Filosofia
Enviado por DESIREE15 • 27 de Abril de 2014 • 435 Palabras (2 Páginas) • 226 Visitas
12.) San Agustín, después de su larga búsqueda de la verdad concluyó: “Nos hiciste, Señor para ti, he inquieto está nuestro corazón hasta que no descanse en ti”. Si estamos hechos para Dios y Dios es la verdad misma, no encontraremos sosiego en la mentira. La verdad une, la mentira divide; la verdad es amor, la mentira es egoísmo y odio; la verdad es comunión, la mentira es soledad; la verdad es felicidad, la mentira nos lleva a la infelicidad total.
La experiencia de acoger la verdad de San Agustín la tenemos expresada en el libro de las Confesiones. Pasó largos años buscándola y una vez encontrada supo que su respuesta tendría que ser radical dejando atrás un estilo de vida al cual estaba completamente apegado. Sin embargo, su amor por la verdad fue más fuerte que todos los obstáculos que lo detenían. No se arrepintió. Encontrando la verdad se encontró a sí mismo y encontró a Dios. Por ello pudo escribir estas hermosísimas palabras: "Tarde te amé, Belleza tan antigua y tan nueva, ¡tarde te amé! Estabas dentro de mí y yo te buscaba por fuera...Me lanzaba como una bestia sobre las cosas hermosas que habías creado. Estabas a mi lado, pero yo estaba muy lejos de ti. Esas cosas...me tenían esclavizado. Me llamabas, me gritabas, y al fin venciste mi sordera. Brillaste ante mi y me liberaste de mi ceguera...Aspiré tu perfume y te deseé. Te gusté, te comí, te bebí. Me tocaste y me abrasé en tu paz”.
11.) En la lectura del Hortencio de Cicerón cree encontrar el secreto de la sabiduría. Allí abreva al menos el deseo de sacrificarlo todo por la Verdad. Pero la verdad son sus maestros maniqueos que se la proponen, en particular en el enojoso problema del mal. Seducido por el enunciado de una filosofía libre, exenta de las trabas de todo dogma; quebrantada de su fe cristiana por las aparentes contradicciones que se le señalan en el texto de las Escrituras; embriagado con la perspectiva de una explicación científica de los misterios fenómenos de la naturaleza; subyugando por la hipótesis de los dos principios, el bueno y el malo, única solución plausible hasta entonces en la cuestión de los antagonismos que desgarran al mundo: halagado por una doctrina que niega la responsabilidad en el pecado y atribuye su causa a una fuerza extraña; conmovido en fin por el acento de sinceridad subrayada en los predicadores maniqueos por la afectación de la virtud y la apariencia de austeridad. . . por todos estos motivos trabajados el joven Agustín se hizo maniqueo convertido y apóstol dela secta(Confesiones V, l0)
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