Epistemología
Enviado por Joary • 15 de Julio de 2014 • 1.709 Palabras (7 Páginas) • 228 Visitas
Universidad Pedagógica Nacional.
Licenciatura en Intervención Educativa.
Introducción a la Epistemología.
Reporte de lectura: Las Tareas Científicas del Presente. La Verdad Como Sistema Científico. La Formación del presente. El Desarrollo de la Conciencia Hacia la Ciencia. El Concepto de lo Absoluto Como el Concepto del Sujeto. La Formación del Individuo.
LA VERDAD COMO SISTEMA CIENTÍFICO.
En una obra filosófica resulta superfluo, inadecuado y contraproducente el anteponer una explicación acerca de la finalidad que el autor se propone en ella y acerca de sus motivos y de las relaciones que entiende que su estudio guarda con otros anteriores o coetáneos en torno al mismo tema. En el elemento de lo universal, que lleva dentro de sí lo particular, suscita la apariencia que en el fin o en los resultados últimos se expresa en la cosa misma.
La filosofía se encontraría en situación desigual si empleara este modo de proceder, que ella misma muestra que no sirve para captar la verdad. Cuando arraiga la opinión del antagonismo entre lo verdadero y lo falso, dicha opinión suele esperar viendo en cualquier declaración ante dicho sistema solamente lo uno o lo otro. No concibe la diversidad de los sistemas filosóficos como el desarrollo filosófico de la verdad, si no que solo ve en la diversidad la contradicción.
La cosa no se reduce a su fin, si no que se halla en su desarrollo, ni el resultado es del todo real, si no que lo es en unión con su devenir; el fin para el si es lo carente de vida, del mismo modo que la tendencia es el simple pulso privado todavía de su realidad, y el resultado escueto simplemente el cadáver que la tendencia deja tras de sí. La diversidad es más bien el límite de la cosa, aparece allí donde la cosa termina o es lo que esta no es.
Lo más fácil es enjuiciar lo que tiene contenido y consistencia; lo difícil de toda la combinación de lo uno y lo otro: el lograr su exposición. El comienzo de la formación tiene que proceder de conocimientos de principio y puntos de vista universales. De la vida pletórica la cual se adentra en la experiencia de la cosa misma, con seriedad del concepto con que penetre en este tipo de conocimiento y de juicio.
La necesidad interna de que el saber sea ciencia radica en su naturaleza, y la explicación satisfactoria acerca de esto sólo puede ser la exposición de la filosofía misma.
El demostrar que ha llegado la hora de que la filosofía se eleve al plano de ciencia constituiría la única verdadera justificación de los intentos encaminados a este fin.
LA FORMACIÓN DEL PRESENTE.
El concepto el elemento de su existencia. Si lo verdadero solo existe en aquello como aquello que se llama unas veces intuición y otras veces saber inmediato de lo absoluto, religión, el ser.
Se pretende que lo absoluto sea, no concebido, si no sentido o intuido, que lleven la voz cantante y sean expresados, no su concepto si no su sentimiento y su intuición. Se halla presente el espíritu auto consciente va más allá de la vida sustancial que llevaba en el elemento del pensamiento. No sólo se pierde para él su vida esencial, además, el espíritu está consciente de esta pérdida y de la finitud que es su contenido. No reclama de la filosofía tanto el saber lo que él es como el recobrar por medio de ella aquella sustancialidad y aquella consistencia del ser. La filosofía no debe proponerse tanto el poner al descubierto la sustancia encerrada y elevarla a la conciencia.
Lo bello, lo sagrado, lo eterno, la religión y el amor son el cebo que se ofrece para morder en el anzuelo; la actitud y el progresivo despliegue de la riqueza de la sustancia no debe buscarse en el concepto, si no en el éxtasis, no en la fría necesidad progresiva de la cosa, si no en la llama del entusiasmo.
El hombre tenía un cielo dotado de una riqueza pletórica de pensamiento y de imágenes, en el hilo de luz que lo unía al cielo, la mirada se deslizaba aún más allá, hacia una presencia situada en lo ultraterrenal, poseía lo supraterrenal del más acá, tomando interesante y valiosa la atención al presente como tal a la que se daba el nombre de experiencia.
Pero la filosofía debe guardarse de pretender ser edificante. Del concepto y de la necesidad así como de la reflexión que solo mora en la finitud. Hay una anchura vacía, hay como una extensión de la sustancia que se derrama en una variedad finita. La fuerza del espíritu es siempre tan grande como su exteriorización, su profundidad solamente tan profunda como la medida en que el espíritu, en su interpretación, se atreve a desplegarse y a perderse. Al mismo tiempo, cuando este saber sustancial carente de contexto pretexta haber sumergido lo peculiar de sí en la esencia y entregarse a una filosofía verdadera y santa de consagrarse a Dios, lo que hace es dejar que campe por sus respetos en sí mismo el carácter fortuito del contenido y que se imponga la propia
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