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Importancia De La Lectura


Enviado por   •  19 de Marzo de 2012  •  1.644 Palabras (7 Páginas)  •  815 Visitas

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LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA

“Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, y me faltara el amor, sería simple bronce que resuena y campana que repica. Si yo tuviera el don de las profecías, conociendo las cosas secretas con toda clase de conocimientos, y tuviera tanta fe como para trasladar los montes, pero me faltara amor nada soy. Si reparto todo lo que poseo a los pobres y sin entrego hasta mi propio cuerpo para ser quemado, pero sin tener amor, de nada sirve.

El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad…”(Epístola de San Pablo a los Corintios) En cierta oportunidad el escritor argentino Jorge Luis Borges escribió: “Somos producto de la Biblia y los cantos homéricos”. Con semejante botaude quería resumir, con cierta rebuscada elocuencia erudita, que el hombre occidental forjó su espíritu y su intelecto, a lo largo de muchas civilizaciones, gracias a las lecturas realizadas a los libros bíblicos y a los cantos de la Odisea y la Iliada. Los libros además de proporcionarle estructura humanista al espíritu, encierran infinidad de secretos. Por lo pronto consideraré dos que en lo particular para mí son claves (y necesarios conocer) al momento de aventurarse más allá de las tapas de un libro, de cualquier libro.

Un hombre que lee es un hombre que piensa. Ahí está el primer secreto de esa actividad en apariencia inservible que consiste en leer libros. La lectura es un acto que reclama de nosotros cierta capacidad para descifrar signos y luego nos exige aislamiento y raciocinio. Leemos para comprender la escritura sencilla y complicada, al mismo tiempo, de la vida y de los días que pasan. Leemos para encontrar la belleza del mundo, su exaltada, sublime o violenta metáfora, cuando pasa a través del cedazo del lenguaje escrito. Leer es un acto civilizatorio por excelencia.

En el poema “Orlando furioso”, de Ariosto, hay un fragmento que relata la feroz batalla entre el brujo Atlante y Bradamante, la sensual y valerosa amazona. Atlante es un hechicero invencible y que hasta ese instante ha derrotado a todos sus adversarios. Atlante para enfrentar a Bradamente sólo tiene como arma un libro con poderes mágicos. Se desata la batalla y el hechicero Atlante está venciendo a la exuberante Bradamente. La hormonal amazona se finge herida y Atlante, ganado en su ingenuidad caballeresca va en su auxilio. Bradamante aprovecha la ocasión y despoja a Atlante del libro. Este breve recuento de la batalla entre Atlante y Bradamante ejemplifica a la perfección ese otro secreto que poseen los libros: la magia. Los libros son objetos mágicos. Ese poder nigromántico que tienen los libros permite como simples lectores trasladarnos a otros sitios, a otros universos, a vivir la vida de otros, sus aventuras y sus amores. Luego con el transcurrir de los años todo eso que hemos leído se traspapelará con nuestras vivencias personales, enriqueciendo así nuestra existencia. Leemos para amueblar de poesía, aventura, sueño e imaginación nuestros días.

Muchas personas, y entre ellos una buena cantidad de maestros y profesores, creen que es necesario leer libros para educarse. Pero eso de lo que hablan profesores y maestros es sobre la formación profesional, cuestión que a decir de Savater es importante y necesaria, pero si de leer literatura se trata la cuestión entonces es inaplazable e imprescindible. Osea leemos libros para cuestiones más vitales y hondas que la de educarnos o la de hacernos una cultura. Ustedes dirán, ¿para qué puede servir leer las aventuras que narra Homero sobre Ulisis en la Odisea? ¿En que puede ayudarnos la locura de Don Quijote que confunde molinos de vientos con gigantes? ¿En qué puede favorecernos que el príncipe venza al dragón y salve a la princesa? Ulisis era astuto, Don Quijote estaba más loco que una camisa de fuerza y el príncipe era temerario y valiente. Ahora yo les pregunto: la vida diaria no exige que seamos astutos, medio locos, temerarios y valientes para enfrentar no ya a dragones o cíclopes, sino a las adversidades cotidianas. Cada uno de esos personajes de la ficción literaria enseña una lección particular, una lección que trata no de darnos herramientas para hacernos de una profesión, comprar un carro, casarnos, tener hijos y engordar como vacas y cerdos respectivamente. No. Lo que esta lección trata de educar en nosotros es nuestro espíritu, trata de enseñarnos que la locura y los sueños pueden hacernos personas menos viles, vacías y malvadas, que para ayudar a los demás sé necesita ser solidario y algo temerario; que eso de estar cruzados de brazos, mientras los dragones

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