Confesiones Libro X
Enviado por Chimue • 13 de Mayo de 2014 • 1.328 Palabras (6 Páginas) • 266 Visitas
Alma
San Agustín cuando habla del alma humana se refiere a la parte racional, aquella que no tiene en común con los animales, aunque con frecuencia utilice el término mente para señalar lo más elevado y propio del alma: su capacidad de pensar y querer. El alma es incorpórea, inmortal, creada por Dios, libre y capaz de aspirar a la Sabiduría o felicidad. Uno de los temas que más le preocupó junto al de Dios como reconoció en sus Soliloquios.
Cuerpo
Agustín estaba convencido de que el cuerpo es parte integral del hombre, aunque afirmaba que el alma era mejor que el cuerpo. Éste es bueno porque Dios lo ha creado. El alma sensible del cuerpo es parte integral del alma humana. No se puede identificar al hombre sólo con su alma racional. El cuerpo es una realidad extensa y como tal, tiene medida, número y peso. Lo que puede explicar la unidad en san Agustín de cuerpo y alma para formar al ser humano, es su convicción de la resurrección del cuerpo y la capacidad de Dios de transformarlo. El mal (o pecado) no sólo daña al cuerpo sino también al alma, de ahí la necesidad de renovación de ambos elementos. Cuando habla de la necesidad de dar sepultura al cuerpo, nos da una muestra de su amor por él y de su creencia en que ocupará un lugar importante cuando resucite. Su belleza se verá entonces en relación con la de Dios.
Dios
Es el Ser Supremo y Creador de todo lo que existe. Es la Verdad y la fuente de todo lo verdadero. Bienaventuranza y por lo tanto origen de la felicidad. Es inmaterial, a diferencia de la concepción que tenían de Él los maniqueos. Eterno y Perfecto. Se distingue de todo lo creado, rechazando san Agustín en este punto toda forma de panteísmo o de identificación del mundo con Dios.
Dios es simplicidad pero a la vez trinidad de personas: Padre, Hijo y Espíritu santo. La doctrina sobre Dios culmina en su obra "De Trinitate". Dios y el alma se relacionan, el alma como realidad mudable que es, Dios como lo Inmutable, que reside en lo interior del alma pero por encima de ella. De ahí el "trasciéndete a ti misma" que recomienda san Agustín para descubrir a Dios en su interior.
En esta vida sólo podemos ver a Dios "en espejo y en enigma". El espejo es la imagen que de Él encontramos en nuestra alma y el enigma es una alegoría que indica la dificultad de ver algo de Dios en la imagen. Sólo lo podremos ver tal como es "cara a cara" en la otra vida bienaventurada y eterna. Dios es la Sabiduría a la que todo ser humano aspira.
El hombre interior
Cuando san Agustín habla del hombre interior se refiere a todo lo que nos pertenece propiamente, como seres humanos y no se encuentra en los animales. Somos capaces de juzgar nuestras sensaciones, compararlas entre ellas, medir los cuerpos y las figuras sometiéndolos a proporciones y números. En cada una de estas operaciones intervienen estas razones (verdades) eternas y divinas que no son perceptibles más que al pensamiento, a la mente. El hombre interior es esencialmente su pensamiento: la mente es el hombre interior mismo.
El hombre exterior
Cuando san Agustín habla del hombre exterior, se refiere a todo lo que nos es común con los animales: cuerpo material, vida vegetativa, conocimientos sensibles, imágenes y recuerdos de estas sensaciones. Sin embargo nos diferenciamos del animal en que nuestro cuerpo es recto y no curvado hacia la tierra.
Hombre
Cuando san Agustín se pregunta a sí mismo: "¿Tú quién eres", responde: "Un hombre. He aquí, pues, que tengo en mío presto un cuerpo y un alma, la una interior; el otro exterior... mejor sin duda es el elemento interior, porque a él es a quien comunican sus noticias todos los mensajeros corporales, como a presidente y juez, de las respuestas del cielo, de la tierra y de todas las cosas que en ellos se encierran... El hombre interior es quien conoce todas estas cosas por ministerio del exterior,
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