Concepto De Ilustracion
Enviado por carlaa12 • 24 de Agosto de 2014 • 15.832 Palabras (64 Páginas) • 481 Visitas
CONCEPTO * DE ILUSTRACION
La Ilustración, en el más amplio sentido de pensamiento en continuo
progreso, ha perseguido desde siempre el objetivo de liberar a los
hombres del miedo y constituirlos en señores. Pero la tierra enteramente
ilustrada resplandece bajo el signo de una triunfal calamidad. El
programa de la Ilustración era el desencantamiento del mundo. Pretendía
disolver los mitos y derrocar la imaginación mediante la ciencia.
Bacon, «el padre de la filosofía experimental» recoge ya los diversos
motivos. Él desprecia a los partidarios de la tradición, que «primero
creen que otros saben lo que ellos no saben; y después, que ellos mismos
saben lo que no saben. Sin embargo, la credulidad, la aversión
frente a la duda, la precipitación en las respuestas, la pedantería cultural,
el temor a contradecir, la falta de objetividad, la indolencia en
las propias investigaciones, el fetichismo verbal, el quedarse en conocimientos
parciales: todas estas actitudes y otras semejantes han impedido
el feliz matrimonio del entendimiento humano con la naturaleza
de las cosas y, en su lugar, lo han ligado a conceptos vanos y
experimentos sin plan. Es fácil imaginar los frutos y la descendencia de
una relación tan gloriosa. La imprenta, una invención tosca; el cañón,
una que estaba ya en el aire; la brújula, en cierto modo ya conocida
antes: ¡qué cambios no han originado estos tres inventos, uno en el
ámbito de la ciencia, otro en el de la guerra, y el tercero en el de la
economía, el comercio y la navegación! Y nos hemos tropezado y
encontrado con ellos, repito, sólo de casualidad. Por tanto, la supe-
* «concepto»/1944: «Dialéctica».
1. Voltaire, Lettres philosophiques, XII, en Oeuvres completes, Garnier, París, 1879, vol.
XXII, 118 (trad. cast. Cartas filosóficas, Alianza, Madrid, 1988, 87).
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rioridad del hombre reside en el saber: de ello no cabe la menor duda.
En él se conservan muchas cosas que los reyes con todos sus tesoros
no pueden comprar, sobre las cuales no rige su autoridad, de las cuales
sus espías y delatores no recaban ninguna noticia y hacia cuyas tierras
de origen sus navegantes y descubridores no pueden enderezar el
curso. Hoy dominamos la naturaleza en nuestra mera opinión, mientras
estamos sometidos a su necesidad; pero si nos dejásemos guiar por
ella en la invención, entonces podríamos ser sus amos en la práctica»2.
Aunque ajeno a la matemática, Bacon ha captado bien el modo de
pensar de la ciencia que vino tras él. La unión feliz que tiene en
mente entre el entendimiento humano y la naturaleza de las cosas es
patriarcal: el intelecto que vence a la superstición debe dominar sobre
la naturaleza desencantada. El saber, que es poder, no conoce límites,
ni en la esclavización * de las criaturas ni en la condescendencia para
con los señores del mundo. Del mismo modo que se halla a disposición
de los objetivos de la economía burguesa, en la fábrica y en el
campo de batalla, así está también a disposición de los emprendedores,
sin distinción de origen. Los reyes no disponen de la técnica más
directamente que los comerciantes: ella es tan democrática como el
sistema económico * * con el que se desarrolla. La técnica es la esencia
de tal saber. Éste no aspira a conceptos e imágenes, tampoco a la felicidad
del conocimiento, sino al método, a la explotación del trabajo
de los otros ***, al capital. Las múltiples cosas que según Bacon todavía
reserva son, a su vez, sólo instrumentos: la radio, como imprenta
sublimada; el avión de caza, como artillería más eficaz; el telemando,
como la brújula más segura. Lo que los hombres quieren
aprender de la naturaleza es servirse de ella para dominarla por completo,
a ella y a los hombres. Ninguna otra cosa cuenta. Sin consideración
para consigo misma, la Ilustración ha consumido hasta el último
resto de su propia autoconciencia. Sólo el pensamiento que se
hace violencia a sí mismo es lo suficientemente duro para quebrar los
mitos. Frente al triunfo actual del sentido de los hechos, incluso el
credo nominalista de Bacon resultaría sospechoso de metafísica y caería
bajo el veredicto de vanidad que él mismo dictó sobre la escolástica.
Poder y conocimiento son sinónimos3. La estéril felicidad del co-
2. F. Bacon, In Praise of Knowledge. Miscellaneous Tracts Upon Human Philosophy, en The
Works of Fancis Bacon, Ed. Basil Montagu, London, 1825, vol. I, 254 s.
* «esclavización»/1944: «explotación».
** «sistema económico»/1944: «el capitalismo».
*** «explotación... otros»/1944: «disposición sobre el trabajo ajeno».
3. Cf. F. Bacon, Novum Organum, en o. c.. vol. XTV, 31 (trad. cast., Novum Organunt. Aforismos
sobre la interpretación de la naturaleza y el reino del hombre, Orbis, Barcelona, 1985, 27).
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nocimiento es lasciva para Bacon tanto como para Lutero. Lo que importa
no es aquella satisfacción que los hombres llaman verdad, sino
la operación, el procedimiento eficaz. «El verdadero fin y la función
de la ciencia» residen no «en discursos plausibles, divertidos, memorables o llenos de efecto, el obrar y trabajar, y en el descubrimiento de datos hasta ahora
desconocidos para un mejor equipamiento y ayuda en la vida»4. No
debe existir ningún misterio, pero tampoco el deseo de su revelación.
EI desencantamiento del mundo es la liquidación del animismo. Jenofanes
ridiculiza la multiplicidad de los dioses porque se asemejan a
los hombres, sus creadores, con todos sus accidentes y defectos, y la
lógica más reciente denuncia las palabras acuñadas del lenguaje como
falsas monedas que deberían ser sustituidas por fichas neutrales. El
inundo se convierte en caos y la síntesis en salvación. Ninguna diferencia
debe haber entre el animal totémico, los sueños del visionario *
y la idea absoluta. En el camino hacia la ciencia moderna los hombres
renuncian al sentido. Sustituyen el concepto por la fórmula, la causa
por la regla y la probabilidad. La causa ha sido sólo el último concepto
filosófico con el que se ha medido la crítica científica, en cierto
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