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El lenguaje del amor


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2012  •  Tesina  •  2.341 Palabras (10 Páginas)  •  624 Visitas

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El lenguaje del amor

El objetivo de este ensayo es elaborar una síntesis contraponiendo la tesis acerca del lenguaje del amor entre parejas como metáforas a la sombra de la indiferencia, y la antítesis, el lenguaje del amor entre parejas como comunicación explícita libre de segundas intenciones. Las limitaciones de éste ensayo son básicamente especificar la relación del lenguaje con el amor, la comunicación y enunciación considerando lo referente a los simbólico, excluyendo así, la postura innata y de necesidades básicas del ser humano como resultado de respuestas fisiológicas. Lo anterior debido a que se da por sentado el funcionamiento fisiológico adecuado y sin falla alguna. También, se da por sentado cierto manejo de conceptos psicoanalíticos que no se explicarán más que con fines relacionados con el tema.

El lenguaje del amor implica dilucidar la referencia del lenguaje entorno a lo que se podría decir sobre el amor. La cuestión radica en comprender si hay un supuesto lenguaje del amor. Por lo anterior, Evans (1996) retoma lo argumentado por Lacan con respecto al lenguaje, especificando que “para Lacan, el lenguaje se convierte en un paradigma único de todas las estructuras” (p.117) considerando la estructura del lenguaje como una articulación. Así mismo Evans (1996) especifica que para Lacan “la unidad básica del lenguaje no es el signo sino el significante” (p.117), aporte que deduce que “toda comunicación humana está inscrita en una estructura lingüística” (Evans, 1996, p.118) a partir del significante de aquellos signos estructurados primero en palabras y después en un discurso. El lenguaje no vendría a ser únicamente signos acomodados y enunciados a un alguien, más bien, es toda una estructura de significantes que utiliza los signos como vía de enunciación. El lenguaje del amor podría tener como primera premisa, una estructura de significantes entorno a cómo se vive el amor.

La vivencia del amor intenta o se traduce en palabras. Podríamos entonces hablar de un lenguaje amoroso, Este lenguaje amoroso es un intento de hablar de amor donde “el amor es, a escala individual, esa súbita revolución, ese cataclismo irremediable del que no se habla más que después” (Kristeva, 1987, p. 3). Tomando en cuenta lo anterior, el lenguaje amoroso deviene de una situación amorosa “consecutivo al exorbitante crecimiento del Yo enamorado, tan extravagante en su orgullo como en su humildad, este desfallecimiento exquisito está en el corazón de la experiencia” (Kristeva, 1987, p.3). Se puede hablar del amor en un después del mismo ya que ese Yo enamorado, en el juego de la relación amorosa, fue un “yo” siendo otro, buscando la unidad con ese otro, tal como lo argumenta Kristeva (1987) “el amor es el tiempo y el espacio en el que el Yo se concede el derecho a ser extraordinario. Soberano sin ser siquiera individuo. Divisible, perdido, aniquilado; pero también, por la fusión imaginaria con el amado, igual a los espacios infinitos de un psiquismo sobrehumano” (p.4). Esta fusión imaginaria, es imaginaria, por la ilusión de estar completos, de reducir a dos seres en uno. Después de una vivencia amorosa se habla de dicha fusión sentida en una relación con otro.

En la captura en una relación con otro, considerando la fusión con el mismo, el “lenguaje amoroso es un vuelo de metáforas” (Kristeva, p. 2) enraizado en una ambivalencia creciente entre lo que es individual, lo que es del otro y lo que es de dos. Al argumentar que se puede hablar del amor después de que suceda éste, partiendo de las quemaduras de la relación, esas metáforas surgen después de la indiferencia que hubo estando dentro de la misma. Son sombra, puesto que estaban ahí como vivencias sentidas por el cuerpo, flotantes, sin palabras. En algunos casos no escuchadas, solo sentidas, y no por dos, sino por uno fusionado con el otro.

Si hay una supuesta fusión con el otro, ¿a quién se habla cuando se habla, si la fusión es uno partiendo de dos? Pareciera que se habla a uno mismo. “La experiencia amorosa une indisolublemente lo simbólico (lo prohibido, discernible, pensable), lo imaginario (lo que el Yo representa para sustentarse y agrandarse) y lo real (ese imposible donde los afectos aspiran a todo y donde no hay nadie que tenga en cuenta el hecho de que yo no soy más que una parte” (Kristeva, 1987, p.6). Por lo que ya no es un lenguaje amoroso únicamente, es un lenguaje amoroso aunado con una experiencia amorosa que conlleva elementos más allá de los signos como lenguaje, sino el significante cargado de simbólico, imaginario y real. Metáforas cargadas de significantes, atravesadas por esos elementos simbólicos, imaginarios y reales en cada experiencia de relación amorosa. Es pensar ser uno en el registro simbólico, cuando en el registro del real somos dos. Las metáforas son un resultado de una fusión.

Las metáforas son un juego del lenguaje. Para ser un juego y lenguaje amoroso se toma en cuenta los significantes y la identificación con ese Otro pues “… toda metáfora es precisamente una fusión (identificación) de lo figurado y de la figura, del mismo modo que a es a la vez elevación…” (Kristeva, 1987, p.292). La metáfora tiene como elemento real dentro de una relación de pareja a ese otro en cuestión ya que “la metáfora reduce la dualidad sin por ello excluir a ninguna de sus partes” (Kristeva, 1987, p.292). La indiferencia radica en que tanto los elementos simbólicos, imaginarios y reales están latentes a lo largo de toda relación y experiencia amorosa, en espera de ser enunciados. Son sombra puesto que siempre está presente en el registro imaginario de la relación. Es complicado considerar una relación amorosa y todas las implicaciones de la misma fuera de los tres registros mencionados, puesto que una relación amorosa es un juego de sentimientos, pensamientos y vivencias. Por lo anterior habría que considerar si el lenguaje del amor pudiera ser una simple comunicación de signos, explícita en cada palabra enunciada, alejada de este vasallaje de significantes que son parte de cada sujeto en una relación, es decir, considerar el lenguaje amoroso libre de segundas intenciones.

El lenguaje visto como una simple comunicación, sería entonces un enunciar palabras intentando dar un mensaje. Para la Real Academia Española (2001) define comunicación como “transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor” (s/p), lo cual de entrada nos especifica que el comunicar algo implica un código común, que serían los signos del lenguaje, y dos personas. Sin embargo, llama la atención utilizar el término transmisión, que como acto se da como un hecho del lenguaje. La pregunta que sale a relucir es ¿qué se transmite? Sabemos que por la misma

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