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La Obra De Niklas Luhmann


Enviado por   •  25 de Octubre de 2013  •  6.090 Palabras (25 Páginas)  •  598 Visitas

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La obra de Niklas Luhmann (1927-1998) constituye un audaz intento de ofrecer una respuesta original –o, más bien, de alcanzar una determinada Aufhebung conceptual- a problemas gnoseológicos y epistemológicos de larga data; así, la distinción sujeto / objeto, la cuestión de la objetividad del conocimiento o el estatuto epistémico que cabe asignarle a las llamadas ciencias sociales. Al propio tiempo, su trabajo sociológico se quiere continuador de una tradición abierta por “padres fundadores” como Spencer, Simmel o Weber: aquella dominada por la voluntad de elaborar un marco interpretativo general capaz de dar cuenta de las peculiaridades de la sociedad moderna. Continuista en su intención última de elaborar una teoría general de los sistemas sociales, Luhmann se presenta al mismo tiempo como rupturista respecto al esquema categorial empleado en el estudio de tales sistemas. Luhmann desmonta afirmaciones implícitas que todavía hoy configuran la mentalidad y la sensibilidad con que acostumbramos captar la realidad, y en este sentido su pensamiento resulta paradójico. Es decir, se trata de un pensamiento contrario a la opinión más extendida (para-doxa) y que, a pesar de enfrentarse con lo que se da por descontado y se asume como aproblemático, habrá de reconocerse al fin como cierto (Ramos, 137-8).

Pero el texto luhmanniano es también paradójico en un sentido más estricto. En este otro sentido, la paradoja no es tan sólo un enunciado chocante o sorprendente, sino que crea un círculo vicioso en el que tiene lugar un violento trastoque de una jerarquía lógica, de forma tal que se circula entre los niveles jerarquizados sin poder respetar esa jerarquía. Como bien señala Ramón Ramos, la “ilustración sociológica” que Luhmann protagoniza y el funcionalismo “contingente” que la metodiza convierten el sistema de conocimiento emergente en una continua paradojización del objeto estudiado (Loc. Cit.).

Ibáñez advierte cómo, paradójicamente, el carácter esencialmente paradójico del conocimiento (científico) se descubre primero en niveles mínimos de reflexividad, y alejados por tanto de la teoría social. Es el caso del principio de incertidumbre de Heisenberg, que afecta a los sistemas materiales y conforme al cual la determinación de la posición de una partícula en la investigación física supone la indeterminación del estado de movimiento de esa misma partícula. O bien del principio de incompletitud de Gödel que establece, para los sistemas formales, la imposibilidad de que una teoría sea al propio tiempo consistente y completa. Siendo lo esencial y común a ambos casos el reconocimiento de la intervención del sujeto en la constitución del objeto (material o formal) que el principio de objetividad había negado (Ibáñez, XI-XXV).

Danilo Zolo, por su parte, vincula la obra de Luhmann a toda una serie de estructuras conceptuales en las cuales la circularidad es asumida, si no siempre como una virtud argumentativa, casi siempre como un modelo heurístico de carácter general y fecundo.

Pero el constructivismo radical de Luhmann no es sólo una más de todas estas respuestas a la insatisfacción producida por las categorías explicativas de carácter lineal, sino que además se presenta como una arriesgada síntesis de conceptos y categorías -gestados en buena parte de ellas- en el marco de una teoría general de sistemas radicalmente reformada merced a la centralidad de un concepto de autopoiesis asimismo adaptado a las necesidades teóricas del modelo luhmanniano. Podría decirse que anima la obra epistemológica –o, sin más, a la obra- de Luhmann esa pretensión de unidad omniabarcante ya presente en la teoría de sistemas originaria, sólo que ahora es el concepto de autopoiesis el que establece el puente entre el territorio de las llamadas Geisteswissenschaften y el de las Naturwissenschaften. Así, lo que haría posible un estudio de los sistemas vivientes, psíquicos y sociales con un instrumental conceptual análogo sería la propia condición de sistemas autopoiéticos autorreferentes que presentan tanto los unos como los otros.

Ahora bien, ha de tenerse en cuenta que, como el propio Luhmann afirma, la reflexión teórica sigue en todo momento el destino de la realidad sobre la que se proyecta. Por lo que la versatilidad y la fertilidad explicativas del nuevo paradigma debe estar en último término en su capacidad de dar cuenta de la propia deriva de la sociedad moderna. En sociedades caracterizadas por una enorme complejidad estructural como es la contemporánea, asevera Luhmann, es preciso inventar un nuevo vocabulario con el fin de hacer frente a la hiperdiferenciación funcional que les es propia y describir adecuadamente su dinámica. Pero no basta con elaborar nuevas categorías heurísticas, hay además que plantear nuevas cuestiones (Muñoz Dardé, 4). El nuevo paradigma está llamado pues a proveer tanto los nuevos conceptos como las nuevas preguntas.

Como señalábamos más arriba, a Luhmann le une con la sociología clásica su apreciación del carácter único de la modernidad y el interés por habérselas con esa modernidad desde una teoría general capaz de dar cuenta de sus procesos constitutivos. Como los autores ya citados, como Durkheim o Parsons, Luhmann viene a describir la evolución social como un paulatino proceso de diferenciación. Sólo en tales términos es posible explicarse la transición de la sociedad tradicional a la sociedad moderna. Según Luhmann, es posible distinguir tres tipos diversos de diferenciación – segmentario, estratificatorio, funcional – que, por más que puedan estar presentes en cualquier tipo de sociedad con independencia de su particular nivel de complejidad, se corresponden en término generales con distintas fases de la evolución de las sociedades históricas.

En el caso de la sociedad tradicional predomina el principio estratificatorio e impera una diferenciación jerárquica que se apoya en pautas de desigualdad social conforme a la cual la clase superior ocupa un lugar privilegiado que le permite representar a la sociedad como un todo. Por el contrario, en la sociedad moderna el principio de diferenciación social dominante es el funcional. La aparición de la modernidad implica así, en la descripción de Luhmann, la emergencia evolutiva de círculos comunicativos cerrados que desarrollan cada uno una función propia. Las sociedades modernas son, pues, sociedades descentradas, sin centro o, si se prefiere, policéntricas, en tanto que están constituidas por una pluralidad compleja de subsistemas que realizan funciones cruciales para el conjunto sin que ninguno tenga supremacía sobre los demás.

Los sistemas, por su parte, son concebidos por Luhmann como el resultado de un procesamiento selectivo de la multiplicidad de posibilidades, hechos y circunstancias que se presentan en la

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