ES DEBER DE TODO PENSADOR TRASCENDER LAS FRONTERAS DEL PENSAMIENTO
Enviado por elias9 • 18 de Mayo de 2014 • 3.086 Palabras (13 Páginas) • 477 Visitas
Hermoso escrito: “ES DEBER DE TODO PENSADOR TRASCENDER LAS FRONTERAS DEL PENSAMIENTO”
Lucifer: Nombre latino de la divinidad griega Fósforo o Heósforo (la antorcha de la aurora), nombre dado a la ESTRELLA MATUTINA, el astro que anuncia la aurora y trae la luz del día. Significa “el Portador de la
Yo, Jesús, envié mi ángel a notificaros estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y la prosapia de David, EL LUCERO BRILLANTE DE LA MAÑANA. (Revelaciones cap. 22, ver.16).
La noche más oscura y tormentosa: tal fue el principio de la creación.
En el ojo del ciclón reinaba la quietud y el silencio, a su alrededor, la agitación de la terrible tempestad.
Entonces surgió el primer rayo en la negrura de aquel universo. Su voz fue el primer trueno que rodó inexorable a los confines del profundo abismo.
Aquel rayo tuvo un nombre, se llamó Lucifer: el Portador de la Luz.
Lucifer fue la primera luz que rompió la profunda oscuridad del tiempo.
Lucifer fue el primer sonido que bramó en el amorfo silencio de aquella sorda oscuridad.
Hermoso escrito: Fue Lucifer el primer relámpago, el portador de la luz, la primera chispa de conciencia en aquel dormido universo.
Fue su propio destello, su propia luz, que le permitió percibirse a sí mismo. Esto lo convirtió en eterno e inmortal. Y así fue como Lucifer llegó a ser el único rayo que dura para siempre.
Y con su pensamiento de trueno, que fue la primera voz y sonido del universo, se dijo a sí mismo:
- Seré recordado como el eterno rebelde; como aquél que rompió la paz de la oscuridad y la ignorancia infinita. Soy el espíritu en acción, hambriento de conocerse a sí mismo a través de este profundo y negro universo.
Y diciendo esto se sumergió en el oscuro abismo, arrastrando su propia luz consigo. A su paso iba dejando una estela de chispas y centellas tras de sí. Centellas de luz, chispas de conciencia.
Y volviendo la mirada, Lucifer, contempló aquellos soles y estrellas alumbrando la noche eterna. Entonces exclamó:
- Seréis mi hueste, mis rebeldes, mis guerreros. Sois mis hijos, mis hermanos, mis compañeros. Sois parte de mi luz, sois mi voz, mi conciencia. Sois yo mismo.
Y siguiendo su camino volvió a sumergirse en la profundidad, dejando su senda, una estela de luz en el mar de la inmensa oscuridad.
Entonces fue su viaje tan lejano y distante que su ida se convirtió en retorno. Mundos nuevos se mostraron a su vista. Y descubrió en ellos la obra de sus huestes rebeldes, de sus hijos guerreros: descubrió su propia obra.
Así fue como comprendió su razón de ser, comprendió el por qué de su existencia: sacar consciencia de lo inconsciente, obtener sabiduría de la ignorancia, sacar luz de la oscuridad.
Como relámpago que fulgura en las tinieblas, como trueno que retumba en el silencio, tal debía ser su misión.
Y de esta manera fue como Lucifer cayó a la tierra, al infierno, la más profunda de las negruras.
Profundo dolor el del espíritu aprisionado en la materia:
Lo libre es limitado, lo luminoso es opacado, la voluntad se convierte en pasión, la conciencia en olvido.
Soberbio desafío: transformar las tinieblas en luz, hacer de las pasiones fuerza de voluntad, convertir la ignorancia en conocimiento, la mediocridad en excelencia, liberar lo aprisionado, conquistar la materia, elevarla y hacerla una con el espíritu.
Y así fue como Lucifer cayó en el hombre. Fue en el hombre donde conoció el campo de batalla del espíritu, la guerra más cruel.
Y como hombre se conquistó a sí mismo. Y como hombre decidió conquistar al mundo.
Y caído en el hombre y, hecho hombre, se mezcló entre los hombres para propagar la luz.
Así fue como llegó hasta una gran ciudad, en la cual sus habitantes se caracterizaban por ser muy piadosos. Y vio con sorpresa que había gran cantidad de templos, de dioses y de creencias de todo tipo. Y se adoraban a dioses invisibles y a otros representados en imágenes. Y los ídolos tenían formas humanas o animales o de ambas. Y aquellos que eran invisibles al ojo tenían atributos humanos o animales o de ambos.
Y el aire estaba impregnado del olor a incienso y del sonido de los cánticos y plegarias rogando, alabando, dirigiéndose a la multiplicidad de dioses.
Entonces Lucifer viendo aquella confusión quiso extender su luz a los hombres y les dijo:
- ¿Por qué buscáis fuera, lo que tenéis dentro? ¿Acaso no sabéis que sois el templo de la luz y que la luz vive en vosotros? ¿No os dais cuenta que sois el templo de la sabiduría y la sabiduría habita en vosotros? ¿Por qué tanta ceguera? ¿A que tanta ignorancia? ¡Despertad, hombres dormidos! Despertad de vuestro profundo sueño. Despertad que la muerte acecha y tal vez os de caza mientras aún estáis dormidos y entonces así vuestro sueño será eterno. Romped las ataduras de vuestra ilusión ¡Despertad! No busquéis afuera, en lo externo, lo que vive adentro, en lo interno. ¿A qué viene tanta adoración a ídolos o a abstractos conceptos? ¿Es acaso que la madre de todas las oscuridades ha caído sobre vosotros? ¿No os dais cuenta que el Espíritu de la Vida palpita en vuestro corazón se mueve en vuestra respiración, percibe a través de vuestra conciencia?
¡Despertad, hombres dormidos! Despertad y dejad de perder tiempo adorando a falsos dioses externos. Dirigid vuestra atención hacia vosotros mismos, sentid la Conciencia y la Vida que habita en vosotros, entonces la Verdad os abrirá las puertas y entenderéis la realidad del mundo y de este universo.
Así habló Lucifer con voz de trueno, sin embargo, los hombres no lo entendieron y comenzaron a murmurar entre sí y a planear como deshacerse de aquel extraño que blasfemaba de aquel modo. Entonces Lucifer pensó para sí:
- Estos hombres aún no están maduros para la gran cosecha. Sus oídos no escuchan y sus ojos son incapaces de ver. Prudente será que
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