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CÓMO SE FILOSOFA A MARTILLAZOS - F. Nietzsche


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2013  •  26.948 Palabras (108 Páginas)  •  283 Visitas

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Friedrich Nietzsche

Cómo se filosofa a martillazos

PREFACIO

CONSERVAR en los problemas sombríos y de abru¬madora responsabilidad la alegría serena, es cosa harto difícil, y, sin embargo, ¿hay algo más necesario que la alegría serena? Nada sale bien si no participa en ello la alegre travesura. Soló el exceso de fuerza es la prueba de fuerza. Una transmutación de todos los valores, interrogante negro y tremendo que pro¬yecta sombras sobre quien lo plantea, obliga a cada instante a buscar el söl y sacudir una seriedad pesa¬da, una seriedad que se ha vuelto demasiado pesada. Para este fin, bienvenidos sean todos los medios; cada caso es un caso de buena suerte. Sobre todo, la gue¬rra. La guerra siempre ha sido la grande cordura de todos los espíritus que se han vuelto demasiado ínti¬mos y profundos; hasta en la herida hay virtud cura¬tiva. Desde hace tiempo la siguiente máxima, cuyo ori¬gen escamoteo a la curiosidad erudita, ha sido mi di¬visa:

increscunt animi, virescit volnere virtus.

Otro solaz, que bajo ciertas circunstancias me es aún más grato, consiste en tantear ídolos... Existen en el mundo más ídolos que realidades; tal es mi “mal de ojo” respecto a este mundo, como también mi “mal de oído”... Interrogar con el martillo y oír acaso coma respuesta ese famoso sanida hueco que dice de intestinos aquejados de flatosidad, ¡qué de¬leite supone para uno que tiene oídos aún detrás de los oídos!; para mí, avezado sicólogo y seductor ante el que precisamente lo que quisiera permanecer calla-dito tiene que hacerse oír...

También este escrito-como lo revela el título-es ante todo solaz, rincón soleado, escapada a la socie-dad, de un sicólogo. ¿Acaso también una nueva gue¬rra? ¿Se tantean nuevos ídolos?... Este pequeño es-crito es una gran declaración de guerra; y en cuanto al tanteo de ídolos, esta vez no son ídolos de la época, sino ídolos eternos los que aquí se tocan con el mar¬tillo como con el diapasón; no existen ídolos más an¬tiguos, más convencidos, más inflados... ni más hue¬cos... Lo cual no impide que sean los más creídos. Por otra parte, sobre lodo en el caso más distinguido, no se los designa en absoluto con el nombre de ídolo...

Turín, 30 de septiembre de 1888,

día en que quedó concluido el libro

primero de la Transmutación de todos los valores.

FRIEDRICH NIETZSCHE

SENTENCIAS

1

La ociosidad es la madre de toda sicología. ¿Cómo?; ¿será la sicología un vicio?

2

Ni el más valiente de nosotros tiene rara vez la valentía de admitir lo que en definitiva sabe...

3

Dice Aristóteles que para vivir en soledad hay que ser animal o dios. Falta aclarar que hay que ser lo uno y lo otro: filósofo.

4

“Toda verdad es siemple :” ¿No será esto una do¬ble mentira?

5

Son muchas las cosas que no quiero saber. La sabi¬duría fija límites también al conocimiento.

6

En su naturaleza salvaje es donde uno se repone más eficazmente de su antinaturalidad, su espiritua-lidad...

7

¿Es posible que el hombre sea tan sólo un yerro de Dios? ¿O Dios tan sólo un yerro del hombre?

8

De la escuela de guerra de la vida. Lo que no me aniquila me vuelve más fuerte.

9

Ayúdate a ti mismo, y te ayudará todo el mundo. Principio del amor al prójimo.

10

¡No se debe ser cobarde ante los propios actos!; ¡no se los debe desestimar a posteriori! El remordi-miento es indecente.

11

¿Puede darse un burro trágico? ¿Puede admitirse el caso de alguien que sucumbe bajo una carga que no puede llevar ni arrojar?... He aquí el caso del fi¬lósofo.

12

Quien tiene su ¿por qué? de la vida se las arregla poco más o menos con cualquier ¿cómo? El hombre no aspira a la felicidad; a no ser los ingleses.

13

El hombre ha creado a la mujer. ¿Con qué? ¡Con una costilla de su Dios; de su “ideal”!

14

¿Qué estás buscando? ¿Quisieras decuplicarte, cen¬tuplicarte? ¿Andas buscando adeptos? ¡Pues busca ceros!

15

-Los hombres póstumos-como yo-, son entendi¬dos peor que los actuales, pero atendidos mejor. Más estrictamente: no se nos entiende jamás; de ahí nues¬tra autoridad...

16

Entre mujeres.- “¿La verdad? ¡Oh, usted no la co¬noce! ¿No es un atentado contra todos nuestros pu-dores?”

17

He aquí un artista como me gustan los artistas, de necesidades modestas; en el fondo, sólo quiere dos cosas: su sustento y su arte, panem et circenses...

18

Quien no sabe introducir su voluntad en las cosas introduce en ellas, al menos, un sentido: creyendo que hay en ellas una voluntad (principio de la “fe”).

19

¿Cómo es posible que habiendo optado por la vir¬tud y el sentimiento sublime envidiéis las ventajas de los inescrupulosos? Quien opta por la virtud renuncia a las “ventajas”... (Tomen buena nota de ello los an-tisemitas.)

20

La mujer cabal hace literatura como quien comete un desliz: a título de ensayo, de paso, mirando en torno por si la ve alguien y para que alguien la vea...

21

Hay que ir a la busca de situaciones donde no sea permitido tener virtudes ficticias, en las que uno, como el bailarín en la cuerda, se precipite o se sos¬tenga; o se salve...

22

“Los hombres malos no tienen canciones”.-¿Cómo es que los rusos tienen canciones?

23

“Espíritu alemán”: desde hace dieciocho años una contradictio in adjecto.

24

Buscando los principios, uno se convierte en un can¬grejo. El historiador, de tanto mirar hacia atrás, ter-mina por creer también hacia atrás.

25

El contento protege hasta contra el catarro. ¿Se ha acatarrado jamás mujer que se considerase bien ves-tida? Ni aun suponiendo que fuera precariamente vestida.

26

Desconfío de todos los sistemáticos, e incluso los evito. La voluntad de sistema es una falta de pro¬bidad.

27

¿Por qué pasa la mujer por profunda? Porque en ella nunca se llega a tocar fondo. La mujer no es ni siquiera de poco fondo.

28

La mujer que posee virtudes viriles es para escapar¬se; la que no las posee, se escapa ella misma.

29

“¡Hay que ver las cosas que antes tenía que morder la conciencia! ¡ Qué buena dentadura tenía! ¿Y hoy día?; ¿qué es lo que falta ahora?” (Pregunta de un dentista.)

30

Rara vez se incurre en una sola precipitación. Quien se precipita siempre se precipita demasiado. De ahí que en general se incurra en una segunda; y entonces, se precipita demasiado poco...

31

El

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