Vida, muerte y trascendencia

Vida, muerte y trascendencia

“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”. Así como menciona el autor Borges [Jorge Luis Borges (1899-1986) fue un erudito escritor Argentino, considerado uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX…] nos podemos dar cuenta que todos tenemos la muerte garantizada, ya que es un momento que va más allá de nuestra forma de pensar. Siempre que reflexionamos sobre la vida, nos percatamos que esta, está ligada y viene de la mano con el suceso de la muerte; por lo que debemos ver la vida como un proceso por el que todos pasamos, pero cuyo fin es la vivencia personal del proceso de la muerte, al que todos irremediablemente llegaremos algún día.                                                                        Para entender más un poco de como la vida, muerte y trascendencia juegan un papel muy importante en las personas, es necesario que analicemos primero cada concepto por separado; para que después, podamos comprenderlo como un conjunto.

La vida es la historia de cada persona; el don de haber nacido con la habilidad para respirar, mirar, hablar, tocar, sentir, pensar, a sabiendas de que “Como un sueño pasa y como la flor se marchita”, la vida no es algo eterno, si no que siempre llega a su final. El hombre no solo vive como un ser biológico sino que es también un animal simbólico con la necesidad de trascender su materialidad y darle un sentido a su existencia más allá de los límites de lo físico, para sentirse uno realizado y satisfecho con la vida que elegimos, siendo y haciendo lo que queremos y que nos satisface en lo personal; para cuando llegue el momento de morir nos vallamos satisfechos y podamos trascender en nuestros seres queridos, pero sobretodo, podamos trascender como personas.                                                                                      

La muerte es un suceso general, no deseado e inesperado, es un evento cotidiano universal e inevitable, pero singular y personal, que muchos nos negamos a aceptar por el miedo que esto conlleva: perder a tus seres queridos; pero esto no es necesariamente cierto, ya que “La muerte no nos roba a nuestros seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo”. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.” Ya que como menciona el señor François Mauriac [(1855-1970) periodista, crítico y escritor francés, ganador del premio Nobel de Literatura en 1952, es uno de los más grandes escritores católicos del siglo XX…] de la muerte vienen los recuerdos de quienes fuimos y lo que dejamos a nuestra descendencia; la muerte no es un ser que deambula por el mundo arrancándole la vitalidad a los seres vivos, sino que está en la carencia de la vida de un ser vivo, nosotros los humanos lo vemos como la separación del alma y el cuerpo, donde el alma trasciende más allá de la simple muerte, culminando así la vida de la persona terrenal, realizándose pues, espiritualmente ya que “La muerte nos enseña el fin de la naturaleza humana así como la ciencia del hombre. Pero es ahí donde comienza su trascendencia y ascensión espiritual.” Como nos hace mención Agustine Basave [(monterrey, Nuevo León, 1958) académico, periodista, político, y diplomático mexicano…] ya que al morir lo único que se pierde es el cuerpo, el medio con el que estamos aquí en vida, porque nuestra alma va más allá de eso, nuestras acciones, recuerdos, aciertos, se quedan para siempre en aquellos a los que amamos y queremos.                                                                                                              

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