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Filosofia Del Derecho


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2013  •  2.207 Palabras (9 Páginas)  •  257 Visitas

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George Sorel-Reflexiones sobre la Violencia

George Sorel Nació en Cherburgo, hijo de un mercader de vino en bancarrota. Estudió en la ÉcolePolytechnique de París. Se volvió ingeniero en jefe con el departamento de trabajos públicos y se retiró en 1892.

George Sorel publicó su obra “Reflexiones sobre la violencia", Mientras la burguesía compasiva europea ponía paños calientes sobre las heridas de los obreros Sorel se preguntaba si era posible la revolución. La decadencia moral de la burguesía era para Sorel un hecho, precisamente la mentalidad claudicante, cobarde y negociadora de la burguesía mostraba hasta qué extremo la ideología capitalista carecía de un fuste moral sobre el que sostenerse ¿qué hacer antes de hundirnos en el abismo de los mercaderes del templo, de los filisteos y de los usureros de postín? ¿Quién nos librará del mal ya que hasta los dioses parecen muertos? Para Sorel la respuesta sólo puede ser una: el proletario; y de esta respuesta se infiere el carácter marcadamente moral que tiene la revolución social para Sorel.

Tenía como deber destruir un sistema que es per se corrupto y alienante, todo regateo material entrañará una pérdida moral. Sorel nunca propuso el uso bestial de la violencia para conseguir y lograr sus propósitos en la revolución de obreros con el fin de evitar la opresión.

Sorel no era ningún exaltado que proclamaba una mística sangrienta y brutal acción, sino que únicamente constataba a principios del siglo XX lo que es hoy una cruda realidad: para las fuerzas estatalitas, para las fuerzas capitalistas del primer mundo todo es admisible menos la violencia. Podríamos pensar que esto es un gran avance en nuestra civilización pero desde que tenemos constancia del hecho político ninguna forma de opresión ha tolerado el uso de la violencia impropia, el uso de la violencia que escapa del control del propio estado. Hoy los regímenes democráticos que tan pomposamente rechazan la violencia y su uso se embarcan, sin rubor, en guerras ilegales (un ejemplo es en Irak) o en el uso injustificado de la fuerza contra civiles (antidisturbios, agresiones en comisarías, etc.). El rechazo de las clases dominantes a la violencia es una hipocresía y en ese rechazo unánime e hipócrita ve Sorel un digno objeto de reflexión: ¿por qué tanta unanimidad?

Distinción entre fuerza y violencia

Distingue Sorel entre fuerza y violencia. La fuerza es la coacción ejercida por las estructuras de poder jerarquizadas, sobre todo el estado, para mantener en una situación de sumisión a las masas desfavorecidas en el reparto del poder. Hoy en día no es necesario que el señor feudal llame a nuestra puerta para solicitar el diezmo, el banco toma lo que le debemos de nuestras cuentas bancarias o el estado nos extorsiona el IR directamente de nuestras nóminas. La policía y el ejército cumplen su función disuasoria sin necesidad de usar la fuerza bruta, basta hacer alarde de fuerzas para mantener el control sobre la población. Las hordas policiales no tienen que venir a desalojarnos de nuestras casas si nos negamos a admitir la extorsión de los bancos y del estado, nosotros mismos, consientes de nuestra impotencia, abandonamos nuestra propiedad para regocijo de los acreedores. Esta es la fuerza que día a día en toda estructura opresiva se ejerce sobre la masa desconcertada.

La violencia, sin embargo, es aquella potencia indomable con la que el pueblo se sacude el yugo impuesto sobre su cerviz. La violencia tiene un cáliz revolucionario, la fuerza conservador. El terror de la burguesía de principios del siglo XX por la violencia era natural según Sorel: la violencia es el único medio para arrebatar el poder a la minoría, es el único camino por el que el proletario podría salir de la opresión. El mito revolucionario de la huelga general sólo es efectuable mediante el uso de la violencia.

“la fuerza tiene como objeto imponer la organización de determinado orden social en el cual gobierna una minoría, mientras que la violencia tiende a la destrucción de ese orden. La burguesía ha empleado la fuerza desde el comienzo de los tiempos modernos, mientras que el proletariado reacciona ahora contra ella y contra el Estado mediante la violencia.”

Sorel, ataca profundamente la concepción de la violencia como un medio para satisfacer las “bajas pasiones” de la venganza y del resentimiento. Como buen seguidor de Nietzsche considera que la venganza es un sentimiento de débiles resentidos; el fuerte devuelve el golpe, ataca, vence o pierde pero acepta el carácter agónico de la violencia, tras la lucha no cabe rencor, si acaso queda esperar la siguiente batalla. Sorel mostro como las revoluciones burguesas llevaban aparejadas grandes dosis de resentimiento: los burgueses anhelantes de las posiciones privilegiadas de la nobleza mostraban su rencor envidioso con su presteza en celebrar juicios sumarios, su rapidez en honrar a la guillotina, al gulag o a los pelotones de fusilamiento. El pensaba que una vez haya triunfado la violencia proletaria, una vez se hayan roto las cadenas de la opresión, si la libertad conquistada no cae en manos de las estructuras de poder jerárquicas el pueblo liberado desterraría de su alma el deseo de venganza y lo sustituirá por la dicha de la justicia.

Sorel decía “Nunca he tenido por el “odio creador” la admiración que Jaurès le profesa; no experimento por los guillotinadores las mismas indulgencias que él; y me horroriza cualquier medida que aflige al vencido bajo un disfraz judicial. La guerra hecha a plena luz, sin ninguna atenuación hipócrita, con miras a aplastar a un enemigo irreconciliable, excluye todas las abominaciones que han deshonrado a la revolución burguesa del siglo XVIII” ed. cit. “Apéndice II: Apología de la violencia”

Pero ¿cómo evitarlo? ¿Cómo conseguir que las fuerzas estatalitas no se apropien del ímpetu revolucionario y torne sus ansias de justicia en apetitos vengativos? Sorel no dio ninguna respuesta a esto mientras que la historia nos muestra como a lo largo de tantos y tantos levantamientos populares las estructuras jerárquicas de poder se han adueñado de esa fuerza liberadora del pueblo y la ha transformado en purgas y persecuciones. Sorel dice que el mito de la huelga revolucionaria purificará el alma del pueblo y la liberará de los bajos instintos vengativos; mientras que los “socialistas parlamentarios” intentan engatusar a los obreros alimentando su envidia y rencor hacia los ricos el mito revolucionario alimenta los anhelos de justicia y libertad.

Sea como sea el pensamiento de Sorel por su radicalidad es tristemente lejano al pensamiento político fáctico de hoy en día pero también, irónicamente, profundamente actual desde una perspectiva

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