Deontología y Ética profesional
Enviado por maryhect • 1 de Noviembre de 2013 • Tesis • 14.011 Palabras (57 Páginas) • 555 Visitas
Deontología y Ética profesional[editar]
Estos dos términos suelen usarse como sinónimos, pero no lo son. Es importante destacar las principales diferencias entre ellos:
Deontología Profesional Ética profesional
Orientada al deber Orientada al bien, a lo bueno
Recogida en normas y códigos "deontológicos"
No se encuentra recogida en normas ni en códigos deontológicos, está relacionada con lo que piensa el propio individuo (conciencia individual/profesional)
Esas normas y códigos son mínimos y aprobados por los profesionales de un determinado colectivo profesional (periodistas, médicos, abogados,...) No es exigible a los profesionales de un determinado colectivo (periodistas, médicos, abogados,...)
Se ubica entre la moral y el derecho Parte de la ética aplicada
Una de las diferencias cuando hablamos de "ética" y "deontología" es que la primera hace directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta una función de modelo de actuación en el área de una colectividad. Por ello, con la concreción y diseño de códigos deontológicos, además de autorregular esta profesión, se invita al seguimiento de un camino muy concreto y a la formación ética de los comunicadores.
De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética individual. Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal que es la que rige el comportamiento que tenemos en relación a otros individuos. Aquí se puede situar la ética profesional ya que rige el comportamiento del profesional en su actividad laboral. Los principios que rigen la profesión se obtienen a través de métodos similares a los de la ética general: dialógico, inductivo y deductivo. Para conocer el fundamento ético y moral de un código ético, se requiere el estudio de la actividad profesional en sí misma y no es suficiente la labor de un filósofo que desconozca la profesión.
La ética de las profesiones se mueve en el nivel intermedio de las éticas específicas o “aplicadas”. El profesional se juega en el ejercicio de su profesión no sólo ser un buen o mal profesional sino también su ser ético. No acaba de ser considerada una persona éticamente aceptable quien en todos los ámbitos actuase bien y cumpliese con sus deberes menos en el ejercicio de sus responsabilidades profesionales. La ética general de las profesiones se plantea en términos de principios: el principio de beneficencia, el principio de autonomía, el principio de justicia y el principio de no maleficencia El deontologismo plantea los temas éticos en términos de normas y deberes.
Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que éstas. Los principios ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar. Las normas aplican los principios a situaciones más o menos concretas, más o menos genéricas. Las normas suelen hacer referencia a algún tipo de circunstancia, aunque sea en términos genéricos. Pero también los principios se hacen inteligibles cuando adquieren concreción normativa y hacen referencia a las situaciones en las que se invocan y se aplican. En términos generales un principio enuncia un valor o meta valiosa. Las normas, en cambio, intentando realizar el principio bajo el que se subsumen, dicen cómo debe aplicarse un principio en determinadas situaciones.
Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de aplicación de los principios sea más amplio y general que las normas específicas que caen bajo dicho principio.
Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio para juzgar las actuaciones profesionales será si se logra y cómo se logra realizar esos bienes y proporcionar esos servicios (principio de beneficencia). Como toda actuación profesional tiene como destinatario a otras personas, tratar a las personas como tales personas, respetando su dignidad, autonomía y derechos sería el segundo criterio (principio de autonomía). Las actuaciones profesionales se llevan a cabo en un ámbito social con demandas múltiples que hay que jerarquizar y recursos más o menos limitados que hay que administrar con criterios de justicia (principio de justicia). Y, en todo caso, habrá que evitar causar daño, no perjudicar a nadie que pueda quedar implicado o afectado por una actuación profesional (principio de no maleficencia).
DEONTOLOGÍA DEL DOCENTE
RAÚL CASTILLO
ENSAYO
El objeto de estudio de la Deontología son los fundamentos del deber y las normas morales. Dicho propiamente la deontología profesional docente se refiere al conjunto de deberes reconocidos dentro de la profesión de los maestros, es decir; las normas a seguir para que l profesión esté enmarcada en una labor de humanidad y no de obligación curricular. Estas normas determinan los deberes mínimamente exigibles a los profesores en el desempeño de su actividad. Siendo estas exigencias de orden moral puesto que regulan el comportamiento interno del docente y apelan a la conciencia y buena voluntad de este. Esto sugiere una de las intenciones de la redacción de los códigos deontológicos: explicitar la dimensión estrictamente moral de la profesión docente, aquellos comportamientos exigibles a los profesores, aunque no estén delimitados jurídicamente.
Dicho en otras palabras menos técnicas, el profesor debe pensar en su alumno y no en su currículo, debe tener claro, cómo el estudiante puede aprender y aprehender el conocimiento y dedicar el tiempo necesario a tratar de enseñarlo, guiarlo, orientarlo, sin pensar que debe memorizarse todo lo que le dice y luego recitarlo como loro. Para el docente debe se muy importante usar mecanismos humanistas para enseñar que usar métodos represivos para evaluar. Muchas veces, los docentes, sobre todo los nuevos, creen que si se hacen ver como ogros, van a alcanzar mejores respuestas de sus estudiantes y estos los vana a respetar más, pero se equivocan pues imponer amenazas solo consigue infundir miedo y no respeto.
Un elemento primordial a la hora de enseñar y que el docente debe tenerla presente, es que con su accionar debe despertar en los estudiantes la curiosidad de la investigación, para que el conocimiento se construya desde su preocupación, desde su iniciativa y no desde la imposición del maestro.
Tratar de imponer a los estudiantes, mediante técnicas represivas o impositivas, irrumpe bruscamente en la intención de pensar de los jóvenes, por tanto se dedican a practicar técnicas memorísticas que en nada contribuyen a su verdadera formación y el docente no logra
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