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Comte


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2014  •  Biografía  •  3.261 Palabras (14 Páginas)  •  246 Visitas

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VIDA

Augusto Comte nació en 1789 en Montpellier, proviene de una familia católica sin embargo declara que a los 13 o 14 años de vida perdió la fe en dicha religión, fue alumno de la escuela politécnica en 1814 de donde será expulsado en 1816, acusado de republicanismo e indisciplina; En esta época comienza a estudiar a los pensadores del siglo XVIII, de aquí conoce a Saint-Simon del que luego pasó a ser secretario, es él quien lo orientará hacia una filosofía socialista, más por sus teorías modernistas en las cuales consideraba que la ciencia debía sustituir a la fe y por su misma “higiene mental” además de abstenerse de toda lectura que atente contra su autonomía, deciden separarse y así fundar una nueva filosofía que luego denominará como “científica” sin embargo cae y para todo su futuro en una gran crisis financiera.

Se caracteriza por dos periodos en su pensamiento, a grandes rasgos, el primero marcado por un hondo carácter positivista, en donde destacan sus dos grandes obras: Curso de filosofía positiva (1830-1842) y el Discurso sobre el espíritu positivo (1844), escrito que apareció como introducción preliminar al Tratado filosófico de astronomía popular; y el segundo periodo viene marcado por un hecho personal que le trastocó hondamente: la muerte en 1846 de Clotilde de Vaux, a quien conoció en 1845 y de la que estaba profundamente enamorado. A partir de entonces el pensamiento de Comte se tiñe de un carácter romántico y místico que derivará hacia posturas cada vez más conservadoras, convirtiendo el positivismo en una religión de la que él se autoproclama Sumo Sacerdote.

SOBRE EL DISCURSO DEL ESPÍRITU POSITIVO (OBRA)

Superioridad mental del espíritu positivo

1. Sobre la evolución intelectual de la humanidad o ley de los tres estados:

En el presente texto de ordenación positivista del pensamiento de Comte, se distingue primeramente una distinción de tres estados teóricos por donde hace pasar necesariamente a todas nuestras especulaciones de manera sucesiva e inevitablemente, a saber:

Primeramente distingue “el estado teológico” que lo concibe como un estado meramente provisional y preparatorio, donde todas nuestras especulaciones se manifiestan espontáneamente y son radicalmente inaccesibles a toda investigación decisiva; es un estado o tiempo en el que la inteligencia humana está todavía por debajo de los más sencillos problemas científicos, se busca el origen de las cosas sea de orden primero o último en relación de los fenómenos que la impresionan. Se da la existencia de tres formas principales en la marcha natural de las cosas, las cuales le son propias a dicho estado:

• El fetichismo que es donde se atribuye a todos los cuerpos externos una vida esencialmente análoga a la nuestra pero de carácter energético o poderoso.

• El politeísmo donde destaca una libre preponderancia especulativa de la imaginación, siendo que hasta entonces destacaban el instinto y el sentimiento.

• El monoteísmo que aparece como la inevitable declinación de la filosofía inicial, donde la razón vendrá a restringir en mayor proporción el dominio anterior de la imaginación, dejando desarrollar el sentimiento universal.

En el segundo estado abstracto o metafísico se distingue la exigencia de un mayor conocimiento de la sociedad, trata de explicar la naturaleza íntima de los seres, el origen y el destino de todas las cosas, el modo esencial de producción de todos los fenómenos; domina el razonamiento y se prepara confusamente al ejercicio verdaderamente científico.

Por último, destaca el “estado positivo o real” que ha de conducir a nuestra inteligencia hacia su estado definitivo de positividad racional; la revolución fundamental que caracteriza la virilidad de nuestra inteligencia consiste esencialmente en sustituir en todo la inaccesible determinación de las causas propiamente dichas, por las simple averiguación de las leyes, de las relaciones constantes que existen entre los fenómenos observados.

Naturaleza relativa del espíritu positivo

Todas nuestras concepciones de acuerdo al conocimiento filosófico deben de ser consideradas como otros tantos fenómenos humanos, los cuales no son simplemente individuales, sino también y sobre todo “sociales” dado que resultan de una realidad en una evolución colectiva

Previsión racional: destino de las leyes positivas

El verdadero espíritu positivo está, en el fondo, tan lejos del empirismo como del misticismo, la verdadera ciencia, lejos de ser meras observaciones, tiende siempre a dispensar, en lo posible, de la exploración directa, sustituyendo ésta por esa revisión racional que constituye el carácter principal del espíritu positivo, el cual consiste sobre todo en “ver para prever”, es decir, estudiar lo que es para deducir lo que será, según el dogma general de la invariabilidad de las leyes naturales.

2. Destino del espíritu positivo

En este apartado se refleja primeramente el espíritu positivo en relación con los objetos exteriores de nuestras especulaciones y luego sobre el destino interior para la satisfacción de nuestras propias necesidades.

La armonía mental, individual y colectiva surge ante la necesidad del orden y progreso en correlación o extensión, la filosofía positiva implica necesariamente una aptitud muy superior a la que nunca pudo ofrecer la filosofía teológica metafísica; la unidad intelectual se encontraba constituida en ella de una manera ciertamente mucho menos completa y menos estable que lo estará dentro de poco tiempo, por tanto el positivismo se vuelve una exigencia.

Las seis categoría fundamentales entre los fenómenos naturales no solo no podrían ser reducidas todas a una sola ley universal, la cual nos está vedada dando esperanzas demasiado empíricas, que nunca podrían realizarse en cuanto a los fenómenos más complicados. Hay que reconocer que esta imposibilidad directa de incluirlo todo en una sola ley positiva es una grave imperfección, consecuencia de la condición humana que resulta evidentemente en “aplicar una inteligencia muy débil a un universo demasiado complicado”

Por su parte existe una armonía entre ciencia y arte, entre teoría positiva y práctica, ésta se explica desde que el espíritu positivo tiene una influencia plena en la vida activa; luego, las leyes han de representar los fenómenos con cierta aproximación y se opone radicalmente a toda optimismo providencial dado que la sociabilidad moderna, al hacer prevalecer cada vez más la vida industrial donde prevalece nuestra inteligencia como régimen positivo como una tendencia cotidiana al mejoramiento

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