Ensayo: La Filosofía como Ejercicio para La Verdad

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Introducción:

A lo largo del tiempo, se ha intentado significar a la filosofía de diversas maneras. Una forma de pensar; el amor por el saber; la infinita pregunta del porqué de las cosas; el saber inutil… Pero hay una definición de la misma que me llamó poderosamente la atención. “La filosofía como ejercicio para la muerte” ve a la filosofía como una cierta preparación espiritual para este suceso inminente.

Inminente.

Esta inminencia me llevó a repensar el concepto no solo de la muerte misma sino también de la vida, del ser, del concepto de la “verdad”, y también, claramente, de la propia filosofía. En este ensayo me dispongo a presentar mi visión de la filosofía misma, analizada desde aquel evento ineludible que todos tenemos presente desde nuestra propia llegada a este mundo.

Desarrollo:

¿Porqué el ser humano le teme a la muerte?¿Por la incógnita de lo que hay después? ¿Por el medio a un posible vacío? ¿O al infierno? ¿O a la nada? ¿Y si realmente no es ninguna de estas, sino por esa misma inquietud que sentimos cuando nos acercamos a una verdad inquietante? ¿Y si el hecho de que todos vamos a morir, de que nuestro cuerpo va a expirar y nuestra existencia terrenal va a cesar, esta certeza inevitable e inescapable, esta verdad irrevocable es lo que realmente aterra al ser humano? No la incógnita de lo que puede llegar a haber después ni el hecho de que la vida como tal cese, sino el saber algo indudable, certero, y sin otras interpretaciones o repensamientos. Algo que, sin importar el punto de vista, es inevitable. 

Porque incluso es posible dudar  si realmente estamos vivos, nuestra esencia, nuestro ser y nuestra existencia. Pero todos, desde el primer momento en el que ponemos pie en esto que percibimos como “vida”, somos conscientes de su finitud. De que, sea lo que sea, va a acabar, o cambiar, o ser sometida a algo más allá de lo que comprendemos.

La muerte es la única gran certeza que tenemos. 

El ser humano tiene por naturaleza el cuestionamiento continuo y la curiosidad, intentando resolver eternamente sus dudas, analizando su entorno y aprendiendo de todo lo que lo rodea. Esta propia naturaleza tiene el objetivo inicial de prolongar nuestras vidas, y esa naturaleza curiosa y observadora se mantiene siempre y cuando el ser humano no se encuentre acechado a la inmediatez por esta gran certeza. Porque cuando se presenta, toda duda, todo pensamiento complejo,toda curiosidad cesa su presencia. Si nos estamos muriendo de hambre, buscamos alimento; si es de sed, buscamos bebida; si nos enfrentamos a una amenaza, luchamos o huímos. Nos encontramos a nosotros mismos en un estado de negación, de alejarnos de esa certeza que tenemos. Somos una especie en permanente búsqueda de la verdad, pero cuando se nos presenta la única que conocemos desde el propio comienzo de nuestra existencia, huímos o hacemos lo imposible por retrasarla o evitarla.

Sin embargo, cuando la muerte no se encuentra a la inmediatez, buscamos, casi instintivamente, el saber. Algunos buscan el saber funcional, el porqué de que las cosas se comporten como lo hacen, una explicación que sean capaces de entender y aceptar. Y otros, por otro lado, buscan la verdad. No intentan ver ni aceptan descripciones de la funcionalidad de las cosas, sino ver la realidad de las mismas, desocultar lo que realmente son, porqué son lo que son, porqué no son de otra manera, buscan entender la esencia de las mismas, y para esto se valen del pensamiento filosófico.

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