posible cura del cáncer, sino en crear tecnologías que generen mayores ingresos. Esto impide a la ciencia avanzar de buena manera y ellos optan por trabajar con ellos, por el mismo motivo: ganar mucha plata.
Entonces Vattimo dice que ya no se progresa y no hay verdad absoluta: los absolutismos son peligrosos porque implican autoritarismo y dominación. Hay que luchar la verdad e interpretar la historia. Volvamos a la pregunta. ¿Cómo debe ser la educación para Gianni Vattimo? El filósofo no alude ni responde directamente a esta cuestión pero se puede deducir que para él, hay que retraducir los grandes relatos, salir de la modernidad y terminar con esto de que hay una gran verdad.
La verdad se enseña en la escuela y ésta tiene que hacer pensar distintos relatos y generar en los otros pensamientos, críticas de interpretación. Por lo tanto, la educación tiene que ser una construcción de la verdad e intentar interpretarla entre todos: la filosofía, la historia, la psicología, etc. De antemano se aclara que no se puede creer en el progreso, porque la verdad está impuesta por las mentes poderosas como los medios de comunicación. Acá se puede a llevar a cabo mi hipótesis de “nadie sabe todo, y tampoco es que nadie no sabe nada”, sino que todos podemos construir una verdad de las cosas, a nuestra propia interpretación, más allá de los contenidos que deben darse en cada especialidad (historia argentina, el cuerpo humano, etc.). El ideal del progreso es algo vacío y su valor final es el de realizar condiciones en el que sea posible un nuevo progreso. Hay que hacer experiencia de la verdad, no como objeto del cual uno se apropia y como objeto que se transmite, sino como horizonte en el cual uno se mueve discretamente.
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¿Cómo debe ser la educación para Mario Heler?
Mario Heler fue Doctor en Filosofía por la U.B.A., profesor titular regular de la misma universidad e Investigador Adjunto de carrera del CONICET. Ha publicado cuatro libros y más de cuarenta artículos en distintas publicaciones académicas. Fue becario de UBACyT y del CONICET, y recibió un premio de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Su ámbito de especialización es la Filosofía Social, la Ética y la Filosofía de la Ciencia.
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