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La Lampara De Diogenes


Enviado por   •  23 de Abril de 2015  •  1.310 Palabras (6 Páginas)  •  313 Visitas

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Vestido de una túnica raída y sucia, andaba como vagabundo por las calles angostas de la ciudad de Atenas. Mientras caminaba, su cabello blanco y su barba abundante y blanca reflejaban los rayos del sol de aquel mediodía.

Aunque era un día soleado, él llevaba una lámpara encendida en sus manos, mientras caminaba con esfuerzo abriéndose paso por en medio de una muchedumbre que caminaba en toda dirección.

Dirigiéndose por las calles, bulliciosas y aglomeradas, se acercó a un hombre tras otro, alzando su lámpara en dirección a sus rostros, examinándolos cuidadosamente.

La mayoría sino es que todas la personas de la cuidad, según supongo lo que pensaban es que el pobre Diógenes estaba loco, talvez unos no dijeron nada, pero otros no habrán perdido nada al decirle lo que pensaban, entre eso estoy segura que este hombre siendo tan sabio y cínico no perdió su tiempo y le explicó brevemente sus razones.

Recordemos que Diógenes era un filósofo, por ende se dedicaba a la búsqueda de la verdad, pero eso no es algo fácil.

Encontrar a una sola persona honesta es una de las tareas más difícil, esto se refleja en el uso de la lámpara para iluminar el rostro de estas personas, aunque lo tildaron de loco el quería llevar un mensaje mas allá de lo que muchos pueden entender, ya que la luz del día no es suficiente para examinar el alma de las personas y conocer lo que verdaderamente somos por dentro.

La honestidad no es simplemente respetar las pertenencias de los demás, la honestidad va más allá de eso, podríamos hablar sobre honestidad espiritual, eso que no se ve a simple vista, lo que solamente nosotros y nuestra alma, nuestra conciencia conocen.

En lo que a mi respecta un hombre honesto es sinónimo de amor a Dios, porque no olvidemos que Dios es la verdad.

En el mundo actual ser honestos no es cosa fácil, a veces en algo tan simple como cuando nuestra mejor amiga nos pide nuestra opinión acerca de cómo le queda el vestido nuevo que se compró, que aunque e éste sea horrible y le quede fatal, nosotros la llenamos de halagos afirmando que le queda de maravilla y no nos importa que luego ande por las calles haciendo el ridículo completo.

Honestidad significa ser justos, estas dos palabras son sinónimos, y debemos serlo con nosotros mismos y con los demás, muchas veces queremos tener una recompensa sin hacer un mérito, o también en otras ocasiones le quitamos la oportunidad a alguien que necesitaba esa ayuda más que nosotros, no practicamos el amor por nuestro prójimo, vivimos en una sociedad llena de egoísmo, donde el “yo” es lo más importante, sólo importa nuestro bienestar y aplastar a los demás para cumplir nuestros objetivos es lo de menos.

Tener integridad en cada paso que damos es un tanto complicado ya que somos humanos, somos vulnerables, no somos perfectos, cometemos errores, pero cada día al acercarnos a Dios podemos caminar por la senda de la verdad, esa búsqueda continua que debe tener nuestro espíritu para poder lograr de esta forma llevar una vida mas humana, más feliz.

Tenemos que dejar de lado nuestro orgullo darnos cuenta que la única verdad es Dios, y pues aunque Diógenes no era cristiano, buscaba un hombre honesto, deseaba la verdad. Y para mí la verdad es Cristo, el conoce perfectamente nuestros corazones, no necesita una lámpara, el nos conoce en la oscuridad, de hecho nos conoce desde que nos formó en el vientre de nuestra madre, incluso antes de eso.

Pero, ¿porque nos cuesta aceptar esto, porque no puede caber en la razón de muchos?, es hora de darle un giro a nuestras vidas y volvernos mejores personas, más humanos, hacer las cosas que a Dios le agradan, compartir con nuestro prójimo ser justos con lo que merece cada quien, no robar absolutamente nada, ni tiempo, ni voluntad, dar siempre lo mejor de nosotros

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