Leopoldo Zea
Enviado por slaiket • 5 de Diciembre de 2013 • 681 Palabras (3 Páginas) • 572 Visitas
La labor intelectual de Leopoldo Zea puede tomarse como una propuesta ideológica y él mismo lo suscribe al apuntar que toda filosofía, además de rigurosa en su lógica, de contemplar una ética, es también ideología. Aplicándole tal perspectiva resulta comprensible su crítica a las condiciones existentes de dominación y sujeción. Por su praxis filosófica se entiende su propuesta de liberación que si bien trasluce los aspectos económico-social, se reduce básicamente a su carácter cultural.
Su convicción de que la filosofía se ha practicado como ideología lo lleva a justificar su compromiso y propuesta política evidenciada tanto en respaldar el nacionalismo revolucionario que dominó la escena pública del siglo XX como por su participación en actividades partidarias y públicas tanto en el seno del Partido Revolucionario Institucional donde propició la creación del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales, como en la Secretaría de Relaciones Exteriores en cuyo seno estableció la dependencia encargada de los asuntos culturales.
Con base en su participación pública como por su obra escrita, Leopoldo Zea critica al capitalismo al señalarlo como responsable de las injusticias tanto por la dependencia creada por los países centrales sobre los periféricos, como las existentes en cada sociedad. De este modo justifica su vocación antiimperialista. Al mismo tiempo explica el carácter enajenante de tal sistema de producción, por lo que la filosofía resulta un instrumento indispensable para esclarecer la realidad y en consecuencia promover la liberación, de ahí que proponga como solución la necesidad de la unidad de acción de los pueblos.
Con la finalidad de matizar su crítica al imperialismo hay que señalar que no toda iniciativa estadounidense la visualiza como negativa:
Todo lo contrario, son positivas ideas como las expresadas en su Declaración de Independencia en 1776, donde se habla de la igualdad de todos los hombres y del derecho de éstos a instituir “gobiernos que deriven sus justos poderes del consentimiento de los gobernados” y que siempre que una forma de gobierno tienda a destruir los intereses de estos pueblos, éstos tienen el “derecho a reformarla, abolirla y a instituir sus poderes en la forma que a su juicio garantice mejor su seguridad y su felicidad”. Lo negativo es la pretensión de un pueblo determinado a partir de tales principios, pretender decidir la legitimidad e ilegitimidad de las decisiones de otros pueblos, siguiendo esos mismos principios [Zea, 1993: 78].
Así retrata el comportamiento de la potencia hegemónica de nuestros días cuyos gobernantes persisten en su providencialismo para justificar sus políticas intervencionistas para apropiarse de más recursos naturales.
Sus opiniones sobre el socialismo son benévolas. Por ejemplo explica que el derrumbe del llamado socialismo real no equivale a rechazar los valores
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