El Hombre
Enviado por lisbeth123456 • 24 de Septiembre de 2013 • 416 Palabras (2 Páginas) • 295 Visitas
Tras examinar la cuestión del mal, puerta de ingreso en la sugestiva y extensa dogmática titulada Dios para pensar, el profesor Gesché invita a reflexionar sobre el hombre.
Pocas tareas han reclamado tantas energías en la época contemporánea como la de intentar comprender al ser humano. Su misterio ha buscado ser esclarecido desde ámbitos tan distintos como la biología, la antropología cultural, la psicología, el pensamiento político o la socio-logía, sin llagar a alcanzar del todo el objetivo deseado. Este aparente fracaso se ha debido en gran medida al excluyente planteamiento horizontal que se ha empleado en la resolución de tan arduo enigma.
Y sin embargo ¿no habrá llegado la hora de sumar a los valiosos resultados alcanzados por las ciencias humanas la aportación original de la teología? Así, la propuesta de cambiar de perspectiva y contemplar desde arriba al ser humano, es decir, desde la alteridad que le proporciona el tú divino, tal vez pueda servir para romper el círculo que tiene encerrado en sí mismo al propio hombre código o un símbolo, pero que hace pensar, y al mismo tiempo haga justicia al creyente, al que, con Pascal, cree que el hombre sobrepasa infinitamente al hombre a causa del misterio que le constituye.
En todo caso, parecen autorizarlo unos signos que muestran como un deseo de oír de nuevo a la fe hablar y pronunciar sus propias palabras, deseo al que ahora ella podría responder de nuevo, acaso porque finalmente ha sabido renunciar, en gran parte, a una retórica de triunfo y de conquista. En ciertos momentos, hay indicios claros de que el mundo quiere interrogar de nuevo a la fe. «No veo nada de infamante en reconocer que nuestro deseo de adoración va a la par con la inquietud de nuestra propia persona» (C. Milosz).
Quisiera avanzar aquí que el hombre es como un texto. Al principio, un manuscrito, pues está hecho ya, en parte, de una escritura que le precede y que debe aprender a leer para descifrarse. «Yo soy el que los filósofos me han contado» (J. L. Borges). Los filósofos, pero también algunos de estos hombres que, como Moisés, han golpeado la roca. Luego, un pergamino, pues el hombre, ser por fortuna inacabado, debe escribir él mismo —pastor de su ser—, sobre la página todavía virgen, el texto de su propio destino. Finalmente, un jeroglífico, pues está escrito y debe seguir escribiéndose con caracteres sagrados. Res sacra homo (realidad sagrada es el hombre).
He aquí por qué la teología osa y puede aportar su concurso.
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