El Valor De Educar
Enviado por mayraserratos • 18 de Marzo de 2013 • 434 Palabras (2 Páginas) • 327 Visitas
Hemos hablado hasta aquí de la educación tomada desde el punto de vista más
amplio y general posible, con ocasionales acercamientos a la realidad presente del
modelo de país en que vivimos. Pero esta perspectiva quizá demasiado abstracta no
puede desconocer que bajo el mismo rótulo de «educación» se acogen fórmulas muy
distintas en el tiempo y en el espacio. Los primeros grupos humanos de cazadoresrecolectores
educaban a sus hijos, así como los griegos de la época clásica, los aztecas,
las sociedades medievales, el siglo de las luces o las naciones ultratecnificadas
contemporáneas. Y ese proceso de enseñanza nunca es una mera transmisión de
conocimientos objetivos o de destrezas prácticas, sino que se acompaña de un ideal de
vida y de un proyecto de sociedad. Cuando se le reprochaba el excesivo subjetivismo de
sus juicios, el poeta José Bergamín respondía: «Si yo fuera un objeto, sería objetivo;
como soy un sujeto, soy subjetivo.» Pues bien, la educación es tarea de sujetos y su
meta es formar también sujetos, no objetos ni mecanismos de precisión: de ahí que
venga sellada por un fuerte componente histórico-subjetivo, tanto en quien la imparte
como en quien la recibe.
Semejante factor de subjetividad no es primordialmente una característica
psicológica del maestro ni del discípulo (aunque tales características no sean tampoco
irrelevantes ni mucho menos) sino que viene determinado por la tradición, las leyes, la
cultura y los valores predominantes de la sociedad en que ambos establecen su contacto.
La educación tiene como objetivo completar la humanidad del neófito, pero esa
humanidad no puede realizarse en abstracto ni de modo totalmente genérico, ni tampoco
consiste en el cultivo de un germen idiosincrásico latente en cada individuo, sino que
trata más bien de acuñar una precisa orientación social: la que cada comunidad
considera preferible. Fue Durkheim, en Pedagogía y sociología, quien insistió de
manera más nítida en este punto: «El hombre que la educación debe plasmar dentro de
nosotros no es el hombre tal como la naturaleza lo ha creado, sino tal como la sociedad
quiere que sea; y lo quiere tal como lo requiere su economía interna. [...]. Por tanto,
dado que la escala de valores cambia forzosamente con las sociedades, dicha jerarquía
no ha permanecido jamás igual en dos momentos diferentes de la historia. Ayer era la
valentía la que tuvo la primacía, con todas las facultades que implican las virtudes
militares; hoy en día [Durkheim escribe a finales del pasado siglo] es el pensamiento y
la reflexión; mañana será, tal vez, el refinamiento del gusto y la sensibilidad hacia las
cosas del arte. Así pues,
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