Acercamiento A La Antropologia Filosofica
Enviado por ernes2013 • 22 de Abril de 2013 • 17.018 Palabras (69 Páginas) • 647 Visitas
Un acercamiento a la antropología filosófica
Jorge Luis Russiel Infante
Profesor de filosofía
En este trabajo intentamos una breve reflexión en torno a algunos pensadores que han tenido una gran influencia en el pensamiento acerca del ser humano. Es tan sólo un acercamiento, reconociendo que hay muchas otras figuras, filósofos, antropólogos, naturalistas, psicólogos y otros que de alguna manera nos hicieron sus propuestas para saber quiénes somos realmente.
La reflexión nos convoca más que al estudio de alguna concepción antropológica; lo que, realmente, tiene un significado relevante es que esas concepciones implican por sí mismas la toma de decisiones, la elección y, en definitiva, asumir determinado comportamiento en la vida, de manera que por muy lejos que pensemos estar de algunos de estos planteamientos, en realidad, estamos involucrados y permeados, aunque no nos demos cuenta de esas ideas como parte de la cultura humana y de sus prácticas mejores y peores.
UN ACERCAMIENTO A LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA. Prof. Jorge Luis Russiel Infante
"Mientras el hombre dure, la representación de la personalidad humana será lo que más le conmueva e interese".
"El hombre es el universo unificado."
"El universo es el hombre varificado."
José Martí.
Nuestra actitud y nuestra concepción del mundo son el resultado de la actitud y de la concepción que tenemos de nosotros mismos. Sólo a través de nosotros se piensa y se valora el mundo, tenemos la misión "cósmica", de crear un mañana, que es no sólo el nuestro o el de toda esa "segunda naturaleza" de la que nos hablaba Marx, sino que, de manera indirecta, los efectos de la actividad humana desencadenan fenómenos de consecuencias impredecibles más allá de los límites de la conciencia de lo que somos. Entonces, cabe preguntarnos si estamos preparados para asumir esa responsabilidad ante el universo, cómo podremos resolver las transcendentales interrogantes del pasado, el presente y el mañana si ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos, si ni siquiera nos comprendemos entre los humanos.
Si existe una interrogante, realmente, ancestral para el hombre es esa: qué somos, cómo somos y por qué somos como somos. ¿Cuáles son las leyes bajo las que se impulsa el comportamiento humano como consecuencia de ser acreedores del atributo del espíritu, de la razón, de la conciencia? ¿Debemos esperar una determinada actitud individual o colectiva ante las eventualidades de la vida?
Estamos muy lejos de pretender una verdad, que no admitiera otros modos de ver al hombre, expondremos algunas ideas y trataremos de señalar sus limitaciones o, simplemente, sus implicaciones en la vida real de cada día y en la herencia histórica que hemos recibido, a sabiendas, de que nuestros criterios, no están exentos de sus propias limitaciones. Tal vez la valía no esté en las afirmaciones o verdades que nosotros defendemos, sino en las reflexiones que se puedan provocar, en las motivaciones que puedan despertarse, a partir de la lectura de este trabajo. Tenemos la convicción de que por abstracta, profunda, empírica o teórica que sea una actividad, en la que un hombre necesite emplear conocimientos y habilidades muy específicos, de todas formas, siempre van sus concepciones de lo humano acompañándole, incluso, cuando ni siquiera está conscientemente pensando en lo que él es y en lo que son los otros.
Cada actividad de la práctica humana expresa en su interior, cómo nos vemos los humanos, cómo nos pensamos y qué actitudes asumimos para con los demás y para con nosotros mismos. Por eso no ha de sorprendernos que las huellas dejadas por nuestros antepasados, aún cuando se trate de la forma de cultivar la tierra, de trabajar los metales, de construir las comunidades humanas - que van adquiriendo un nivel de complejidad cada vez más mayor- que todas ella, nos ayuden a comprender cómo vivían, qué tipo de relaciones se establecían entre los hombres.
Si observamos el mundo nuestro, donde las tecnologías ocupan un lugar cada vez más privilegiado, mediando de manera ascendente y, en ocasiones, comprometedora las relaciones humanas, no queda otra alternativa, que no sea la de descubrir la dimensión de lo humano que allí se oculta. Sería un absurdo formar un profesional abarrotado de conocimientos de las disciplinas técnicas fundamentales, en las diferentes especialidades, que no estén, al mismo tiempo persuadidos de indagar, concientemente, acerca de la concepción de la vida y del hombre que éstas implican, por puras e independientes que puedan parecer.
Queremos dejar clara esta idea: La ciencia, el conocimiento, los logros científico-tecnológicos sólo son el resultado y el reflejo de la humanidad alcanzada, son una producción que tiene lugar sobre la base de las demandas sociales, en primera instancia, de carácter material de condiciones históricas concretas. La finalidad última de estos artificios es su utilización en la actividad práctica transformadora, no sólo de la realidad circundante, sino del propio hombre para crear los bienes materiales y espirituales necesarios de la vida; por lo tanto, no es posible producir hombres de ciencia, que a su vez no sean portadores de un sentido de la vida, de una concepción del mundo y de lo humano. Esos conocimientos y esas tecnologías, al fin y al cabo, serán utilizados dentro de un contexto humano, y aunque en ocasiones aparezcan como relaciones entre objetos o cosas, en realidad no pueden sino ser el reflejo de las relaciones humanas que se establecen en el proceso de creación de los mismos.
Ya no se trata sólo de la capacidad adquirida, para una actividad específica que pueda tener un profesional, desde el punto de vista de la disciplina o ciencia, sobre la que se haya especializado; se trata de que éste especialista es un hombre, un ser humano, que establece relaciones humanas en dicha actividad y que, incluso, fuera de los marcos de su actividad como profesional, tiene que, inobjetablemente, proyectarse como un ser humano, con el vecindario, el grupo de amigos, con su familia y con la sociedad en general.
¿En qué momento se va a detener a reflexionar, sobre qué lo hace, realmente, un ser humano, o sobre lo que implica, propiamente, ser un ser humano? ¿Y las distintas concepciones, que han quedado para que las estudiemos un poco, al menos, para así no repetir los mismos errores o, simplemente, no dejarnos engañar, estar preparados para hacerle frente al proceso universal de mediatización de las relaciones humanas? ¿Y las concepciones del hombre que lo convierten en parte del mundo de los objetos y las cosas, en vez de distinguirlo y elevarlo?
Pensemos si el manejo de los animales, la atención
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