La Libertad Como Ser De La Conciencia.
Enviado por juuudith • 30 de Septiembre de 2011 • 976 Palabras (4 Páginas) • 753 Visitas
Introducción: Jean-Paul Sartre (1905-1980) quiere asumir hasta el final la muerte de
Dios anunciada por Nietzsche. Dios no existe, pero sin embargo no todo está permitido.
Vivimos en la contingencia absoluta, la gratuidad irremediable del existir. Pero este
desamparo metafísico abre también la puerta a una nueva dimensión del vivir humano
que de otro modo quedaría oculto: nuestra libertad. Paradójica condena esta de tener en
cada momento que elegir y disponer, desde la soledad individual, de todos nuestros
recursos para actuar, incluidos también nuestros proyectos de vida fundamentales. En
este gesto creador tenemos como límites únicamente los que se refieren a su propia
posibilidad; Sartre creerá que no es poco, pues con ello cabe planificar una vida moral
y política.
La conciencia, que en sí no es nada, consiste, pues, sólo en una estructura abierta,
indeterminada: es, como en Heidegger, un proyecto que ha de desarrollarse a lo largo
del tiempo, es algo lanzado hacia el futuro. Y a esto se le llama existencia. Existir es
ser fuera de sí. La conciencia no es nada antes de existir, no está sometida, pues, a una
esencia, sino que consiste sólo en existencia (como en Nietzsche). El ser humano, por
tanto, ha de hacerse a sí mismo, definirse en su proyecto (en su estar lanzado hacia el
futuro) Con palabras de Sartre "la existencia precede a la esencia" y "el hombre es ante
todo un proyecto que se vive subjetivamente".
La idea de que la esencia precede a la existencia procede del teísmo: Dios ha dado la
esencia al hombre, éste ha de cumplirla. Según Sartre, la filosofía atea debe reconocer
que el ser humano no está predeterminado por esencia alguna. Si no hay Dios, no hay
naturalezas ni esencias: "No hay naturaleza humana, porque no hay Dios para
concebirla".
"El hombre no es más que el conjunto de sus actos": si no hay esencia, el hombre se
reduce a lo que hace, a cómo existe, a cómo configura, acto a acto, su existencia. Actos
que serán totalmente libres, porque están absolutamente incondicionados: de hecho, si
Dios no existe, todo está permitido.
Esta propia indeterminación, esta experiencia subjetiva de que el ser humano está
siempre ya en el mundo y a la vez siempre por hacerse, es la libertad. La libertad es la
indeterminación absoluta del proyecto, la ausencia de determinaciones esenciales. El
ser-para-sí es libre por definición: porque en-sí no es nada. La libertad es el ser nada y
tener todo por hacer. Es una libertad, pues, como la propia conciencia, vacía, libre de
fines o de valores; todo fin o todo valor, toda manera de ejercer la libertad, ha de ser
creada por el ser humano en su existencia.
El para-sí, por ser libre, ha de darse su esencia al existir, ha de autorrealizarse. Esta
libertad, esta indeterminación, hace al hombre, a la vez, absolutamente responsable de
su existencia, puesto que sólo él la decide. Tarea ingrata, fuente de la angustia
existencial, y clave de la famosa frase sartreana: "El hombre está condenado a ser
libre", porque, en efecto, lo único que
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