Filosofia Medieval
Enviado por alania24 • 17 de Noviembre de 2013 • 3.177 Palabras (13 Páginas) • 250 Visitas
homas Hobbes (1588 – 1679), nació, como él mismo afirmaría al mismo tiempo que el miedo, en el momento en que la armada invencible española se acercaba a la bahía inglesa, en aquella época, cuando Elizabeth consideraba el trono y al monarca como algo superior a lo terrenal, y ella, la reina virgen, se auto divinizaba. ¿Quién pudiese imaginar que un hombre temeroso y débil, como lo fue Hobbes, fuese quien institucionalizara al Poder como algo humano y no como una manifestación de lo divino?; Pero, este mismo hombre fue el que cimentó las bases del absolutismo.
Hobbes se desenvuelve en un contexto complejo: después del excelente gobierno de los Tudor en el trono Ingles, llega al poder una nueva dinastía: Los Estuardo; de carácter menos vivo que el de los Tudor. Uno de estos, Calos I se hace poseedor de la corona, el cual es víctima de un levantamiento popular, y con su cabeza pagó su poca determinación al gobernar. Al esto suceder se dio inicio a la República del autoproclamado “Lord Protector” Oliver Cromwell, el cual, a pesar de aceptar la división de poderes, puso fin al parlamento.
En paralelo con esto, en Inglaterra se vivió un periodo de guerras internas entre los parlamentarios y los monárquicos, del mismo modo, la persecución contra los católicos no se hizo esperar.
Contexto difícil de conllevar para una persona neutral como lo fue Hobbes.
La filosofía de Hobbes es poco conocida, manifestándose como una especie de empirismo platónico (principalmente por la cuestión de el objeto en si, y de lo que se logra percibir, esto es, la apariencia de objeto), dándole predominancia a su posición empírica. Pero su tratado político, que dejándose llevar por los paradigmas filosóficos imperantes en la época, basadas en las teorías del sistematizador de la filosofía moderna, René Descartes, que buscaba imponer bases matemáticas a toda cuestión filosófica, El Leviatán, se deja seducir por esta corriente y más que un tratado político, podría parecer un tratado de geometría, ya que su objetivo era el de cimentar unas bases solidas e irrefutables para dicha teoría política (la hobbesiana). El Leviatán ha alcanzado una fama exorbitante gracias a que se convirtió en el pilar de los absolutistas, y de que gracias a este texto, se estipula como origen del poder a las personas.
Las primeras páginas del Leviatán, pareciesen el fundamento de la filosofía de Hume o de Locke, dándole una relevancia impresionante a los análisis sistémicos sobre la apreciación valorativa de lo que es el hombre per se, basándose en un análisis explicativo e historicista, meramente formal y objetivo.
El lenguaje que se logra apreciar en el Leviatán es un lenguaje frio y austero, digno de un materialista consumado como lo fue su autor, en donde, sin ningún tipo de pasión se limita a exponer sus análisis y conclusiones sobre el génesis y desarrollo de la sociedad civil.
En un primer momento, Hobbes expone lo que él denomina El Hombre (Primer capítulo del Leviatán), pero, ¿para qué realizar un análisis de lo que es el hombre, desde un plano netamente materialista, previo a exponer lo que es El Estado (segundo capítulo)? Esto lo hace por lo siguiente: al proponerse Hobbes a desarrollar su teoría política basada en que el estado es un ente artificial, cuyo fin es el de proporcionar seguridad y paz a los asociados, y estos asociados, deciden pactar entre ellos, dando inicio a una sociedad civil para garantizar su seguridad y bienestar, y de esta forma salir del estado de naturaleza; al proponer esta teoría, Hobbes niega cualquier tipo de origen no antropológico del poder, así que debe de explicar quiénes son estos seres, que al mejor estilo de Demócrito, forman al hombre artificial, o, en otras palabras, se busca describir la manera como el hombre artificial es formado gracias al conjunto de hombre naturales, los cuales son algo más que simples autómatas, estos hombres, que deciden enajenar sus libertades, abandonar la condición de autogobernarse y sus posibilidades de desarrollarse plenamente sin ningún tipo de alienación, son seres que como diría Sartre, responden a los estímulos del prójimo, de aquel ser ajeno, que observa; pero en el caso de Hobbes, este “prójimo” sartreriano, no se limita a materializarse mediante la figura humanoide, ya que puede ser cualquier cosa que altere la realidad propia.
El Leviatán, ese hombre artificial, creado por la necesidad de seguridad del hombre, es creado a imagen y semejanza del hombre natural; a este monstruo bíblico, se le da forma humana, se le corona como rey, se le respeta como a un dios y se le teme como a un demonio.
Este es el fin del Estado según Hobbes, crear un ente coercitivo lo suficientemente poderoso como para reprimir y sembrar temor, pero este temor no comprende ninguna representación de odio, mediante el cual los ciudadanos se vean en la obligación de obedecer las leyes y de aceptar sumisamente lo que el soberano disponga, cediendo sus libertades individuales en pos del beneficio de la comunidad política.
Pero este Leviatán, es un ser caprichoso, soberbio y altivo, un ser que busca su beneficio sobre todas las cosas, cuyo fin es su bienestar, esto es, el bienestar de la comunidad; no le importa que para esto sea necesario la censura o la represión, es más, el Leviatán solo permite que sea dicho, enseñado, promulgado y afirmado, lo que él desea que sea dicho, enseñado, promulgado o afirmado.
De esto se logra inferir lo siguiente: Hobbes, en su afán de buscar un orden, de cimentar el poder en las manos de los simples mortales y de fundamentar el absolutismo como la única forma de mantener el orden, creó, más que un dios, a un “súper hombre natural”, el Leviatán, más que un dios o un demonio, podría ser un ciclope, un ser sin una mentalidad superior, cuyo único fin es la supervivencia. Pero, ¿acaso los dioses no son también egoístas, vanidosos y soberbios? En un primer momento de la biblia, Dios prohíbe a Adán y a Eva que consuma el fruto del árbol de la sabiduría. Entonces, este Leviatán, ciclope o dios, es exactamente igual al hombre, egoísta por naturaleza, que desea, que tiene pasiones y utiliza su razón para ser.
El Leviatán, denominado por algunos autores, como ese hombre grande, moreno y peludo, es igual al hombre cuando se encuentra en estado de naturaleza, y por esto mismo es que representa la única forma de que el hombre pueda abandonar este estado de caos, de inseguridad, de auto conservación, de desconfianza y competencia exagerada. Este monstruo, análogo al hombre en estado de naturaleza, es el único capaz de volver dócil al hombre para que acepte enajenar su libertad, para poder, de esta forma, entregarse a un soberano que le garantice la paz. De esta forma se logra apreciar el meollo de una de las posibles cuestiones
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