A Través De Nietzsche Y Leopoldo Zea

Mediante la lectura y estudio acerca de Nietzsche, hay conceptos como el de la identidad, que llegan a mostrar implícitamente la posición que él tenía frente a ellos. Para Nietzsche, por ejemplo, la imagen del superhombre, más que un proyecto, era expuesta como una etapa de la evolución posterior a la de simio y a la de hombre. Él mostraba a dicho superhombre como un sujeto que poseía ciertas características tales como su voluntad de poder y su actitud “noble” frente a la vida, por lo que bajo las premisas de Nietzsche, sería solamente éste quien podría tener algún tipo de dominio individual sobre las cosas, o, poseer una identidad singular. Bajo esa misma idea y teniendo en cuenta entonces la imagen de Nietzsche frente al hombre actual, no se podría creer por tanto en la existencia de una identidad individual o una noción de sujeto. Pero del mismo modo, al ubicar esta situación en el contexto actual, es confuso hallar dicho término en su esencia y aún más, la posibilidad de llegar a hallarlo alguna vez; tal y como lo expone Leopoldo Zea, el concepto de identidad está ligado a una neta estrategia que tiene unos fines alejados de la idea de que el hombre se realice a sí mismo o evolucione de forma singular. Hoy en día, se podría ver el término identidad desde una óptica tan “nuclear” como la que expone a su vez Nietzsche del hombre y su autonomía, las cuales tacha de decadentes por ir ligadas a la moral, a la religión o al raciocinio. Los dos concuerdan en ver a la identidad como algo totalmente distante para el hombre de hoy; mientras para Nietzsche es una particularidad del superhombre, para Leopoldo Zea es una de la globalización y el capitalismo, pero para ninguno de los dos existe actualmente ni tiene posibilidades de hacerlo.

Otro concepto que se encuentra simultáneamente en las dos nociones anteriores es el de originalidad, que los dos autores exponen desde ópticas que se encuentran bajo contextos distintos pero que concuerdan en sus puntos de vista. Para Leopoldo Zea, la originalidad existe solamente en lugares precisos, los cuales se encargan de manipular este término para así lograr supeditar al resto del mundo a su propia concepción. Por otra parte, Para Nietzsche, la originalidad se puede deducir de manera similar a la que Zea expone, dado que él dice que son las grandes instituciones, como la iglesia por ejemplo, los que se encargan de brindar a todo el resto, las nociones bajo las que tienen que ver el mundo. Al unir las dos posiciones, es posible notar que la identidad y la originalidad van prácticamente una tras otra, puesto que son concebidas como características que deberían ser inherentes a la humanidad, pero que realmente son solamente aceptadas en su esencia bajo unos pocos que se encargan de dar de ellas a todos los demás, solamente hasta el punto que les resulta más conveniente.

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