El derecho a la vida
Enviado por GloriaMantilla • 17 de Octubre de 2013 • Tesis • 564 Palabras (3 Páginas) • 266 Visitas
TALLER: Analice y comente la siguiente noticia, haciendo referencia a los Derechos fundamentales, señalando, en primer lugar, que Derechos fundamentales se podrían vulnerar con la aplicación o permisión de la eutanasia, pero además, se debe indicar que otros derechos podrían estar protegiéndose en caso de permitirse dicha figura. Igualmente deben averiguar qué posición asume el Estado colombiano frente a la eutanasia, si la permite, o si la prohíbe. En caso de que la prohíba, en qué norma la prohíbe.
ARTICULO 11. El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte.
El Doctor De La Eutanasia
“Les he aplicado la eutanasia a unas 35 personas y no me arrepiento de ninguno de los casos en los que lo hice. Para mí es un acto de amor con el paciente, y no de compasión. Y creo, profundamente, que la gente tiene el derecho de escoger cuándo morirse y el derecho de morir bien”.
Gustavo Alfonso Quintana, médico de la Universidad Nacional y oriundo de Tuluá (Valle), explica, en su pequeño consultorio de Chapinero, que él es un “obsesionado con la vida, no con la muerte” y, sobre todo, con la idea de que “la gente que no pueda llevar una vida plena tenga derecho a escoger una muerte digna”.
Por eso admite con toda tranquilidad –incluso con orgullo– que lleva varios años practicando la eutanasia en Bogotá.
La primera vez que lo hizo fue para ayudar a una familiar suya: una mujer de 57 años que tenía un tumor cerebral. “Su enfermedad la regresó casi a su estado fetal. Después de tres años de agonía quedó reducida a unos huesos forrados en piel. Pesaba 28 kilos y no era justo que siguiera sufriendo. Por eso no sentí ningún temor de hacerlo”.
La eutanasia no llegó a la vida de Quintana por casualidad. “Estuve a punto de quedar cuadrapléjico en el año 82. Una noche saliendo de un congreso de medicina, entre Melgar y Girardot, atropellé a un caballo. Tuve trauma craneoencefálico y se me aplastaron dos vértebras de la columna. Cuando me llevaban al hospital sentí que se me estaban durmiendo los brazos y las piernas. Le supliqué a un colega que en caso de tener una lesión cervical no me hicieran nada. Ahí supe que no quería pasar el resto de mis días postrado en una cama. Entendí que la vida solo vale la pena si es plena y que la muerte no tiene por qué estar ligada al dolor, al sufrimiento”.
De todas maneras, aplicar la eutanasia no es para él algo ni rutinario, ni mecánico, ni fácil. Y recuerda un momento que lo marcó.
“Fue con un hombre que tenía cáncer de huesos. Estábamos en su cuarto, con su esposa. Antes de morir, el hombre se volteó a mirarla y le dijo: ‘¿cierto mija que me lo has perdonado todo?’ Y ella le respondió: ‘Si, te lo he perdonado todo’. En ese momento no aguanté y me puse a llorar. Fue un momento muy duro. Me tuve que salir del
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