Etica Y Politica
Enviado por Eli2596 • 27 de Octubre de 2013 • 5.343 Palabras (22 Páginas) • 256 Visitas
ÉTICA Y POLÍTICA
(FILOSOFÍA, DEMOCRACIA Y EDUCACIÓN)
http://es.scribd.com/Doubleplusuntrue
http://sanare.academia.edu/MiguelAponte
Por: Miguel Aponte
Resumen
¿Cómo es posible vincular la ética y la política con el resto de las actividades productoras de lo humano? Porque de lo que se trata es de concebir un proyecto humano con sentido y que sea capaz de deslindarse del determinismo positivista y de la dualidad liberalismo-socialismo. ¿Cómo podemos reinstaurar la política para que vuelva a ser ética? ¿Cuál puede ser el papel de la educación en este esfuerzo de creación? La indagación nos lleva a los orígenes de la institución social.
Abstract
How is it possible to link ethics and politics with the rest of productive human activities? Because the purpose is to conceive a human project with sense and able to demarcate from positivist determinism and liberalism-socialism duality. What can be the role of education in this production effort? How can we re-establish politics to be ethical? The inquiry leads to the origins of the social institution.
Palabras clave:
Heteronomía, autonomía, mito, sentido, creación, determinismo, positivismo, subjetividad, epifanía, terribilidad, tragedia, utopía.
Keywords:
Heteronomy, autonomy, myth, meaning, creation, determinism, positivism, subjectivity, epiphany, terribleness, tragedy, utopia.
Sumario:
1. Introducción
2. Antecedentes
3. Epifanía
4. Las cuatro hermanas: filosofía, política, ética y democracia
5. ¿Dónde, cuándo, cómo?
6. El proyecto de autonomía social e individual
7. ¿Otra política?
8. Carácter trágico de la acción humana
9. La educación
10. Los Griegos… otra vez
11. Hybris y política
12. La Odisea humana
13. Ética y política hoy
14. La utopía hoy
1. Introducción
La ética y la política connacen, se implican y se habitan. Ambas son manifestaciones exclusivas del quehacer humano, manifestaciones antropológicas de este ser particular que somos. Son, además, manifestaciones históricas. Con esto queremos decir que pueden no ser; y, en efecto, si revisamos la historia humana veremos que, ¿sorprendentemente?, casi nunca han sido (Castoriadis C., 2004:203,215). Porque no son un resultado natural y espontáneo, no pudieron surgir sino en un “momento histórico” particular, con un “ser” particular, que, para ese momento ya es, él mismo, resultado complejo de la relación individuo-especie-sociedad. Más claramente, el hombre durante casi la totalidad de su historia sobre la tierra ha vivido en sociedades donde la ética y la política han inexistido. O han estado negadas.
Ambas – ética y política – aparecieron en condiciones muy particulares; y se hundieron nuevamente para renacer en condiciones históricas distintas y, otra vez, particulares, pero que guardan de alguna manera intimidad con las de su primera aparición. La verdad es que el hombre ha vivido desde su aparición en el mundo, más bien sujeto a heteronomías individuales y sociales de diversa índole y calidad. Intentaremos explicarnos.
Dos momentos apenas pueden señalarse como tributarios de estas instituciones: En Grecia, en el Siglo V a de C., nacen – ética y política – simultáneamente con la filosofía y la democracia, para luego hundirse durante la Edad Media y resurgir nuevamente en Europa, con la aparición de las primeras comunas burguesas en los Siglos XI y XII que re-crean la política al intentar auto-instituirse: Italia, Francia e Inglaterra (Castoriadis C., 2004:340). El mundo moderno nace en los Siglos XIII y XIV, con la idea de “tiempo lineal” y “progreso”. Antes, las ideas de linealidad del tiempo se aplicaron a lo extra-mundano y nunca a la vida del hombre en la tierra (Castoriadis C., 2004:342).
Pero, ¿cuál es el imaginario y las circunstancias que dan pie por primera vez a estas apariciones? Nos interesa particularmente el primer momento, porque con su evaluación pretendemos comprender este complejo proceso originario y, a la vez, deslastrarnos de determinismos y visiones unilaterales. El determinismo tiene, al menos, dos problemas insuperables, por un lado, convierte en error cualquier otra verdad, lo que conduce a la intolerancia y el dogma; y, por el otro, cancela toda posibilidad de creación (Castoriadis C., 2004:215,254). Pretendemos también superar la visión positivista que ha impregnado el pensamiento occidental desde hace más de trescientos años y que hoy en día está de salida y ¿ha muerto? En efecto, queremos deslindarnos tanto del liberalismo como del marxismo. Ambos, en todas sus versiones y en mayor o menor grado, son tributarios del determinismo-positivista cartesiano y sus respectivos análisis han pagado este tributo, como pretendemos mostrar.
Por otro lado, también nos interesa especialmente el primer momento de aparición de la ética y la política, porque queremos subrayar que estas apariciones históricas, una vez manifestadas, no desaparecen aunque sean reprimidas, aunque muchas veces después de su aparición en situaciones históricas y sociales no hayan podido manifestarse e, incluso, hayan sufrido retrocesos hasta, incluso, su extinción. Insistimos, no desaparecen. Forman parte del mundo humano (y por tanto, del mundo) desde entonces y para siempre, en la forma de los proyectos y luchas individuales y sociales por la autonomía y la libertad.
2. Antecedentes
Veamos. En el espacio y el tiempo de las culturas mesopotámica, egipcia y asiática, la ética y la política fueron impensables y, efectivamente, no existieron. El ejercicio del poder por parte del faraón no es política, sino hegemonía, mera dominación, en un contexto donde la ética es imposible, porque todo es mandato divino y autoridad de sus representantes en la tierra. Tampoco existió el sujeto, en sentido fuerte, que es correlato indispensable y producto del ejercicio ético. En estas sociedades lo público, en realidad, era el ámbito privado del déspota y lo privado era práctica y teóricamente inexistente (Castoriadis C., 2004:344).
Fue Freud quien dijo que el primer humano que insultó a su enemigo en vez de lanzar una piedra fue el fundador de la civilización y, en efecto, podríamos decir que todo el periodo de la humanidad que va desde ese primer acto humano, hasta Grecia, está ausente de estas manifestaciones. El hombre es durante todo ese periodo otro producto más de la “acción” divina y la tradición y, en su existencia concreta, sobretodo, manifestación colectiva. El individuo y la subjetividad, en el sentido fuerte, no existen. Mucho
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