Análisis De Fedro, Platón
Enviado por vruizp • 14 de Mayo de 2014 • 1.617 Palabras (7 Páginas) • 942 Visitas
El Fedro ha sido considerado uno de los textos más completos e importantes de la obra platónica y según Werner Jaeger, habría sido escrito en el periodo más maduro del filosofo griego. En él, nos encontramos con Fedro y Sócrates, quienes comparten sus ideas en las afueras de la ciudad, bajo la sombra de los campestres árboles, los que nos sitúa en un entorno privilegiado donde la naturaleza juega un rol muy importante para la reflexión, por el estado de paz y armonía que ofrece. Además de este entorno, diferente a otros diálogos platónicos, se puede apreciar acá una relación más horizontal con Fedro, que si bien se mantiene al nivel de “discípulo”, se nota en Sócrates la diferencia en su trato comparado, por ejemplo, con Hipias. En este dialogo también hay una importante presencia de la mitología griega, pero además Platón expone sus ideas más concretas respecto a la filosofía y en particular a la importancia del discurso, a la retórica. Diferentes teóricos concuerdan en que la estructura del dialogo no se condice con lo que él mismo está exponiendo. Es decir, la buena composición que Sócrates plantea no sería aplicable al Fedro, por su estructura fragmentada que abarca esencialmente, y por separado, tres temáticas: el amor, el alma y la retórica. Respecto a la estructura cabe decir que hay dos grandes partes: la primera corresponde al discurso de Lisias, leído por Fedro a Sócrates, junto con la respuesta de este último, y la segunda tiene lugar con la posterior intervención de Sócrates, matizada también por conversaciones entre ambos personajes.
Comienza el dialogo con el discurso de Lisias que es, básicamente, una explicación de su teoría del amor. El eros aparece nuevamente como temática recurrente en los escritos de Platón, pero esta vez, a diferencia de las alabanzas hechas en El Banquete, Lisias defiende la postura contraria; se debe preferir la relación con alguien que no esté enamorado, que con alguien que lo esté. Es importante recordar que Lisias era un connotado logógrafo de aquella época, por lo que gozaba de mucha credibilidad y usualmente sus discursos escritos eran también considerados como una verdad. Sócrates rechaza no sólo el discurso, sino la forma como está planteado, refutando a Fedro quien lo considera “espléndido”. El maestro decide entonces reformular, bastante paródicamente, el discurso de Lisias, y lo hace con la cabeza tapada, para no sentir vergüenza. Esta imagen de la cara tapada podría ser considerada una analogía a los discursos escritos. Es decir, el entregar un discurso a un tercero para que sea leído y difundido, es como hacer un discurso con la cara cubierta, pues la vergüenza que pueda sentirse se hace invisible e indirecta, ya que existe esa máscara protectora. Ya iniciado su discurso, señala que es importante, antes que nada, saber de qué trata la deliberación para no cometer errores. Resulta curioso que señale esto porque luego su discurso se transforma en una especie de inspiración, un “ditirambo” como el mismo dice, elevado por un transporte divino. No es que pierda el sentido de lo que quiere decir, de hecho queda clara su postura frente a la amistad y los amantes, sin embargo existiría un subtexto de crítica, a modo de imitación, al discurso de Lisias. Y Sócrates reconoce las barbaridades que ha señalado en su discurso, y a modo de mea culpa le dice a Fedro que ambos discursos han sido irreverentes, y que de haber sido escuchados por otros pensadores como ellos, habrían pensado mal de sus divagaciones. Aquí termina entonces esta primera parte del dialogo y Sócrates se descubre la cara.
La segunda parte está directamente ligada a los principios de la retórica, del arte de la palabra. Si bien acá Platón retoma la idea del amor y la belleza, pareciera ser, como lo dice Jaeger, que estos temas son una “excusa” para expresar una teoría que subyace a la situación del texto. Por otro lado cobra un especial valor la idea de la creación –puesta en nuestras palabras-. Esta creación está asociada a ese ditirambo al que se refería Sócrates en su primer discurso, porque está íntimamente ligado a la locura. Señala entonces que hay tres grados de locura y, lo más importante, a través de la demencia se puede llegar a cosas hermosas y grandes bienes. Esto último es muy interesante porque añade además a las musas inspiradoras, que como lo dice su nombre, corresponden a lo que hoy podríamos describir simplemente como inspiración, que no tiene un origen concreto, que no se puede convocar y que es característico de un tipo de persona particular, del artista o del genio. Y también, en palabras de Sócrates, del “maniaco”, cuya manía es entregada por los dioses. En añadidura a lo anterior, aparece también el alma como protagonista
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