El Hombre Como Ser Social
Enviado por GloriaGonzalezH • 8 de Septiembre de 2014 • 2.509 Palabras (11 Páginas) • 400 Visitas
INTRODUCCIÓN
La evolución del ser humano ha sido progresiva y continua en su tiempo y espacio, las necesidades de sobrevivir, sin duda, han llevado al hombre a convertirse en un ser social, quizás por los elementos del contexto en el que se desenvuelve y la búsqueda continua para satisfacer las necesidades reales o irreales de sí mismo.
El desarrollo cultural, político y económico existente, pasan a ser los elementos resultantes que se establecieron mediante ese intercambio de costumbres, técnicas de hacer las cosas, hábitos sociales, sistemas de comunicación y enseñanzas de creencias que pasaron de un sistema de adaptación simple a un sistema macro de complejos resultados, que a lo largo de la historia se asentaron entre los hombres para dar formación a la sociedad y por ende conceptualizar al ser humano como un ser social.
Un individuo requiere de la sociedad para poder formarse y proyectar como ser humano. Podemos decir que las normas o reglas sociales permiten en gran medida la convivencia, ya que regulan nuestra conducta y formas de relacionarnos con los demás. La tolerancia, la justicia y la solidaridad, entre otros valores, se hacen patentes en una comunidad integrada por seres humanos que ordenan sus vidas ya en lo individual o en lo social, de acuerdo a formas de vida, principios, valores, normas y leyes establecidas justamente para garantizar el bien común.
DESARROLLO:
El pensamiento según Aristóteles mencionaba que aunque cada persona humana tiene una unidad plena, no es posible desarrollarse plenamente como persona aparte de la sociedad con otras personas. Aristóteles dijo que el hombre es un ser social por naturaleza. Completamos lo que somos dando a otros y recibiendo de ellos. Cada persona tiene habilidades e incapacidades, necesidades y perfecciones diferentes, que pueden contribuir al bien de la sociedad, complementando las cualidades de otras personas. De ahí surge la noción de un bien común, que edifica sobre el bien del individuo, permitiéndonos alcanzar bienes fuera de nuestro alcance individual. La amistad es una manifestación de la naturaleza social del hombre. La vida sería un vacío sin amigos, aun con la posesión de todos los bienes materiales e intelectuales. Un amigo es como si fuera otro yo. El bien del amigo se hace el bien mío. La especial amistad del amor corre más profundo. En el amor auténtico, el “otro” se hace uno conmigo porque cada uno se entrega completamente al otro. También sentimos la necesidad de estar solos, porque la soledad permite espacio para reflexionar sobre la realidad. Cuando hay demasiado ruido de muchas personas, se nos hace difícil pensar. Buscar el balance adecuado entre la sociedad y la soledad contribuye mucho a alcanzar la felicidad.Los hombres, al igual que el resto de los seres vivos, persiguen un objetivo natural. Esta finalidad propia, inscrita en la naturaleza, es la única forma de lograr la felicidad. La política está y debe ser iluminada por esta idea de progreso natural hacia la realización de una vida feliz, donde la dicha (eudaimonía) y la virtud (árete) están ligadas a esa plenitud. El hombre es un ser social, un animal cívico, un zôon politikón. Pero esta sociabilidad natural, implicará otro tipo de asociaciones: la familia (pikos), la estirpe (genios), la agrupación tribal (éthnos) y finalmente la comunidad de ciudadanos (politiké koinomía). Lo que Aristóteles descubrió por la aplicación de su inteligencia, la Biblia también afirma: “No es bueno que el hombre esté solo.” (Gen 2:18) Aristóteles y la Biblia saben que hombre es un animal social. Y los dos reconocen que nuestra naturaleza social va más allá de deseo sencillo de sobrevivir. Aristóteles lo ve claramente cuando compara los hábitos de bestias y hombres. La Biblia describe a Adán en un jardín bello donde tenía más que suficiente para subsistir y ocuparse. Sin embargo, se siente solo. La pregunta clave no es si somos animales sociales, sino ¿de donde viene esa sociabilidad? Aristóteles por toda su inteligencia no podía dar una explicación. Solamente podía decir que la “naturaleza” había “implantado” ese “instinto” dentro de nosotros. Pero ¿Qué significan esas palabras? La Biblia, mientras no pretende una explicación científica, sí avanza el asunto. Enseña que somos creados en la imagen de Dios y que Dios mismo es social por naturaleza: tres personas divinas en una sustancia. El hombre, como cualquier otro ser, aspira al pleno desarrollo de sus potencialidades, pero por sí solo es incapaz de lograrlo, pues no es autosuficiente. Sólo en la ciudad-estado consigue una autosuficiencia, no ya sólo de cara a las necesidades primarias o vitales, sino también desde el punto de vista de la condición del ser moral. Aristóteles divide las formas de gobierno en justas, si procuran el bien común, y en desviadas, si sólo procuran el interés particular del que gobierna. Para Aristóteles la forma más justa de gobierno es la politeia o gobierno constitucional. Aristóteles no trata de buscar un Estado ideal, pues es irrealizable. Expone, eso sí, las condiciones capaces de hacer de un Estado el marco adecuado para la vida material, moral y feliz para los ciudadanos.
Aristóteles contra Hobbes. Dos filósofos bien distintos, con un "estilo de juego" también opuesto. Un griego como Aristóteles, un naturalista nato, contra uno de los clásicos de la filosofía política anglosajona. Y, en concreto, la competición entre ambos girará en torno a un problema antropológico. Si leemos la Política, aparece una concepción del ser humano muy distinta a la que nos presenta el Leviatán. ¿Acaso ha cambiado el ser humano desde las polis griegas que tratara de describir Aristóteles hasta las modernas sociedades inspiradas en el Leviatán? Para Aristóteles, el ser humano es un animal social por naturaleza. Lo que diferencia al hombre del resto de animales es la palabra (el lógos) pero no entendida como facultad intelectual (los latinos tradujeron como "racional" quizás no muy afortunadamente) sino precisamente como capacidad que nos posibilita llevar una vida en común, confluir con otros semejantes en la polis. El hombre necesita de los demás para vivir y sólo es feliz cuando participa de la vida pública, es decir, cuando acude a los foros públicos en los que se toman las decisiones y toma un papel activo dentro de las mismas. La vida individual no es, para el filósofo griego, autosuficiente. Sólo la polis (la ciudad-estado), el grupo humano, es autosuficiente. El hombre es una célula más dentro del organismo, y sólo
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