Fuerzas Morales

Las fuerzas morales

Para la joven generación de nuestro tiempo es esencial conocer las fuerzas morales que obran en las sociedades contemporáneas, virtudes para la vida social, que no descansan bajo ninguna cúpula. Más que enseñarlas o difundirlas, conviene despertarlas en la juventud que virtualmente las posee. Si la catequesis favorece la perpetuación del pasado, la mayéutica es propicia al florecimiento del porvenir.

No solo hay que tener valores, si no también ponerlos en práctica, porque de nada sirve decir que somos responsables, respetuosos, honrados, etc.; si en la práctica no hacemos deberes, no respetamos a los profesores y tomamos las cosas que no son nuestras sin permiso, debemos aplicar todos los valores que nos enseñaron en todo momento, tanto en la universidad, en la casa, en la calle y todo sitio al que vayamos, ya que la sociedad siempre está pendiente de esto, pero no hacerlo solo para complacer a los demás sino para sentirnos bien con nosotros mismos, está en cada uno de nosotros llevar a esta sociedad un nuevo estatus en el que todos nos tratemos como iguales y los valores sean el pan nuestro de cada día.

Cada vez que una generación envejece y reemplaza su ideario, la vida pública se abisma en la inmoralidad y en la violencia. En esa hora deben los jóvenes empuñar la antorcha y pronunciar el verbo: es su misión renovar el mundo moral y en ellos ponen su esperanza los pueblos que anhelan ensanchar los cimientos de la humanidad mejor, pueden aumentar la parte de felicidad común y disminuir el lote de comunes sufrimientos.

Entusiasta y osada ha de ser la juventud. Sin entusiasmo no se sirven hermosos ideales; sin osadía no se acometen honrosas empresas. Un joven escéptico esta muerto en vida, para sí mismo y para la sociedad. Un entusiasta, expuesto a equivocarse, es preferible a un indeciso que no se equivoca nunca. El primero puede acertar, el segundo jamás.

La inercia frente a la vida es cobardía. Un hombre incapaz de acción es una sombra que se escurre en el anónimo de su pueblo. Para ser chispa que enciende, fuego que templa, reja que ara, debe llevarse el gesto hasta donde vuelve la intención. No basta en la vida pensar un ideal: hay que aplicar todo el esfuerzo a su realización. Cada ser humano es cómplice de su propio destino: miserable es el que malbarata su dignidad, esclavo el que se forja la cadena, ignorante el que desprecia la cultura, suicida el que vierte la cicuta en su propia copa.

No hay que quedarse en el pasado, por lo contrario tenemos que pensar en algo para mejorar el futuro, de nada nos sirve quedarnos en el pasado por que como la palabra mismo lo dice ya es pasado, solo tenemos que recurrir a él para darnos cuenta de lo que fallamos y resarcir los errores para que no ocurran en el futuro así poder forjar una vida mejor para todos.

No debemos rendirnos jamás ante nada, porque aquel que no lo intenta es peor que aquel que no logra, ya que aquel que lo intenta y lo intenta algún día lo va a lograr mientras que aquel que jamás lo intenta nunca va a conseguir nada de la vida, aquel que jamás tiene algún sueño nunca llega a ser útil para la sociedad, y por lo contrario se vuelve un peso muerto.

Todos alguna vez caímos en las garras de la pereza, pero está en cada uno el salir adelante y no dejarnos vencer por ella, la pereza tiene como presas favoritas a los jóvenes, pero nosotros tenemos la energía necesaria para vencerla de lo contrario no seriamos llamados jóvenes, pero nosotros también tenemos la habilidad de contagiar esa energía al resto de la gente para ellos también puedan cumplir lo que se proponen y no dejarse caer en las garras de la pereza.

Quiero destacar la gran influencia que ha tenido el libro sobre mi vida personal, los conceptos desarrollados en “Las Fuerzas Morales” me ayudaron a reconocerme y corregirme en algunos aspectos, además me enseñaron a valorar, generar y perseguir ideales.

A continuación expongo algunas frases del autor que al momento de leerlas me hicieron reflexionar y sin duda dejaron una huella en mí:

• El trabajo será bello y amado

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