Ensayo filosofia. ¿Existe algo así como el fenómeno del paso del tiempo?
Enviado por rorraldo • 18 de Marzo de 2020 • Ensayo • 2.514 Palabras (11 Páginas) • 165 Visitas
¿Existe algo así como el fenómeno del paso del tiempo?
Ensayo de Filosofia
Alumno: Rodrigo Espinoza
Profesor: Carlo Rossi
Todos experimentamos el tiempo y creemos tener una idea exacta de qué es. Ayer fue ayer, hoy fue hoy y mañana es mañana, y las tres de la tarde siempre serán las tres de la tarde. Pensar así parece un comportamiento natural, pero si somos totalmente sinceros y realistas, en verdad lo único que existe es el ahora. El pasado son simples recuerdos, y el futuro, expectativas.
Nuestra percepción del tiempo nos hace sentir que vivimos en una sucesión de hechos en los que las cosas pasan en intervalos progresivos. Por un lado, la ciencia se ha preocupado de contradecir esto a través de la teoría cuántica. Después, el entendimiento moderno que tenemos del tiempo comenzó cuando la teoría general de la relatividad de Albert Einstein invalidó la idea del tiempo como una constante universal. Gracias a ella entendimos que el pasado, el presente y el futuro no son absolutos, y que cambian según el ojo de cada individuo y su posición.
Parto de la base de que el tiempo es una ficción. No es que sea algo relativo, sino que no existe. Lo que el ser humano tiene en su cabeza, en esa creencia de que las cosas transcurren en un tiempo, es una quimera. Sin embargo, el hombre cree en él y eso tiene consecuencias en su vida, al punto de nublar su conciencia y distorsionar la manera de pensar y de actuar. La creencia en el tiempo introduce a la gente en una dinámica llena de inquietud y en ocasiones de sufrimiento, el eslabón más grave de esta cadena.
El tiempo no existe. En el universo, en la naturaleza y en nuestras vidas lo que existen son los ciclos, que no tienen nada que ver con el tiempo o el paso del tiempo. En la naturaleza, por ejemplo, existe el ciclo entre que el sol sale y se oculta. A lo largo de las 24 horas se suceden el día y la noche, y ese ciclo se repite continuamente. ¿Dónde está ahí el tiempo? La prueba de que no existe como tal es que cuando hablamos de tiempo y utilizamos un reloj o un calendario, tenemos que ser conscientes de que ese reloj y ese calendario los tenemos que utilizar por dos motivos principales.
En primer lugar, para llevar un orden de las cosas. Lo hacían así las civilizaciones antiguas para realizar la contabilidad, para darle una explicación a los continuos cambios en el comportamiento del clima, al crecimiento de la vida humana, etc. Y en segundo lugar porque, si no, no sabríamos lo que es el tiempo. No hay nada tangible en nosotros que nos enseñe lo que es. Tenemos una noción del tiempo que está dada gracias a que lo hemos vivido y nos queda la referencia de lo que señala un reloj, pero si este nunca hubiese sido inventado quedaría la gran duda de cómo sería medible.
Nuestra experiencia nos dice con claridad que lo que un reloj indica que son diez minutos, se nos pueden hacer muy cortos o largos. Depende de lo que de acuerdo con la experiencia estemos vivenciando. No de ese aparato que conocemos como reloj. Depende de nosotros, no es algo objetivo como se ha empeñado en demostrar la creencia popular en el tiempo. Lo que falta responder es si lo que transcurre entre cada acción que realizamos se puede considerar como un fenómeno de cambios, lo que se conoce como el paso del tiempo.
Cuando vemos que un reloj avanza creemos que está avanzando el tiempo. Ahí se crean dos momentos diferentes en nuestra mente, en el que estamos y el que viene. Lo que hace a estos dos instantes existir es la impermanencia de las cosas, el cambio. En un momento la existencia está en un cierto estado, y al siguiente instante se encuentra en uno distinto. No podemos ver físicamente el cambio, solo podemos percibirlo en la realidad que nos rodea. Arthur Pior, en Ensayos sobre filosofía del tiempo, intenta reflexionar acerca del fenómeno del transcurrir de las cosas:
“Un primer paso natural para liberarnos de estas complejidades consiste en reconocer que cuando hablamos del fluir o pasar del tiempo solo estamos recurriendo a una metáfora. El tiempo podría ser, como afirma Isaac Watts, semejante a un arroyo que no cesa de discurrir (…) por lo general cuando hacemos afirmaciones como
Pior también se cuestiona, en esta posibilidad de que el tiempo no sea real, la rareza de que no se considera que los sucesos cambien. Está asumido, dice, que en nuestro lenguaje nos rendemos a referir que lo que cambian son las cosas, en cambio los sucesos solo ocurren.
“Uno de los motivos de que neguemos que los sucesos sufren cambios es que los sucesos son cambios: decir que ha ocurrido tal o cual suceso, por lo general, implica decir que una o varias cosas han cambiado de algún modo (…) Sin embargo esta extrañeza es superficial. Si reflexionamos más nos damos cuenta de que los cambios sí cambian, especialmente si continúan a lo largo de un periodo. Los cambios sí cambian: un movimiento, por ejemplo, puede ser lento al principio y rápido después”.[2]
Así como la naturaleza nos presenta el ciclo del sol, también se aprecian los ciclos de las mareas, de la luna, etc. Están también los ciclos de movimientos de la Tierra, en particular el de rotación en torno al sol que da forma a las estaciones del año que se han ordenado en un calendario de 365 días, que incluso no es exacto. El calendario no es capaz de medir este ciclo porque le sobra unas horas, lo fuerza hasta el punto de que cada cuatro años hay que agregar un día ya que no hay forma de encajar el ciclo del año con el del calendario que han impuesto. El sol también vive su ciclo en la Vía Láctea, y esta misma galaxia viaja por el universo.
La vida está llena de ciclos, pero el tiempo per se no está en ninguno de ellos. El ser humano tiene un ciclo biológico evidente, igual que el resto de las especies, lo que forma parte de la vida. En cada momento de ella estamos viviendo un presente. El hombre a medida que empieza a tener “años”, comienza a comprobar que la cédula de identidad dice una cosa, pero cada uno es otra. Hay una multitud de personas que viven disociadas de la información cronológica que aporta su documento. Hay gente que con 50, 45 o menos años, son viejas. Ya sea porque se sienten así o viven la vida así, avejentados. No obstante, hay personas que tienen una edad muy avanzada según el carné, y que por el contrario son jóvenes. En cuanto a que viven con vitalidad, transmiten ganas y energía, con confianza en abrirse a nuevos campos y vivir experiencias desconocidas.
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