Elogio De La Dificultad
Enviado por Junior005 • 2 de Mayo de 2013 • 2.146 Palabras (9 Páginas) • 268 Visitas
ELOGIO DE LA DIFICULTAD1
Estanislao Zuleta
L a pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una
manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces
comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una
vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por
tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada,
una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos
afortunadamente inexistentes.
Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, si no fuera porque
constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la
vida práctica.
Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de
las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad
garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas.
Puede decirse que nuestros problemas no consisten solamente ni
principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos
proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no
está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de
desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante,
compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue
a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor
por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una
sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para
hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción,
una monstruosa sala – cuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar
de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos
poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por
espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí
han existido.
Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del
paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar.
1
Conferencia leída el día viernes 21 de noviembre de 1980 en el acto en que la Universidad
del Valle le concedió el Doctorado Honoris Causa en Psicología, como reconocimiento a sus
méritos académicos e intelectuales. Tomado dl libro Elogio a la Dificultad y otros ensayos.
Edición a cargo de Alberto Valencia. Fundación Estanislao Zuleta, Cali, 1994. 2
Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia un reino
milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la Antigüedad hasta hoy,
los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos provistos de
una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos miembros han sido
alcanzados por la gracia – por la desgracia – de alguna revelación. El estudio
de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se
encuentran una de otro la idealización y el terror. La idealización del fin, de la
meta y el terror de los medio que procurarán su conquista. Quienes de esta
manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente en una
concepción paranoide de la verdad; en un sistema de pensamiento tal, que
los que se atrevieran a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la
interpretación totalitaria: sus argumentos, no son argumentos, sino
solamente síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de malignos
propósitos. En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de
pertenencia al otro – y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo -, o
se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla
peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda
oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo está contra
mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo. Así como
hay, según Kant, un verdadero abismo de la Razón que consiste en la
petición de un fundamento último e incondicionado de todas las cosas, así
también hay un verdadero abismo de la Acción, que consiste en la exigencia
de una entrega total a la “causa” absoluta y concibe toda duda y toda crítica
como traición o como agresión.
Ahora sabemos, por una amarga experiencia, que este abismo de la acción,
con sus guerras santas y sus orgías de fraternidad no es una característica
exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el
desarrollo científico y técnico; que puede funcionar muy bien y desplegar
todos sus efectos sin abolir una gran capacidad inventiva y una eficacia
macabra. Sabemos que ningún origen filosóficamente elevado o
supuestamente divino, inmuniza a una doctrina contra el riesgo de caer en la
interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso particular
– todo lo son – como la designación misma de la realidad y los otros como
ceguera o mentira.
El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan
con la promesa de una comunidad humana no problemática, basada en una
palabra infalible, consiste en que suprimen la indecisión y la duda, la
necesidad de pensar por si mismo, otorgan a sus miembros una identidad
exaltada por participación, separan un interior bueno – el grupo – y un
exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda la angustia, se distribuye
mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo
extraño y se produce la más grande simplificación de la vida, la más
espantosa facilidad. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido que 3
precisamente este tipo de formaciones colectivas, se caracterizan por una
inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus miembros aceptan y
desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin
embargo, porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte
y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que
genera la necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la
crítica, el amor y el respeto.
Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas
...