Erotismo
Enviado por dayana • 7 de Enero de 2014 • Ensayo • 450 Palabras (2 Páginas) • 252 Visitas
Una gitana, no una puta de lujo. En una cabaña en una playa sureña, y no en un burdel parisino. Sin corsé, sin peinado de peluquería, sin más escenario que una silla en la playa. Exiliada de la sociedad, y sin sirvientas. El maquillaje burlesque se transforma en una máscara de pestañas corrida, en un rostro que no ha dormido bien. Su voz es profunda, poderosa y escasa de estridencia, pronuncia despacio, saborea sus consejos antes de confesarlos sólo porque encuentra genuino a su público.
Las niñas malas, que tanto sabían de sexo, bien podrían cerrar la boca y las piernas ante sus experimentados clientes, mientras La Saraghina ejerce de maestra del amor y el erotismo ante un público entregado a su espectáculo de contornos no recomendado para mayores de nueve años. Excusándose en que tiene público -pues ellos vienen en grupo a enfrentarla a ella, que puede ser mucha mujer para un solo hombre, más para un solo niño-, la gitana imparte una lección en voz alta, encantada de la inocencia traviesa de sus admiradores, a ver si hay suerte y los adultos se dan por aludidos. Que ella sabe que no tienen por qué saberlo todo, ni sus expectativas pasan por exigir y recibir sin enseñar y demostrar. Nunca pondrá sobre los hombros de su invitado el peso de la expectativa surrealista a la que las chicas del Moulin le han acostumbrado.
Pero hay una gran verdad que el invitado ignora. Si tratas a una mujer de la manera adecuada, recibirás de ella algo a lo que el dinero jamás podría aspirar. Si eres su aliado, su cómplice, no te tratará como a un extraño. Ninguna mujer es una mujer ante un extraño. ¿Las chicas del Moulin Rouge no te lo han comentado nunca? Ah no, si no habláis, si no les importa tu nombre... Si hasta creen que lo sabes todo, porque ellas no saben nada.
Conmigo no disimules, que yo no soy una niña. Soy una mujer; he ahí la gran diferencia, el escenario que las chicas y sus acólitos no quieren pisar. Soy una mujer y a los niños los educo para que los adultos no me pidan cuentos. Si te pierdes, no temas, que te iré dando pistas, unas gentiles y otras descaradas, pero olvida que soy una zorra; sé galante, pon sentimiento, muestra compromiso, y sé italiano. Sé genuino, y no automático como las lobas del Moulin. Toca mi piel sin temor a deshacerme el maquillaje, aguanta mi peso y siente mis curvas.
Vuelve a recordar, ahora que por primera vez te has saciado de mujer, que soy maestra de otro mundo, y que al amanecer me habré marchado. Si me quieres, dímelo.
...