Condiciones Afectiva Del Ser Humano
Enviado por braxis • 12 de Noviembre de 2013 • 3.617 Palabras (15 Páginas) • 812 Visitas
Condición afectiva
Del ser humano
Sexo, amor y filosofía
Buscamos evitar la libertad al fusionarnos con otros, volviéndonos parte de un sistema autoritario como la sociedad de la Edad Media. Hay dos formas de acercarse a esta postura: una es someterse al poder de los otros, volviéndose pasivo y complaciente. La otra es convertirse uno mismo en un autoritario. De cualquiera de las dos formas, escapamos a una identidad separada. Erich Fromm
Erich Fromm (1900–1980). Opina que el hombre nace cuando es arrancado de la unión originaria con la naturaleza, característica de la existencia animal. Erich Fromm dice que el hombre es una realidad emergente: “Cuando, en el proceso de la evolución la acción dejó de ser esencialmente determinada por el instinto; cuando la adaptación a la naturaleza perdió su carácter coercitivo; cuando la acción dejó de estar esencialmente determinada por mecanismos transmitidos hereditariamente; cuando el animal trasciende a la naturaleza, cuando trasciende el papel puramente pasivo de la criatura, cuando se convierte, biológicamente hablando, en el animal más desvalido, nace el hombre”.
Sin embargo cuando se produce este acontecimiento el hombre permanece fundamentalmente solo. Para solucionar el problema este aislamiento el hombre busca estos caminos:
1. Se somete a una autoridad –persona, gobierno, institución o una divinidad.
2. O en forma opuesta trata de dominar a los demás.
Pero tanto el masoquismo o intento de sumisión, como el sadismo o intento de dominio con formas patológicas de relación humana. El fracaso de estas formas de relacionarse con los demás nos indica que la forma de relación sana es la relación productiva, el amor.
El amor permite al hombre que conserve su libertad y su integridad, aunque al
mismo tiempo se halle unido a sus semejantes; este apartamiento es doloroso por ello se suelen constatar intentos de negarlo a través de un apego incestuoso al propio suelo, al propio grupo o a la autoridad constituida, que actúa como guía y protege al hombre de los riesgos de la libertad y del peso de la responsabilidad, dice Fromm en El miedo a la libertad, obra citada con anterioridad, el hombre que se separa del mundo físico y social, el hombre que se vuelve libre y responsable de sus propios actos, de su propia elección y de sus propios pensamientos, no siempre logra aceptar la carga de la libertad, cediendo entonces al conformismo gregario: obedece ciegamente las normas establecidas y se suma a un grupo (considerando enemigos a los demás y a los demás grupos). De esta manera el hombre que va a la búsqueda de su propia identidad sólo encuentra sucedáneos, se pierde y pierde la salud mental.
En efecto, la salud mental se caracteriza por la capacidad de amar y crear, por la liberación de los vínculos incestuosos del clan y con la propia tierra, por un sentido de identidad basado en la experiencia que el individuo tiene de sí mismo en cuanto sujeto y agente de sus potencias, por la capacidad de asir la realidad tanto dentro como fuera de nosotros mismos, es decir, por el desarrollo de la objetividad y de la razón.
La senda histórica seguida por el hombre, desde el paraíso, demuestra que el ser humano continúa evolucionando mediante actos de desobediencia, incluso el desarrollo intelectual ha dependido de la capacidad de desobedecer. Un persona se vuelve libre y crece mediante actos desobediencia. En consecuencia la capacidad de desobedecer es la condición de la libertad, la libertad representa la capacidad de desobedecer.
Erich Fromm concluye su obra El arte de amar diciendo: “Si el hombre quiere ser capaz de amar, debe colocarse en su lugar supremo… La sociedad debe organizarse en tal forma que la naturaleza social y amorosa del hombre no esté separada de su existencia social, sino que se una a ella. Si es verdad, como he tratado demostrar, que el amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana, entonces toda sociedad que excluya, relativamente el desarrollo del amor, a la larga perece a causa de su propia contradicción con las necesidades básicas de la naturaleza del hombre.
Hablar del amor no es “predicar”…significa hablar de la necesidad fundamental
y real de todo ser humano… Analizar la naturaleza del amor es descubrir su ausencia. Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no sólo excepcional e individual, es tener una fe racional basada en la comprensión de la naturaleza misma del hombre”.
Respecto al sexo siguiendo el pensamiento de Fromm, podemos decir que la tesis de que entre los dos sexos hay diferencias que dan lugar a diferencias básicas en el carácter y en el destino individuales es antigua como la humanidad. Pero el problema ha adquirido importancia en los últimos siglos y en esta controversia, hay implícito un problema filosófico que podemos resumir de la amanera siguiente:
La filosofía antigualitarista afirma que para pedir igualdad hay que demostrar que no existen entre los sexos más diferencias caracterológicas que las provocadas por las condiciones sociales existentes. Este grupo habla de diferencias. Los reaccionarios hablan de deficiencias, lo que complica la discusión.
De esta manera aducen la limitada inteligencia y la falta de capacidad de organizarse y de abstracción o juicio crítico de las mujeres para oponerse a su plena igualdad con los hombres. Dice Fromm: “Una escuela de pensamiento dice que las mujeres poseen intuición, capacidad de amar, etc., pero que estas cualidades no las hacen aptas para tareas de la sociedad moderna… El psicólogo o el antropólogo se vieron, así, en la necesidad de demostrar que entre los grupos sexuales o raciales no hay diferencias o vicios especiales que tengan nada que ver con su aptitud para la plena igualdad”.
Fromm en su obra, en términos concretos, dice que “el carácter típico de los hombres y de las mujeres en la cultura occidental viene determinado por sus funciones sociales respectivas, pero existe un aspecto del carácter que depende de las diferencias sexuales”.
En síntesis Fromm lo explica diciendo que “la aptitud de la mujer para satisfacer sexualmente al hombre depende de su voluntad”, esto es, puede decidir conscientemente en todo momento. “En cambio, la aptitud del hombre no es, de modo alguno, una simple función de su voluntad”. Pues se puede dar, contra su voluntad un fuerte deseo sexual y a pesar de este deseo ser impotente, lo que además no puede ocultar. En cambio el fracaso
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