Cuento

El arte no es sólo un lujo, es una forma de vida. La importancia de la incorporación del arte en nuestras vidas no se limita a ser una actividad, afición o gusto para los tiempos libres. En realidad es mucho más que eso. El arte es la expresión más elevada de nuestro ser en la vida material.

En cada esencia humana existe un escenario en donde todos somos artistas. No importa la forma de expresión que ocupe, el arte es un componente fundamental del ser humano. Puede materializarse como una obra o como una forma de vivir y hacer las cosas. Hay personas cuyas sonrisas pueden ser tan hermosas que, sabiéndolo o no, están proyectando una forma artística.

Pero si lo hacemos consciente, el arte es el abordaje de una puerta elevada de la conciencia donde podemos traducir las más altas notas del espíritu para convertirlas en un recurso que es posible compartir con los demás.

Estar abiertos a las expresiones artísticas es abrir paso a un alimento que nos dará algo más que un rato agradable. Es el combustible para que el alma encuentre regocijo y expanda su experiencia de formas armónicas y muy sagradas.

Cuando lo que hacemos está impregnado de amor, entonces lo convertimos en un arte. Tengamos la profesión o la ocupación que desempeñemos, cuando proviene de ese rincón donde somos creadores materializando sueños, ideas, imaginación con secuencias armoniosas, entonces solidificamos la luz, y lo que hacemos se convierte también en combustible para los demás.

El arte, más que comprenderse con la lógica, se vive y reverbera en otras partes del ser. Sin desarrollar la fase de arte en nuestras vidas, nos hace falta un sentido fundamental. El arte es la interfase donde pasamos de ser transeúntes del mundo a ser sus co-creadores, y podemos convertir todo lo que hagamos en un legado para alguien, es decir, es la plataforma para nuestra trascendencia.

No importa si es conocido públicamente o no, lo importante es el impacto que genera en alguien cuya vida y esencia se enriquecieron con nuestra creación. El arte es también un pulidor, perfeccionador y purificador de la conciencia, pues al ser una forma de amor, su eco llega a aquellos lugares de la mente inconsciente y del alma que no podemos ver con claridad o no alcanzaríamos de otra manera.

Es de suma importancia que incorporemos actividades artísticas a la vida, recibiendo y generando, para que la experiencia en la Tierra, lejos de padecerse, se disfrute con todo el poder de los sentidos aspirando a la más grande expansión del ser.

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