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Dadaismo Y Nihilismo


Enviado por   •  15 de Agosto de 2011  •  2.990 Palabras (12 Páginas)  •  3.263 Visitas

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La filosofía es la cuestión: de qué lado empezar a mirar la vida,

dios, la idea, o cualquier otra cosa. Todo lo que uno mira es falso.

El resultado relativo no me parece más importante que escoger entre

pastel y cerezas para el postre. La manera de mirar rápidamente

el otro lado de una cosa, a fin de imponer su opinión indirectamente,

se llama dialéctica, es decir, regatear el espíritu de las patatas

fritas bailando la danza del método en derredor.

Tristán Tzara. Siete manifiestos Dadá

Siempre se ha tratado al movimiento artístico de vanguardia Dadá, se lo ha tratado como un movimiento nihilista. Cada vez que nos sumergimos en los libros de historia del arte encontramos que casi todos los autores reinciden en esta concepción. Ante este descubrimiento nos surgieron algunos interrogantes ¿Si los dadaístas eran nihilistas por qué estaban creando? ¿Por qué estaban enfrentándose a la clase dominante? ¿Por qué aborrecían la guerra? ¿Acaso un movimiento de vanguardia puede ser nihilista? A la vez que surgieron muchos interrogantes más, entendimos que en un primer paso (luego seguramente surgirán algunos más) era imprescindible develar los conceptos principales de Dadá y por supuesto de nihilismo y, tratar de alguna manera, trazar un correlato para entender qué se quiere decir cada vez que se afirma que Dadá era un movimiento nihilista y si realmente lo era.

Dadaísmo y sus características.

Una de las características principales del movimiento Dadá es la circunstancia histórica de su aparición: nació durante la Primera Guerra Mundial y tenderá, a su vez, a ser mundial, y de hecho irrumpirá en la escena intelectual de varios países casi de una manera simultánea. Es interesante desde luego observar que el dadaísmo se manifestara con su máxima violencia en las naciones que fueron más directamente antagonista en aquel conflicto: Alemania y Francia. Vencedores y vencidos rechazan con igual horror una civilización que hizo posible la matanza, las iglesias que asumieron su abyección y las elites que la glorificaron. El derrumbamiento de los valores occidentales, organizantes entre las montañas de muertos, produce una desmoralización a la misma escala, y derrotismo se convertirá en el motor esencial de la rebelión Dadá.

Otra de las características de este movimiento consiste en su prodigiosa vehemencia, en un verdadero delirio de lo absurdo que se apodera de sus protagonistas y loa lanza a una especie de rabia blasfema e iconoclasta que parece hasta entonces nunca vista. En efecto, hasta entonces, los movimientos de vanguardia, cualquiera que fuese la violencia de su oposición a los sistemas establecidos, se mantenían en una línea de pensamiento accesible a los ataques de sus adversarios; en cambio, el dadaísmo se lanzó contra los mismos fundamentos del pensamiento, poniendo en duda el lenguaje, la coherencia, el principio de identidad y los vehículos de la expresión artística tal como venían siendo concebidos antes de su irrupción en la escena pública. La dislocación de la sintaxis, la sustitución de las palabras por gritos, sonidos, exclamaciones y aullidos, la preferencia concedida en arte a los objetos encontrados casualmente, a los desechos con los que se reemplazaban los materiales nobles; el insulto permanente al talento y al genio con la intensión escondida de una supresión de las jerarquías; la falta de sentido elevadas al nivel de dogma: tales fueron los instrumentos de aquel furor negado que, arrastrado por su propio impulso, no tardaría en negarse a sí mismo.

El grupo de Zurich

Suiza, a partir del estallido de la guerra en 1914, se convierte en un centro de refugiados pacifistas de toda Europa. Allí se encontraron todos los disidentes de otras escuelas previas, tales como el expresionismo alemán, el futurismo italiano o el cubismo francés. En 1916, en Zurich, un grupo de artistas instalaron en una cervecería un pequeño cabaret, al que bautizaron como "Cabaret Voltaire". Allí se reunieron el filósofo Hugo Ball, el poeta Tristán Tzara, el pintor Marcel Janco, ambos refugiados rumanos, y el pintor alsaciano Jeans (Hans) Arp. A partir de ese encuentro comenzaron una serie de actividades en el cabaret así como editaron la revista que llevaría el nombre de "Dadá".

Tristán Tzara pronto se convirtió en el promotor y principal exponente del movimiento Dadá. Entre él y Hugo Ball dieron sustancia a la teoría dadaísta.

El origen del término Dadá es confuso y controvertido. De acuerdo con la versión de Tzara y Ball, la palabra surge de la casualidad: abriendo las páginas de un diccionario con la ayuda de un cuchillo, el primer término señalado fue ese: dada. De acuerdo con otras versiones, fueron los camareros del Café Terrasse, lugar donde se solían encontrar estos artistas centroeuropeos, quienes identificaron primeramente al grupo como Dada: para esos camareros, las lenguas habladas por aquellos emigrados eran incomprensibles, salvo la sílaba "da-da" ("sí, sí", en ruso y otras lenguas).

En pocos meses los espectáculos del café Voltaire fueron famosos en la ciudad Suiza. El espectáculo dadaísta había nacido, cargado de provocación, tendencia agresiva, propuestas ilógicas y absurdas.

En 1917 Francis Picabia, un pintor francés, refugiado también en Suiza entra en contacto con Tzara. Ambos darán sentido al Manifiesto Dada de 1918, posiblemente el documento más importante del movimiento dadaísta de Zurich. Tras el fin de la guerra, el dadaísmo cautiva a los artistas vanguardistas de París, produciéndose un resurgimiento del mismo. Desde Zurich se expandió hacia Alemania y hacia Francia. En París es ya el movimiento de moda en 1923.

El dadaísmo deja en herencia al arte del siglo XX valores trascendentes, como es la importancia de la imaginación, el azar y el automatismo que recoge el surrealismo y, más adelante, el expresionismo abstracto; así como la desaparición de la validez única de los géneros artísticos convencionales para primar la idea de proceso artístico frente a la de producto u obra de arte, anticipo de los happening. En la creación artística es tan importante el artista creador como el espectador que es quien completa la obra. Deviene de ahí la justificación del objeto encontrado, y la obligación del destinatario de cuestionarse las realidades artísticas ya aceptadas.

Con el fin de expresar el rechazo de todos los valores sociales y estéticos

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