EL SENTIDO DE VIVIR

EL SENTIDO DE VIVIR

La vida puede verse desde muchas perspectivas: como un regalo divino u obsequio de Dios, como un fenómeno biológico que responde a determinadas

circunstancias y combinaciones, como una etapa o fase de un viaje por el cosmos (por ejemplo si se le vincula a la reencarnación), siendo algunas más científicas, mientras que otras se basan en las creencias de las personas. Para efectos del presente módulo resaltamos la vida como un estado del ser humano en búsqueda del éxito y la felicidad, sea cualquiera la definición que de éstos posea, ya para lo cual requiere realizarse integralmente. Lo anterior no desconoce la individualidad del ser humano, en cuanto es único e irrepetible como persona, y por ende cada cual tiene su manera de ser, sentir, pensar y actuar, pero reconoce que independientemente del tipo de vida que se lleve, en principio, a nadie le gustaría ser un fracasado o desearía ser alguien infeliz. Lo que ocurre es que se difiere en cómo ser exitoso y feliz, explicando ello que algunos enfaticen en el dinero, otros en el poder, otros en el sexo o el trabajo, etc.

El ÉXITO Y LA FELICIDAD

Las personas tienen éxito, por lo que éste se liga con frecuencia con la adquisición de bienes, status, fama y poder, con logros específicos alcanzados. Por otra parte, los seres humanos son felices, lo que sugiere que este es un nivel mayor al de la simple posesión y que involucra las diversas dimensiones del ser humano: la intelectual, la emocional, la física la espiritual y la social, que deberán encontrarse en armonía, pues cualquier desequilibrio generaría perturbación, preocupación o problemas. En nuestro concepto, la felicidad va más allá del “sentirse feliz”, que sería circunstancial y temporal, para entenderla como una paz interior, un nivel de satisfacción general y perdurable, de gozo profundo cuando se abarca la totalidad de nuestra vida; es el resultado de una “vida bien vivida”.

Se puede tener éxito y no ser feliz. La historia es abundante en ejemplos, algunos de ellos dramáticos, que dan fe de personas situadas en el pedestal de fama, con poder, sumamente acaudaladas, y cuyo entorno familiar o en el plano emocional se encontraba destruido, al punto de cometer suicido o culminar en una tragedia, o de tornarse adictas al alcohol o a las drogas para “superar el estrés y rendir más en el trabajo”, o de perder su salud en aras a mantener una imagen o por no equilibrar su dedicación al trabajo con la de su hogar y las exigencias mismas del cuerpo (reposo, cuidado, actividad física, nutrición). Se me ocurre citar a Elvis Presley, Antonio Cervantes nuestro “kid Pambelé” y Marylin Monroe, como muestras representativas de o afirmado, con la seguridad que el amable lector identificará también a otras personas que llenan tale características a su alrededor.

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