La Omnipresente Corrupción
Enviado por morticios • 12 de Marzo de 2015 • Ensayo • 3.543 Palabras (15 Páginas) • 259 Visitas
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LA OMNIPRESENTE CORRUPCIÓN
Columnas— 04 febrero 2015
Anuncia el Presidente Enrique Peña sus acciones contra la corrupción cuya presencia nos invade desde hace muchos siglos, razón por la cual se le ha llegado a considerar parte de la cultura nacional si por “cultura” se entienden costumbres, actitudes generalizadas, productos de la idiosincrasia, recursos permanentes en pos de un ascenso en la injusta escala social:
“–Si no transas no avanza”, dice la lengua popular.
Y la receta la siguen en el gobierno y fuera de él pues la danza de la “corruptela” (como en Italia, la “Tarantela”), se baila en grupos de más de dos. Nadie se corrompe en solitario. Eso le toca a otros pecados.
La Iniciativa privada vive siempre dispuesta al diezmo o al “moche” o al pago de coimas; los funcionarios del gobierno siempre dispuestos a recibirlas a cambio de aceitar el mecanismo siempre complejo de la tramitología. Si no hubiera trámites engorrosos, diseñados especialmente para lucrar cuando se retirar el engorro, no había tanta corrupción.
Por eso las “simplificaciones” administrativas solo encarecen el soborno, la mochada, la tajada o la mordida. Muchos sinónimos hay de esto, hasta llegar a los muy recientes conflictos de interés.
Y en ese tenor el Presidente reanima y reactiva a la Secretaría de la Función Pública, hija de aquella destartalada Contraloría General de la Federación cuyos efectos moralizantes fueron muy menores y muy escasos, y anuncia algo quizá requerido por medio mundo: una investigación sobre las casas famosas, la suya; la de su esposa y las del secretario de Hacienda, Luis Videgaray quien siente como Juárez la ventolera sin despeinarse. Cuando se despeina es por otras razones casi todas de mínima capilaridad.
Y como si se quisiera gobernar con el ejemplo, el Presidente Peña dijo en el mensaje ofrecido ayer a los mexicanos:
“…Finalmente, reafirmando mi absoluto compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas, he solicitado a la Secretaría de la Función Pública que investigue y resuelva si hubo o no conflicto de interés en las obras públicas o contratos otorgados por dependencias Federales a las empresas que celebraron compra-ventas de inmuebles con mi esposa, con el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y con un servidor.
“Adicionalmente, y con el ánimo de generar plena confianza y transparencia, le he solicitado al Secretario de la Función Pública reunir a un panel de expertos, con reconocido prestigio en materia de transparencia, para que conozcan y evalúen los resultados de la investigación que habrá de llevar a cabo”.
VIRGILIO
Estas palabras deben ser guardadas cuidadosamente. Algún día alguien se las podrá recordar (por cumplimiento o por incumplimiento) al secretario de la Función Pública nombrado ayer, Virgilio Andrade:
“…Frenar los espacios a la corrupción es, desde luego, una condición indispensable para otorgar confianza que, a su vez, es necesaria para fortalecer las condiciones de inversión, el comercio, y, por ende, favorecer las condiciones de la economía”.
MARCELO
Y ya si se habla de corrupción leamos estas palabras de Marcelo Ebrard ante la embestida de una comisión legislativa cuyo estudio sobre el desastre de la Línea 12 le para los pelos de punta.
“…La Comisión Especial está actuando por consigna, con una instrucción política dictada desde la Presidenciade la República. No estoy sujeto a ninguna investigación y se me quiere procesar, sin ningún fundamento, ni derecho de audiencia.
“Dado el abuso del gobierno federal y del partido en el poder, acudiré a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos para exigir se respeten los principios de debido proceso como cualquier ciudadano”.
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¿DÓNDE ANDARÁ; AQUEL, AQUEL AMOR?
Columnas— 03 febrero 2015
San Lázaro y La Candelaria de los Patos son barrios vecinos.
En medio de ambos –flanqueada por sendas estaciones del Metro, con los nombres de esos lugares–, está la Cámara de Diputados, incrustada en la delegación Venustiano Carranza, si se pudiera simplificar así, una de las partes más fea –entre las muchas horrorosas–, de la ciudad de México. Horrible en muchos sentidos, tanto como la vecina colonia Morelos y su mala fama, la memoria de Lecumberri o las actuales condiciones del Sistema de Transporte Colectivo.
Sin embargo hasta hace algunos meses, ahí se le rendían honores y amores a Marcelo Ebrard , quien ahora sufre o al menos hace como si sufriera por una embestida en su contra iniciada, según ha dicho desde la semana pasada (¿dónde se fueron los amores de antaño?) por las denuncias de irregularidades múltiples en cuanto a la construcción de esa desastrosa llamada “Línea Dorada o Línea del Bicentenario”, la cual es la obra pública más grande realizada por ese amasijo de corruptelas, cinismo y chambonería llamado Revolución Democrática.
Si ya desde la semana pasada utilizando los siempre disponibles micrófonos de la radio matutina y su buen olfato para el escándalo, Marcelo Ebrard emprendió el camino de su auto defensa mediante el sencillo procedimiento de exhibirse como un perseguido político víctima de las malas artes de Miguel Ángel Mancera y sus segundos.
Ahora, en víspera del día de La Candelaria –como si fuera el pago de una deuda tamalera por haber sacado elniño de la rosca o el tigre de la rifa, en este caso–, irrumpe en una sala de la Cámara de Diputados, en San Lázaro, donde actúa la comisión investigadora del desmadre del Metro, y porta –como si fuera un “ayotzinapo” más-, un simpático cartelito:
“Derecho de audiencia”. Lindo.
Y su intervención, cobijado por el senador, Mario Delgado y algunos otros quienes en su tiempo se favorecieron de su munificencia y su confianza (eso son los “equipos” políticos) y frenada por los adversarios, causa una batahola, una barahúnda o una “cena de negros” (expresión impropia pues ahora se debe decir una cena de afromexicanos, en todo caso) y convierte la Cámara de Diputados en una “Cámara Húngara” (con respeto a los naturales de Budapest, Szeged o Debrecen, lugares de enorme belleza, superiores, por cierto, a la colonia Federal o el Peñón
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