ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Antología Aristoteles


Enviado por   •  28 de Junio de 2015  •  4.074 Palabras (17 Páginas)  •  368 Visitas

Página 1 de 17

Aristóteles: Antología de textos

“Felicidad”

Texto nº1: “[...] Digamos [...] cuál es el supremo entre todos los bienes que pueden realizarse. Casi todo el mundo está de acuerdo en cuanto a su nombre, pues tanto la multitud como los refinados dicen que es la felicidad [eudaimonía], y admiten que vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz. Pero acerca de qué es la felicidad, dudan y no lo explican del mismo modo el vulgo y los sabios. Pues unos creen que es alguna de las cosas visibles y manifiestas, como el placer o la riqueza o los honores; otros, otra cosa; a menudo, incluso una misma persona opina cosas distintas: si está enfermo, la salud; si es pobre, la riqueza; [...] Pero algunos creen que, aparte de toda esta multitud de bienes, hay algún otro que es bueno por sí mismo y que es la causa de que todos aquéllos sean bienes” (ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, 1095a, trad. de M. Araujo y J. Marías, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1989, p. 3).

Texto nº2: “Llamamos más perfecto al fin que se persigue por sí mismo que al que se busca por otra cosa [...]. Tal parece ser eminentemente la felicidad, pues la elegimos siempre por ella misma y nunca por otra cosa, mientras que los honores, el placer, el entendimiento y toda virtud los deseamos ciertamente por sí mismos (pues aunque nada resultara de ellas, desearíamos todas estas cosas), pero también los deseamos en vista de la felicidad, pues creemos que seremos felices por medio de ellos” (Ética a Nicómaco, 1097b, cit., p. 7-8).

Texto nº3: “Parece cierto y reconocido que la felicidad es lo mejor, y, sin embargo, sería deseable mostrar con mayor claridad qué es. Acaso se lograría esto si se comprendiera la función [ergon] del hombre. En efecto, del mismo modo que en el caso de un flautista, de un escultor y de todo artífice, y en general de los que hacen alguna obra o actividad, parece que lo bueno y el bien están en la función, así parecerá también en el caso del hombre si hay alguna función que le sea propia. [...] ¿Y cuál será ésta finalmente? Porque el vivir parece también común a las plantas, y se busca lo específico del hombre. Hay que dejar de lado, por tanto, la vida de nutrición y crecimiento. Vendría después la sensitiva, pero parece que también ésta es común al caballo, al buey y a todos los animales. Queda, por último, cierta vida activa propia del ente que tiene razón; [...] Siendo esto así, decimos que la función del hombre es una cierta vida, y ésta una actividad del alma y acciones razonables, [...] y cada una se realiza bien según la virtud adecuada; y, si esto es así, el bien humano es una actividad del alma conforme a la virtud [...], y además en una vida entera. Porque una golondrina no hace verano, ni un solo día, y así tampoco hace venturoso y feliz un solo día o un poco tiempo” (Ética a Nicómaco, 1097b-1098a, cit., pp. 8-9).

Texto nº4: “La vida de éstos [los que practican la virtud] no necesita en modo alguno del placer como de una especie de añadidura, sino que tiene el placer en sí misma. [...] Las acciones de acuerdo con la virtud serán por sí mismas agradables. [...] Por tanto, lo mejor, lo más hermoso y lo más agradable es la felicidad, y estas cosas no están separadas [...], sino que se dan todas juntas en las actividades mejores” (Ética a Nicómaco, 1099a, cit., p. 11).

Texto nº5: “Es claro, no obstante, que [el hombre feliz-virtuoso] necesita además de ciertos bienes exteriores; pues es imposible o no es fácil hacer el bien cuando se está desprovisto de recursos. Muchas cosas, en efecto, se consiguen mediante los amigos y la riqueza y el poder político. Y la falta de algunas cosas empaña la felicidad: por ejemplo, la falta de nobleza de linaje, así como la carencia de buenos hijos o de belleza. Pues no puede ser feliz del todo aquel cuyo aspecto sea completamente repulsivo, o sea mal nacido [de clase inferior], o viva solo y sin hijos, y quizá menos aún aquel cuyos hijos o amigos fueran absolutamente depravados, o, siendo buenos, hubiesen muerto. Por consiguiente, la felicidad parece necesitar también de esta clase de prosperidad, y por eso algunos identifican la buena suerte con la felicidad, en tanto que otros la identifican con la virtud” [Y ambos –pretende decir Aristóteles- tienen parte de razón. Para alcanzar la eudaimonía es preciso practicar la virtud, pero también es necesario un mínimo de “buena suerte”] (Ética a Nicómaco, 1099a-1099b, cit., p. 11).

Texto nº6: “Se discute también si la felicidad es algo que puede aprenderse o adquirirse por costumbre o ejercicio, o si sobreviene por algún destino divino o incluso por fortuna. Pues si alguna otra cosa es un don de los dioses a los hombres, es razonable que también lo sea la felicidad, y tanto más cuanto que es la mejor de las cosas humanas. Pero esto sería acaso más propio de otra investigación. Parece que aun cuando no sea enviada por los dioses, sino que sobrevenga mediante la virtud y cierto aprendizaje o ejercicio, se cuenta entre las cosas más divinas. [...] Pero si es mejor ser feliz así que por la fortuna, es razonable que sea de esta manera [...] Por otra parte, sería un gran error dejar a la fortuna lo más grande y hermoso” (Ética a Nicómaco, 1099b, cit., p. 12).

Texto nº7: “Tiene sentido que no llamemos feliz al buey, ni al caballo, ni a ningún otro animal, pues ninguno de ellos es capaz de participar de tal actividad [la práctica de las virtudes]. Y por la misma causa tampoco el niño es feliz: pues por su edad no puede practicar tales cosas [...]. Pues la felicidad requiere, como dijimos, una virtud perfecta y una vida entera; pues ocurren muchos cambios y azares de todo género a lo largo de la vida, y es posible que el más próspero caiga a la vejez en grandes calamidades, como se cuenta de Príamo en los poemas troyanos, y nadie estima feliz al que ha sufrido tales azares y ha acabado miserablemente” (Ética a Nicómaco, 1100a, cit., p. 12).

Texto nº8: “¿Es acaso el hombre feliz después de su muerte? ¿No es esto completamente absurdo, sobre todo para nosotros que decimos que la felicidad consiste en cierta actividad? [...] [Pero] parece que para el hombre muerto existen también un mal y un bien, pero no se da cuenta de ellos: por ejemplo, honores, deshonras, prosperidad o infortunio de sus hijos y en general de sus descendientes. [...] Pues al que ha vivido venturoso hasta la vejez y ha muerto de modo análogo, pueden ocurrirle muchos cambios en sus descendientes, ser algunos de ellos buenos y alcanzar la vida que merecen, y otros al contrario [...]. Sería, en verdad, absurdo pensar que con ellos cambia también el muerto, siendo tan pronto feliz como desgraciado; pero también es

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (24 Kb)
Leer 16 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com